Gritó el Evangelio con la vida

Por: Zulima Beatriz Lorenzo Díaz

Carlos-Foucauld-desierto
Carlos-Foucauld-desierto

Fraternidad secular de los Hermanit@s de Jesús
La Habana, Cuba

El 15 de mayo de 2022, la Iglesia universal, celebrará la canonización del Hermano Carlos de Foucauld, inspirador de una familia espiritual que, actualmente, reúne a diez congregaciones religiosas y nueve asociaciones de vida espiritual. Es impactante el contraste entre la vida tan particular de este hombre, con su trayectoria de vida fuera de lo común, y la universalidad de su mensaje, que ilumina el camino de tantas personas a lo ancho del mundo hoy.

Carlos de Foucauld nació en Francia en 1858, de origen aristócrata por su padre y burgués adinerado por su madre, en un hogar de profundas raíces cristianas y con una infancia feliz hasta que pierde a sus padres. Luego, su abuelo materno asume su educación, pero en su adolescencia muere y este dolor por las pérdidas tempranas de sus allegados, lo acompañará siempre.
Hace vida militar, pero no está conforme y se revela a su realidad, dilapida su fortuna y vive a lo grande. Pasó a la reserva del ejército, pero se entera de que su regimiento participa en una riesgosa campaña en Argelia y pide el reingreso activo. Se une así a un regimiento militar donde demuestra ser un excelente oficial, apreciado por los jefes y los soldados. Seducido por África del Norte, pide la baja del ejército y se traslada a Argel para prepararse científicamente.

Entre junio de 1883 y mayo de 1884 recorre clandestinamente Marruecos, disfrazado de judío y con el Rabino Mardoqueo como guía. Enfrenta serios peligros para su vida en varias ocasiones. Queda muy impresionado por la fe y la oración de los musulmanes. En una carta escrita el 8 de enero de 1901, confiesa: “El Islam me ha provocado una honda convulsión”. Por su informe sobre la exploración en Marruecos recibe la medalla de oro de la Sociedad Francesa de Geografía. Emprende varios viajes, entre ellos viaja por los oasis del sur de Argelia y de Túnez. En 1886 vuelve a Francia y se reencuentra con su familia, su hermana, cuñado y especialmente su prima Marie de Bondy. Vive austeramente y se interroga acerca de la vida interior y la espiritualidad. Sin fe, entra en los templos, y repite esta extraña oración: “Dios mío, si existes, haz que te conozca”.

A finales de 1886, a través de su prima Marie de Bondy, conoce al padre Huvelin y le pide que le dé clases de religión. El padre Huvelin le dice que se confiese y comulgue. Vive un año en familia, en la casa de su hermana, y comienza a pensar en la vida religiosa. En diciembre de 1888 visita Tierra Santa. Nazaret lo marca fuertemente. Vuelve a Francia y dona todos sus bienes a su hermana. Hace varios retiros buscando una orden en la cual ingresar: “Tan pronto como creí que existía Dios, me di cuenta de que no podía hacer más que vivir para Él…”. Así lo escribió en carta fechada el 14 de agosto de 1901.

Se siente llamado a vivir “la vida oculta del humilde y pobre obrero de Nazaret”. Es por ello que piensa en la Trapa y escribe el 14 de julio de 1901: “Mi vocación religiosa data del mismo momento de mi conversión: Dios es tan grande…”. Ingresa en la Trapa de Ntra. Señora de las Nieves, en Francia, el 15 de enero de 1890, pero luego se traslada a una Trapa mucho más pobre, en Siria. Hace entonces un primer proyecto de congregación religiosa “a su manera”: “Suspiro por Nazaret”, lo denominó. El abad de los Trapenses lo deja libre para seguir su vocación. Solicita la dispensa de los votos y lo envían a estudiar a Roma, en 1897.

