Adrián Martínez Cádiz y Roberto Carlos Rodríguez EspinosaCon una foto donde se mostraba orgullosa junto al Papa San Juan Pablo II, en ocasión de la visita a Cuba del Sumo Pontífice hace 25 años, Rafaela Pérez Torres participó de la misa celebrada este sábado 28 de enero, en el Santuario Nacional de San Lázaro y que estuvo presidida por el Cardenal Beniamino Stella.
Junto a otros pacientes recluidos en el hospital Dr. Guillermo Fernández Hernández-Baquero, anexo al Santuario, y donde son atendidas diferentes patologías de la piel, entre ellas la enfermedad de Hansen (lepra), Rafaela tuvo la oportunidad de revivir aquellos días de júbilo y alegría, en los que por primera vez un Papa visitaba la Isla.
Hasta el Santuario del Rincón llegan diariamente los peregrinos para encontrarse con la imagen de San Lázaro y pedirle por su salud o la de algún familiar o amigo cercano. También como peregrino, Mons. Stella llegó a este espacio sagrado y colocó su ofrenda en el altar del pobre del Evangelio y amigo de Jesús, invocando su intercesión por el sufrido y noble pueblo cubano.
En sus palabras de bienvenida, el padre Charles Monegal, rector del Santuario del Rincón, agradeció al Cardenal Stella su gesto de cercanía con el mundo del dolor y la enfermedad, que reedita, de alguna manera la visita que a este mismo lugar realizara San Juan Pablo II en enero de 1998. “Hoy usted viene como peregrino para recordarnos aquellos días, trayendo el consuelo de Jesús a tantos que sufren”, dijo.
La homilía comenzó con un saludo afectuoso a los doctores, enfermeros, personal sanitario, empleados y pacientes del Hospital del Rincón. De manera especial, Mons. Stella reconoció la dedicación y consagración con que las Hijas de la Caridad han cuidado de estos enfermos desde los lejanos tiempos de la Colonia.
En la misa fue proclamado el mismo texto comentado por el Santo Padre 25 años atrás: la parábola del Buen Samaritano. Al respecto, Stella citó las palabras de San Juan Pablo II con las que recordaba que “prójimo es todo aquel que encontramos en el camino, herido y necesitado de socorro, y al que se ha de ayudar con los medios adecuados hasta su completo restablecimiento”. Retomando el discurso del Papa, insistió en que “todo hombre está llamado personalmente a testimoniar el amor en el sufrimiento”.
En otro momento de su homilía expresó su cercanía al pueblo cubano, cuyos ahogos cotidianos son demasiado prolongados. Ante realidades como la falta de medicamentos, la escasez de alimentos, los altos precios, la emigración creciente, la separación de la familia y la soledad en que viven hoy muchos ancianos, Mons. Stella propuso, nuevamente, la voz de San Juan Pablo II: “La indiferencia ante el sufrimiento humano, la pasividad ante las causas que provocan las penas de este mundo, los remedios coyunturales que no conducen a sanar en profundidad las heridas de las personas y de los pueblos, son faltas graves de omisión, ante las cuales todo hombre de buena voluntad debe convertirse y escuchar el grito de los que sufren”.
En una carta leída al finalizar la misa, los pacientes de Hansen le expresaron su alegría al Papa Francisco por poder revivir, junto a su enviado el Cardenal Beniamino Stella, aquel momento de júbilo junto a San Juan Pablo II. Con inmensa gratitud, lo invitaron a que los visite, asegurándole que será recibido con amor.
Después de concluida la celebración eucarística, Mons. Stella intercambió con pacientes y personal médico y sanitario del Hospital, a quienes entregó un rosario bendecido. Mons. Eloy Ricardo Domínguez, Obispo Auxiliar de La Habana y anterior rector del Santuario fue presentándole a cada uno de los enfermos, entre ellos a Rafaela Pérez Torres, quien seguía apretando entre sus manos la foto junto a San Juan Pablo II.
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