Alocución, 5 de marzo, II Domingo de Cuaresma

Alocución 5 de enero de 2023
Alocución 5 de enero de 2023

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo… Amén

La gracia de nuestro Señor Jesucristo que nos invita a la conversión, esté con todos ustedes… Amén.
Hoy 5 de marzo, II Domingo de Cuaresma, escuchamos en todas las Iglesias católicas del mundo, el evangelio según San Mateo, capítulo 17, versículos 1 al 9.

(Evangelio)

Los apóstoles seguidores de Cristo, habían visto hasta el momento a su maestro como profeta, predicador, consolador, sanador. Caminaron con Él, pescaron con Él, comieron con Él. Es cierto que ya Pedro había dicho que era el Mesías, el Salvador, el esperado por el pueblo de Israel durante siglos. Pero hoy, Pedro, Santiago y Juan, lo ven transfigurado como está en la gloria de Dios Padre. Lo vieron en la tierra como está en el cielo al lado del gran Moisés, la figura más importante del Antiguo Testamento, el protagonista de la ley escrita, el legislador y el gran libertador del pueblo que sacó a su gente de la esclavitud de los egipcios.

El otro gran personaje al lado de Cristo transfigurado, es Elías, el profeta de fuego, fiel hasta las últimas consecuencias, quien conversón con el Dios de Israel en el monte Horeb. Ante estos tres profetas, Moisés, Elías y Jesús, con quienes Dios Padre había hablado antes y vuelve a hablar ahora: “Este es mi hijo, el amado, el predilecto, escúchenlo”.

Pedro, Santiago y Juan, se sienten tan en paz y gozo que Pedro dice: “Señor, qué hermoso es estar aquí; hagamos tres tiendas para cada uno de ustedes”. Qué hermosos es estar aquí, qué hermoso es estar al lado de Cristo; qué hermoso es estar en la Iglesia, escuchando y contemplando al Señor; qué hermoso es estar en familia, escuchando la palabra del Señor; qué hermoso es saber que nuestros difuntos un día tendrán un cuerpo glorioso y transfigurado.

Es verdad que los apóstoles se habían sentido mal por lo que Cristo les había dicho antes de la transfiguración, como nos narra el evangelio de Mateo capítulo 16, versículos 21 al 27

(Evangelio)

En el dolor y la alegría, en el sufrimiento y en el gozo, en las buenas y en las malas escuchemos a Jesús, el Hijo amado de Dios Padre, y lo malo se transfigurará en bueno.

(Canto)

Nuestra vida es como la de Jesús. Nueve meses en el seno materno; escuchar a nuestros padres buenos, sentir a Dios Padre que nos habla por la naturaleza, la familia, la Biblia, la Iglesia, las personas de buena voluntad.

Como Jesús, sufrir por hacer el bien. Sufrir por la maldad de las persona que no saben qué hacer el mal conlleva más sufrimiento para el que hace llorar, que por el que llora herido.

Como Jesús continuar haciendo el bien, a pesar de las dificultades, rezar para perseverar en la misión encargada por Dios Padre. Como Jesús morir, lo cual quiere decir que terminó nuestra misión de amor en esta vida y después de haber vivido como Jesús, transfigurarnos como Él. Blancos como la luz, radiantes como el sol en la casa del cielo y poder afirmar como Pedro: qué bien estamos aquí, en el palacio de Dios Padre. Al lado de la Virgen, Moisés, Elías, los santos, nuestros difuntos para siempre.

San Pablo, en la segunda carta a Timoteo, capítulo 1, versículos 6 al 14, nos recuerda el camino y la meta.

(Evangelio)

(Canto)

La sabiduría de nuestros abuelos nos recuerda cómo es la felicidad de esta vida y la del cielo. Nada sabe, quien la sabe lo que le importa.
Eleven los corazones, los pies en la tierra, la mirada en el cielo.
No hay tal ventura, como la que dura.
El que quiera azul celeste, que le cueste.
Hombre que no ama, no vale nada.
Dicha cumplida, solo en la otra vida.
Hasta el fin nadie es dichoso.
Mira adónde vas, pero no te olvides de dónde vienes.
Barco sin rumbo, a ninguna parte llega.
¡Qué sentido tiene correr si estamos en la carretera equivocada!
El que no sabe adónde va, no llega a ninguna parte.

(Canto)

La muerte es el final de este camino en esta tierra. Nos unimos al poeta Jorge Manrique en las coplas por la muerte de su papá.
Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el placer; cómo después de acordado da dolor; cómo a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor.

Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir: allí van los señoríos, derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales; allí los otros medianos y más chicos; y llegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos… Amén.

(Canto)

Nos unimos en la oración a los monjes, que se dedican a contemplar al Señor toda su vida y rezar esta oración todos los domingos.
Cuando veamos cara a cara lo que hemos visto en un espejo y sepamos que la bondad y la belleza están de acuerdo, cuando al mirar lo que quisimos, lo veamos claro y perfecto y sepamos que ha de durar sin pasión, sin aburrimiento, entonces, solo entonces, estaremos contentos.
Cuando vivamos en la plena satisfacción de los deseos. Cuando el rey nos ame y nos mire para que nosotros le amemos y podamos hablar con él sin palabras. Cuando gocemos de la compañía feliz de los que aquí tuvimos lejos, entonces, solo entonces, estaremos contentos.
Cuando un suspiro de alegría llene sin cesar el techo, entonces siente siempre, seremos bien, lo que seremos.
Gloria a Dios Padre que nos hizo… Gloria a Dios Hijo que es su verbo… Gloria al Espíritu divino, gloria en la tierra y en el cielo… Amén.

(Canto)

¿Qué es tener éxito? Es comenzar por tener un sueño. Es estar comprometidos con tu sueño. Es tener confianza en ti mismo. Es algo que no aparece por casualidad. Es aceptar lo que no se puede cambiar. Es saber cambiar a tiempo. Es saber que lo único permanente es el cambio. Es saber y poder delegar en los demás parte de tu tarea. Es volver a empezar. Es reconocerte en tus logros. Es saber disfrutar de tus logros. Es reconocer que te has equivocado y pedir perdón. Es reconocer que detrás de cada acierto puede haber varios fracasos. Es enamorarte de lo que haces. Es no posponer nada y hacer algo ahora. Es darte cuenta que estás eligiendo en cada momento. Es reconocer tus propias debilidades y fortalezas. Es no parar jamás hasta conseguir tus sueños. Es saber con qué propósito hacemos las cosas. Es no mirar hacia atrás. Es actuar con entusiasmo. Es recorrer caminos desconocidos. Es probar hacer algo que nunca hemos hecho. Es saber que no estamos solos. Es no rendirse jamás. Es rendirse ante lo que no se puede cambiar. Es disfrutar de cada momento. Es tener tiempo libre y disfrutarlo. Es pensar en positivo. Es tener metas claras. Es tener perseverancia en la búsqueda de tus sueños. Es estar preparado para descubrir cada oportunidad. Es tener una actitud positiva. Es desarrollar la creatividad. Es utilizar la imaginación. Es volver a comenzar con el mismo entusiasmo. Es volver a comenzar sin darse por vencido. Es intentar hacer las cosas lo mejor posible. Es actuar como si ya hubieras logrado tus metas. Es tener claridad en el propósito. Es no agobiarte por los problemas cotidianos. Es confiar plenamente en Dios que es tu Padre y reconocer cada día que tú eres su hijo.

(Canto)

(Oración del Padrenuestro)

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte… Amén.

La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ti, sobre tu familia y permanezca para siempre… Amén.
(Canto)

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