Voces desde el encuentro regional del Sínodo

Por: Yarelis Rico

El comienzo de la Cuaresma ha coincidido para los católicos del Caribe con la celebración de su Asamblea Sinodal, la que aúna a representantes de las Iglesias de la región, entre ellas la de Cuba. En opinión del Miguel Cabrejos, arzobispo de Trujillo (Perú) y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, “este es un momento de profundización del proceso de escucha vivido antes a nivel diocesano y en las conferencias episcopales”, y que busca comprender y descubrir juntos el camino que Dios quiere para su Iglesia.
La conversación espiritual ha sido el método asumido para propiciar el discernimiento comunitario desde la escucha activa de los participantes en este evento regional, el segundo de su tipo que se realiza en el Continente y que ha tenido como sede, durante esta semana, a la ciudad dominicana de Santo Domingo. A ello se suman momentos de espiritualidad, oración y celebraciones eucarísticas, estas últimas animadas cada día por representantes de dos o más países.
Para la cubana Silvia Torres, de la diócesis de Holguín-Las Tunas, la diversidad de los grupos de trabajo conformados, en cuanto a nacionalidad, vocaciones o formas de vida dentro de la Iglesia, enriquece el compartir. “Hemos trabajado el capítulo tercero del DEC y reflexionamos en base a tres preguntas fundamentales: ¿Cuáles intuiciones me regala el texto?; ¿cuáles tensiones percibo? y ¿qué horizontes produce? Es sorprendente que, viniendo desde realidades distintas, coincidamos en muchas de las situaciones que se presentan”, afirma.
Según el testimonio de esta representante de la Iglesia en Cuba, “en los debates de grupo se vuelve a insistir en la necesidad de estar preparados para escuchar al otro, incluso, para oír lo que no nos gusta”. “Ese escuchar -dice- también nos compromete con la otra persona, la que demanda de nosotros una acción: ‘Ya me escuchaste, ahora ¿qué pasará?’. Ese sentido de escucha nos invita a una conversación personal, al estilo de Cristo, para poder acoger y escuchar al otro con humildad”.
Entre otras realidades, el diálogo de las primeras jornadas ha insistido en la necesaria coherencia de los discursos dentro de la Iglesia. En tal sentido, se puso como ejemplo el constante llamado a ser una Iglesia más participativa, cuando en los espacios comunitarios se continúa constatando una fuerte oposición a esa participación. No se trata de echar culpas a nadie, sino de identificar, respetar y promover los diferentes carismas dentro de una Iglesia que es, especialmente, Pueblo de Dios.
Para otro cubano, José Eduardo Pérez, de la diócesis de Ciego de Ávila, estos han sido días agotadores, pero muy enriquecedores. “En lo personal, el método de la conversación espiritual ha sido relevante, pues nos percatamos que es la única forma de llegar a un discernimiento comunitario; de otra manera esto sería una plenaria, a la que ya estamos acostumbrados y donde se comparte y se repite la misma idea una y otra vez. Este modelo de trabajo nos ha permitido avanzar hacia las ideas fundamentales, encauzar los pensamientos hacia lo más relevante. Hemos hablado sobre cómo ser una Iglesia más abierta, más inclusiva”.
Para Eduardo, como para otros participantes, la sinodalidad no debe tomarse como moda que responda a un momento o a un deseo del Papa Francisco. Debe asumirse como un estilo para ser mejor Iglesia, pero con mucha serenidad, que sea, ante todo, un caminar juntos y no un correr. “Querer, justamente, apartar o excluir a los que no deseen sumarse a esta experiencia, es un ejemplo de que no estamos haciéndolo bien”, precisó.
Sobre la experiencia sinodal vivida en Cuba, el padre Raúl Arderí sj, destacó ante los presentes que esta ha permitido recuperar lo mejor de una Iglesia que, aunque pobre, pequeña y herida en medio de un pueblo también herido, tiene en Jesús un gran tesoro que ofrecer. Relató que los momentos más importantes de la historia reciente de la Iglesia cubana han tenido que ver con el caminar juntos. “Fueron momentos -dijo- que lograron involucrar a toda la Iglesia, y por eso en este proceso hemos querido revitalizar, recuperar ese estilo entre nosotros”.
La jornada de este jueves incluyó la eucaristía animada por Cuba y Haití. En su predicación, Mons. Marcos Pirán, obispo auxiliar de Holguín, recordó que cargar la cruz es enfrentar con amor las incomprensiones y pasividad que muchos tienen frente al camino sinodal, y reconoció en este proceso una oportunidad que le regala Dios a su Iglesia.

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