Alocución, 12 de diciembre, tercer domingo de Adviento

Hoy 12 de diciembre, III Domingo de Adviento, escuchamos el evangelio según San Lucas, capítulo 3, versículos 10 al 18. Encendemos las tres velas de la corona de adviento.

(EVANGELIO)

¿Qué hacemos? Es la pregunta que le hacían a San Juan Bautista. ¿Qué hacemos? Es la pregunta que nos hacemos nosotros en preparación a la Navidad. La Virgen nos ayuda: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”. Como la Virgen, escuchamos la Palabra del Señor y la ponemos en práctica. Los esposos se preguntan: ¿Qué hacemos? Pues amarnos más, hacer de nuestra casa un hogar feliz, donde todos quieran regresar temprano. Los hijos se preguntan: ¿Qué hacemos? Hacer felices a nuestros padres, devolverles multiplicadamente todo el amor que nos brindaron. Los hermanos de la Iglesia se preguntan: ¿Qué hacemos? Hacer de nuestra Iglesia un solo corazón, una sola alma, un solo cuerpo; caminar juntos, sembrar juntos semillas de amor en todas las personas. Las personas en conflicto se preguntan: ¿Qué hacemos? Restablecer la paz, arreglar las divisiones antes de la Navidad y dar el primer paso. Siempre preguntemos al Señor: ¿Qué hacemos? El Señor nos responderá. En cada ocasión hay una respuesta eterna a esta pregunta: ama a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente y ama a tu prójimo como a ti mismo.

(CANTO)

¿Qué hacemos?: conectarnos con Dios.

VOZ: Cuando Dios quiso criar peces, le habló al mar. Cuando Dios quiso crear árboles, le habló a la Tierra, pero cuando Dios quiso crear al hombre se volvió hacia sí mismo. Así que Dios dijo: “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Si sacas un pez del agua, morirá; y cuando remueves un árbol del suelo, también muere. Del mismo modo, cuando el hombre se desconecta de Dios, muere. Dios es nuestro entorno natural. Fuimos creados para vivir en su presencia, tenemos que estar conectados con él, porque solo en él existe la vida. Permanezcamos conectados con Dios, recordamos que el agua sin peces sigue siendo agua, pero los peces sin agua no son nada. El suelo sin el árbol sigue siendo suelo, pero el árbol sin suelo no es nada. Dios sin el hombre sigue siendo Dios, pero el hombre sin Dios no es nada.

(CANTO)

¿Qué hacemos?: escuchar a Dios que nos habla a través de los acontecimientos.

VOZ: Un hombre recibió una noche la visita de un ángel, quien le comunicó que le esperaba un futuro fabuloso. Se le daría la oportunidad de hacerse rico, de lograr una posición importante y respetada dentro de la comunidad y de casarse con una mujer muy hermosa. Este hombre se pasó la vida esperando que los milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre. Cuando llegó a las puertas del cielo vio al ángel que había visto tiempo atrás y protestó: “me prometiste riqueza, una buena posición social y una bella esposa, me he pasado la vida esperando en vano”. “Yo no te hice esa promesa”, replicó el ángel. “Te prometí la oportunidad de riqueza, una buena posición social y una bella esposa”. El hombre estaba realmente intrigado. “No entiendo lo que quiere decir”, confesó. “Recuerdas que una vez tuviste la idea de montar un negocio, pero el miedo al fracaso te detuvo y nunca lo pusiste en práctica”. El hombre asistió con un gesto. “Al no decidir unos años más tarde se le dio la idea a otro hombre que no permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerle en práctica, recordarás que se convirtió en uno de los hombres más ricos del reino. “También recordarás, prosiguió el ángel, aquella ocasión en que un terremoto asoló la ciudad, derrumbó muchos edificios y miles de personas quedaron atrapadas en ellos. En aquella ocasión tuviste la oportunidad de ayudar a encontrar y rescatar a los supervivientes, pero no quisiste dejar tu hogar solo por miedo a los muchachos saqueadores que había, te robasen tus pertenencias. Así que ignoraste la petición de ayudar y te quedaste en casa”. El hombre asintió con la cabeza, “esa fue tu gran oportunidad de salvarle la vida a cientos de personas con las que hubieras ganado el respeto de todos ellos”, continuó el ángel. “Por último, ¿recuerdas a esa hermosa mujer pelirroja que te había atraído tanto? La creías incomparable a cualquier otra y nunca conociste a nadie igual. Sin embargo, pensaste que tal mujer no se casaría con alguien como tú y para evitar el rechazo nunca llegaste a proponérselo”. El hombre aceptó, pero ahora las lágrimas caían por sus mejillas. “Sí, amigo mío, ella podría haber sido su esposa”, dijo el ángel. “Con ella se te hubiera otorgado la bendición de tener hermosos hijos y multiplicar la felicidad en tu vida”. A todos se nos ofrece a diario muchas oportunidades, pero muy a menudo, como el hombre de la historia, las dejamos pasar por nuestros temores e inseguridades.

