Alocución, 18 de diciembre, IV Domingo de Adviento

Por: Arzobispo de La Habana, cardenal Juan de la Caridad García

 

(Canto)

Hoy 19 de diciembre, IV Domingo de Adviento, escuchamos en todas las iglesias católicas del mundo el evangelio según San Mateo, capítulo 1, versículos 18 al 24.

(Evangelio)

La liturgia de hoy nos ha anunciado el nacimiento de Jesús, aunque lo celebraremos de manera solemne la noche del 24 al 25 en lo que la tradición llama Misa del Gallo.

El Papa San Juan Pablo segundo, de cuya visita estamos a punto de celebrar el 25 aniversario, dice de san José:

“El sacrificio total que José hizo de toda su existencia a las exigencias de la venida del Mesías a su propia casa, encuentra una razón adecuada en su insondable vida interior, de la que le llegan mandatos y consuelos singularísimos y de donde surge para él la lógica y la fuerza propia para el de las almas sencillas y limpias, para las grandes decisiones, como la de poner enseguida a disposición de los designios divinos, su libertad, su legítima vocación humana, su fidelidad conyugal, aceptando de la familia su condición propia, su responsabilidad y peso y renunciando, por un amor virginal incomparable, al natural amor conyugal que la constituya y la alimenta. Esta entrega a Dios, que es disponibilidad de ánimo para dedicarse a las cosas que se refieren a su servicio, no es otra cosa que el ejercicio de la devoción, la cual constituye una de las expresiones de la virtud de la religión” (fue escrito por san Juan Pablo segundo en la Encíclica Redemptoris Custos).

Hemos escuchado cómo fue la concepción del Hijo de Dios hecho hombre dentro del seno virginal de María, no producto de la intervención de José, porque el que nace es Dios desde la eternidad y toma naturaleza humana dentro del seno virginal de María. San José acompañará a la Virgen y al hijo de Dios hecho hombre, se alegrará con ellos, llorará con ellos, los defenderá de todo peligro y sudará para entregarles todo su esfuerzo para la felicidad y paz familiar. Él buscó la manera de trasladarse de Nazaret a Belén. Él convirtió la cueva de Belén en un palacio, abrió las puertas a los pastores y a los reyes y facilitó la entrada de cuantos querían ver al niño Dios. Él defendió como un león al niño del asesino Herodes; hizo de la casa pobre de Nazaret templo de adoración a Dios, lugar de escucha de la Palabra de Dios, hogar de vivencia para la caridad con los vecinos. Él enseñó a trabajar la madera al niño Jesús, quién vio la honradez, el trato amable y la ayuda a cuantos necesitaban del ejemplo de José.

José, la Virgen y el Niño andaban juntos, tanto para las fiestas religiosas como para visitas a enfermos. José enseñó a jugar al niño Jesús. Los abuelos dirán “José es un horcón, un hombre justo, honrado, desinteresado, servicial, un hombre de familia”.

Esto es lo que necesitan nuestros niños, padres como San José siempre al lado de sus hijos, para cargarlos, alegrarlos, felicitarlos, enseñarlos, defenderlos, jugar, estar juntos en todo momento.

Rogamos a la Virgen y al Niño Jesús que nos regale a todos un papá como San José.

San José, mi predilecto, ven a mi casa que te espero. Ven y mira, tú sabes qué falta; ven y fíjate, trae lo que falta y, si algo no es para mi casa, llévatelo.

San José, maestro de la vida interior, enséñame a orar, a sufrir, a callar y a servir. San José, ruega por nosotros.

(Canto)

Los niños están invitados al concurso “Mi hogar en la Navidad-2022”. En dibujo pueden participar niños de nuestras comunidades, casas de misión y familias, niños que cursan primaria. Pueden usar cualquier técnica de pintura en hoja carta. En cuento, poesía y testimonio, participan adolescentes que cursan la secundaria en nuestras comunidades. Pueden escribir un cuento, una poesía, un testimonio relacionado con el tema, manuscrito o impreso. En manualidades pueden participar niños y adolescentes que, con sus propias manos, puedan crear una obra o una postal ajustada al tema. Los muchachos con limitaciones pueden participar en la modalidad que deseen. Se dará un premio en cada modalidad. Los trabajos se entregan en cada iglesia y el sacerdote lo entregará al equipo pastoral familiar antes del 15 de enero de 2023.

