Dios es quien lo propicia todo

Por: Yarelis Rico Hernández

El diácono Juan Ríos
El diácono Juan Ríos

yarelisr@ccpadrevarela.org

fotos: Cortesía del entrevistado

 

La noticia de que el diácono Juan Ríos será ordenado sacerdote ha alegrado a los fieles habaneros. Muchos se sorprendieron, desconocían que este buen esposo y padre de familia había enviudado. La humildad y entrega con que el diácono Juan ha acogido su ministerio durante tres décadas de su vida, hace que, de alguna manera, ya hayamos identificado en él al sacerdote que hoy ha aceptado ser.

Juan recibirá la ordenación sacerdotal el viernes 6 de mayo, a la 5:00 p.m., en la S.M.I Catedral de La Habana, por imposición de manos y oración consagratoria del arzobispo, cardenal Juan de la Caridad García. Su primera misa será en la iglesia del Santo Ángel Custodio, el sábado 7 de mayo, a las 10:00 a.m. El domingo 8, a las 11 a.m., será recibido en la parroquia de Monserrate, en la barriada de Centro Habana, adonde ha sido destinado como párroco.

De alguna manera, Juan ha sido siempre parte de la revista Palabra Nueva, amigo leal de camino. Después de saber que sería ordenado sacerdote, nos prometió esta conversación entre amigos. Cada respuesta dicha por Juan, breve, rápida, lleva detrás un torrencial de sinceridad con el que pocas veces nos topamos…

Junto a su inseparable compañera en la vida, su esposa Clara Blanco Peña, Clarita para todos
Junto a su inseparable compañera en la vida, su esposa Clara Blanco Peña, Clarita para todos

Recientemente supimos que usted será ordenado sacerdote. La noticia, que nos llegó de su propia voz, ¿a qué responde? ¿Qué motivó esta decisión?

“El señor Cardenal me hizo la invitación. Los diáconos permanentes, al quedar viudos, no podemos casarnos otra vez, pero sí podemos ser ordenados sacerdotes. El presbiterado es una continuación de la vocación al diaconado. Viendo la necesidad de sacerdotes que hay, y teniendo todavía salud y energía, di entonces el sí para tratar de seguir ayudando a nuestra Iglesia de una forma más concreta y completa. Pero no es porque quedé viudo que acepté ser sacerdote. La llamada vocacional al sacerdocio es esencialmente diferente a la del diaconado. Yo podía haber seguido siendo diácono permanente, y no tener vocación sacerdotal.

”La vocación sacerdotal es esencialmente diferente a la diaconal. Cuando el obispo me ordene sacerdote, yo, desde ese momento, participaré de Cristo sacerdote y ejerceré las funciones propiamente sacerdotales de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. Cuando el obispo me ordenó de diácono, yo fui ordenado ministro de la Iglesia para el servicio en la caridad y, valga la redundancia, en el servicio del altar y de la predicación”.

 

¿De qué manera su experiencia como diácono permanente le ayuda “o cree que le ayudará” a ejercer el ministerio del sacerdocio? ¿Cómo ha vivido su diaconado?

“Yo permanecí al frente de la parroquia de Casa Blanca durante diecinueve años; así que ya sé lo que es llevar una parroquia con todas sus responsabilidades. A esto le sumo lo realizado en la iglesia del Cementerio por diecisiete años, donde era el responsable; y ahora, doce años como diácono en la Catedral. He vivido mi diaconado muy feliz y muy realizado”.

En la celebración de sus 50 años de vida matrimonial
En la celebración de sus 50 años de vida matrimonial

En una Iglesia con muy pocos sacerdotes, ¿qué importancia le otorga a la ordenación de hombres casados como diáconos permanentes?

“Nuestra Iglesia tiene una carencia muy grande de sacerdotes, eso es algo sabido. Pero la ordenación de diáconos no puede ser para tapar huecos, sino para seguir una vocación de servicio. Esto es un aspecto muy importante”.

 

A partir de la pregunta anterior, y para conocimiento de los lectores, ¿quién puede ser ordenado diácono permanente? ¿Qué diferencias existen entre un diácono y un sacerdote?

“Pueden ser aspirantes al diaconado permanente hombres casados por más de siete años, con un compromiso pastoral dentro de la Iglesia, así como con su esposa, quien debe dar también el consentimiento. La diferencia fundamental está en que el diácono es casado y el presbítero no. El presbítero celebra la eucaristía y otorga el sacramento del perdón. Son dos vocaciones parecidas, pero distintas. El diaconado va en función, sobre todo, del servicio. Él, con su servicio, hará presente la imagen de Dios; el sacerdote, con su ministerio, hará presente a Dios en la eucaristía, en la consagración”.

 

Teniendo en cuenta la realidad de nuestra Iglesia universal, y la de la Iglesia que peregrina en Cuba, y según su mirada de fe, ¿qué debe distinguir la misión de un sacerdote hoy?

“Lo principal es mostrar el rostro y el mensaje de Cristo a nuestro pueblo, tan necesitado de conocer cosas diferentes. Para ello hay que emplear todos los medios con los que se disponga, hay que trabajar mucho con los enfermos y en los barrios. Y, sobre todo, ser muy coherentes en el ministerio y en la labor que realizamos para que no sea, como alerta Cristo en el Evangelio, que prediquemos una cosa y hagamos otra”.

Diácono Juan
Diácono Juan

A la entrada de una nueva misión, ¿qué le pide hoy a Dios?

“Sin la gracia de Dios, no se puede hacer nada. O sea, que lo principal es contar con que Dios, con su Gracia, su ayuda y su poder, me de la fuerza, la energía (como me la ha dado en todos estos años dedicados a la Iglesia) para continuar sirviendo a nuestro pueblo y a nuestra Iglesia. Él es quien lo hace y lo propicia todo”. W

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