(CANTO)

San Pablo, desde una cárcel en tiempo del imperio romano, en condiciones infrahumanas, nos escribe y da una respuesta a la pregunta ¿qué hacemos? en la Carta a los filipenses, capítulo 4, versículos 1 al 7.

(EVANGELIO)

(CANTO)

¿Qué hizo el ángel y la Virgen? El Papa Francisco nos lo cuenta:

VOZ: La perfección de María la llena de gracia, la declara el ángel dentro de las paredes de su casa, no en la plaza principal de Nazaret, sino allí, en el ocultamiento, en la mayor humildad. En esa casita de Nazaret palpitaba el corazón más grande que una criatura haya tenido jamás.

Queridos hermanos y hermanas, esta es una noticia extraordinaria para nosotros, porque nos dice que el Señor para hacer maravillas no necesita grandes medios ni nuestras sublimes habilidades, sino nuestra humildad, nuestra mirada abierta a Él y abierta también a los demás. Con ese anuncio dentro de las pobres paredes de una pequeña casa, Dios cambió la historia. También hoy quiere hacer grandes cosas con nosotros en la vida de todos los días, es decir, en la familia, en el trabajo, en los ambientes cotidianos; ahí, más que en los grandes acontecimientos de la historia. Ama obrar la gracia de Dios, pero me pregunto, ¿lo creemos o pensamos que la santidad es una utopía, algo para los profesionales, una ilusión piadosa incompatible con la vida ordinaria? Pidámosle a la Virgen una gracia, que nos libre de la idea engañosa, que una cosa es el evangelio y otra la vida, que nos encienda de entusiasmo por el ideal de santidad, que no es una cuestión de estampitas sino de vivir cada día lo que nos sucede con humildad y alegría, como la Virgen, libre de nosotros mismos, con la mirada puesta en Dios y en el prójimo que encontramos. Por favor, no nos desanimemos. El Señor nos ha dado a todos un buen paño para tejer la santidad en la vida diaria. Y cuando nos asalte la duda de no lograrlo o la tristeza de ser inadecuado, dejémonos mirar por los ojos misericordiosos de la Virgen, porque nadie que haya pedido su ayuda, ha sido abandonado jamás.

(CANTO)

San Juan Diego le preguntó a la Virgen de Guadalupe: ¿Qué hago? Ella respondió: No tengas miedo, ¿acaso yo no estoy aquí que soy tu mamá? Nosotros ahora rezamos.

Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

¿Qué hacemos?: rezamos, con las palabras y los sentimientos de Jesús.

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos deje caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.

El próximo viernes 17 celebramos la fiesta de San Lázaro. San Lázaro nos habla: “No entres en mi casa pasado de tragos. Para hablar con Dios, que es nuestro Padre bueno, ni tampoco para hablar conmigo, necesitas emborracharte. Los amigos se hablan con cariño, con la verdad, no hacen falta los tragos para hablar con valentía. No entres en mi casa fumando. En la casa de Dios el único humo que debe prevalecer es el del incienso sagrado. Además, los niños y los que no fuman, que también vienen a rezar a mi casa, no tienen por qué soportar ese humo dañino. No entres en mi casa haciendo bulla. En la mayoría de los casos las muchas palabras demuestran la mucha falta de fe. En la casa de Dios no se debe ni conversar ni hacer bulla, es un lugar sagrado, no es una parada de guaguas o un estadio de pelota. Las personas que vienen con sus dificultades a rezar a mi casa, no tienen por qué molestarse con tu conversación. No entres en mi casa arrastrándose. El mismo que te concede la salud, no te puede pedir luego que te dañes. El mismo que te ha dignificado como hombre o como mujer regalándote de Dios un milagro, no puede pedirte que te arrastre. Donde hay amor no hay temor. Si amas a Dios y amas a tu familia entonces no te arrastres. Entra en mi casa de pie, arrodíllate para rezar, pero por favor no te arrastres. No hagas promesas para que otros las cumplan. Me duele ver a los niños arrastrándose, me duele ver a las madres sufriendo, yo soy el Santo Patrono del dolor y la aflicción, de los llagados y de los que sufren, por tanto, quiero alejar de todos, el dolor y el sufrimiento con el poder que Dios me ha dado. Cuando vayas a hacer una promesa, pregúntale a tu mamá, a tu abuela, a un familiar querido, a una monja o a un cura, si yo aceptaría cuál o más cuál promesa, y recuerda que mis verdaderos amigos y devotos no hacen promesas para que otros las cumplan”.

Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes, sobre sus familias, sobre sus enfermos y descienda para siempre. Amén.

(CANTO)

 

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