Cuenta un enfermero que hace muchos años cuando trabajaba en un hospital conoció a una niñita llamada Isabel, quien sufría una extraña enfermedad. “Su única oportunidad de recuperarse era mediante una transfusión de sangre de su hermano, que había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla. El doctor le explicó con sencillez la situación al hermano de la niña y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a la hermana. El hermano dudó durante un solo momento antes de suspirar profundamente y decir ‘sí, lo haré, si eso salva a mi hermana’. Mientras se producía la transfusión, el hermano estaba acostado en una cama al lado de su hermana y se mostraba sonriente. Nosotros le asistíamos a él y a su hermana, y vimos cómo ella volvía a recuperar el color de las mejillas. Entonces la cara del hermano joven se puso pálida y su sonrisa desapareció. Él miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa: ‘¿A qué hora empezaré a morirme?’. Como era solo un joven que no conocía mucho no había comprendido bien al doctor y pensaba que le tenía que dar toda su sangre a su hermana… Y, aun así, estuvo dispuesto a dársela. Da todo por quien amas y cuida a tu familia.

(Canto)

El obispo y escritor francés Francisco Fénelón, llamó a tres de sus servidores y les dijo: “Es Noche Buena y quiero entregarles mis regalos. Aquí sobre mi mesa pueden ver tres monedas de oro y tres libros muy buenos, cada uno escoja lo que prefiera”. Dos de los sirvientes cogieron, inmediatamente, una moneda de oro. El tercer sirviente cogió un libro. El obispo y escritor sonrió y le dijo al tercer sirviente: “abre por favor el libro”. Allí en el reverso de la portada estaban pegadas tres monedas de oro. El obispo concluyó: “busca en primer lugar el reino de Dios y lo demás se le dará por añadidura. Ya que fuiste fiel en cosas pequeñas, te daré cosas grandes”.

(Canto)

Rezamos juntos en familia. Invoquemos a Cristo, alegría y júbilo de cuantos esperan su llegada y digámosle: “ven Señor y no tardes más”.

R/ Ven Señor, no tardes más…

Esperamos alegre tu venida.

R/ Ven Señor, no tardes más…

Tú qué existes antes de los tiempos, ven y salva a los que viven en el tiempo.

R/ Ven Señor, no tardes más…

Tú que creaste el mundo y a todos los que en él habitan, ven a restaurar la obra maravillosa de tus manos.

R/ Ven Señor, no tardes más…

Tú que no despreciaste nuestra naturaleza mortal, ven y enséñanos a dominar el mal.

R/ Ven Señor, no tardes más…

Tú que viniste para que tuviéramos vida abundante, ven y danos felicidad en esta vida y después en la eterna.

R/ Ven Señor, no tardes más…

Tú que quieres congregar a todos los hombres en tu reino de amor, ven y reúne a cuantos desean contemplar tu nacimiento en esta Navidad.

R/ Ven Señor, no tardes más…

Tú que quieres congregar a todos los hombres en tu reino, ven y reúne a cuantos desean contemplar tu rostro.

R/ Ven Señor, no tardes más…

Y ahora bendecimos a todos los que estamos reunidos en la mesa de la Noche Buena antes de participar en la misa de la Noche Buena.

Bendice Señor nuestra mesa en esta noche de luz. Quienes vamos a cenar celebrándote sabemos que la fiesta eres tú… Que nos invitas a nacer siempre de nuevo. Gracias por esta comida, gracias por tanta gente buena, gracias porque este encuentro nos llena de esperanza. Llena nuestra mesa de fuerza y ternura para ser personas cariñosas, llena de paz nuestras vidas y que la amistad y gratitud alimenten cada día del año. Tú eres bendición para nosotros. Por eso en esta noche fraterna, bendice la tierra toda, bendice nuestra familia, bendice nuestro pueblo, bendice esta familia y esta mesa, bendícenos a cada uno de los que aquí estamos. Y rezamos como lo que somos, hijos de Dios y hermanos.

(Oración del Padrenuestro)

Rezamos a nuestra madre del cielo para que ella nos mantenga unidos hoy y todos los días del año que viene.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte… Amén.

Recordamos a todos que el próximo viernes 23 de diciembre, a las 7:00 de la noche, en la Iglesia Catedral Metropolitana podremos participar en el Concierto de Navidad, en el que los coros cantan al niño Dios nacido en Belén y, donde al mismo tiempo, rogamos paz y concordia para todas las familias.

Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espírito Santo descienda sobre cada uno de nosotros, sobre nuestros sueños y proyectos, sobre nuestras familias y esa bendición nos acompañe todos los momentos de nuestra vida… Amén.

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