Desde marzo de 1897 vive en Nazaret como criado y jardinero de las Clarisas, en una cabaña fuera de la clausura. Obtuvo permiso para ir a Nazaret a vivir de incógnito como obrero, solo, con su trabajo cotidiano, en una vida de soledad, oración, adoración, meditación del Evangelio y trabajo humilde. Se queda allí cuatro años. Poco a poco su confesor, el padre Huvelin, y las Clarisas lo convencen de que pida la ordenación sacerdotal. Es ordenado sacerdote el 9 de junio de 1901: “Por el solo hecho de celebrar la Misa, daré a Dios la mayor gloria y haré a los hombres el mayor bien”, escribe en una carta el 26 de abril de 1900.

En septiembre de 1901, Carlos de Foucauld llega a Argel. Se establece en Beni-Abbés, donde construye y funda la fraternidad de Hermanitos del Sagrado Corazón según un reglamento monástico. Con su espíritu de justicia alerta a sus amigos y a las autoridades sobre el drama que viven los esclavos, y se involucra rescatando algunos de ellos. Entre 1904 y 1905 aprende la lengua de los Tuareg, hace varios recorridos por su territorio, comienza a traducir el Evangelio para ellos. Escribe en abril de 1904: “Continuar en el Sahara la vida oculta de Jesús en Nazaret, no para predicar sino para vivir en la soledad, la pobreza, el trabajo humilde de Jesús”.
En 1907 emprende un enorme trabajo científico sobre el idioma de los tuaregs, sus cantos, sus poemas, para lo cual toma a uno de ellos como ayudante. Carlos de Foucauld es, dentro de los tuaregs, el único cristiano. No le está permitido celebrar la Eucaristía, pero, aun así, decide quedarse en aquel pueblo. Eso durará seis meses, ya que obtiene la autorización de celebrar solo, pero no para tener reserva eucarística. En enero de 1908 enferma de agotamiento y los tuaregs lo salvan compartiendo la poca leche de cabra que queda en una época de gran sequía. Siente la bondad de Dios a través de los cuidados de sus vecinos, ya que está muy débil. Se da cuenta de que la amistad y el amor a los hermanos, pasa por el intercambio y la reciprocidad.
De 1909 a 1913 hace tres viajes a Francia para presentar su proyecto de Unión de Hermanos y Hermanas del Sagrado Corazón, asociación para la conversión de los infieles: “cristianos fervorosos, de cualquier condición, capaces de dar a conocer con su ejemplo la religión cristiana, de mostrar el Evangelio con la Vida”, escribe en su Reglamento-Consejos. En 1914 estalla la guerra en Europa y el hermano Carlos permanece en Tamanrasset.

En 1915 el desierto se torna agitado por amenazadoras incursiones de los marroquíes seguidores de los senusistas de Libia. El hermano Carlos construye un fortín para proteger a la población y se traslada allí solo, esperando alojar a la gente de los alrededores en caso de peligro. El 1ero. de diciembre de 1916 unos tuaregs de influencia senusista, lo sacan fuera del fortín, se apoderan de él y lo atan. Durante el saqueo, inesperadamente se anuncia que vienen soldados y se arma un desbarajuste. Hay un disparo. Lo matan. Sus despojos fueron enterrados en el foso que rodea el fortín… “Les aseguro que, si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, da mucho fruto…” (Jn 12, 24).

En Cuba también el grano de trigo cayó, murió y dio fruto… Corría el año 1965 cuando los hermanitos de Jesús Enrique y Humberto, de origen francés, siguiendo la espiritualidad del hermano Carlos de Foucauld llegaron a Cuba y fundaron la primera fraternidad, en un momento en que la situación de la Iglesia era muy tensa con el gobierno. Era todo un reto vivir el Evangelio al estilo del Hermano Carlos, en medio de la gente. Después de varios meses de su llegada, se establecieron en un pequeño batey llamado El Paraíso, donde habitaban alrededor de doce familias, cerca del pueblo de Güines, en la antigua provincia Habana y hoy Mayabeque, a 60 km de la capital. Comenzaron su vida laboral y constataron que “los cubanos del campo son muy acogedores y encantadores”, al decir del hermanito Humberto.

Carlos de Foucauld
Carlos de Foucauld

Luego, en 1975, las hermanitas de Jesús, Victoria (cubana) y Lidia (italiana), se establecieron en Marianao. Así la familia espiritual del hermano Carlos de Foucauld creció en Cuba y hoy se encuentran en La Habana y en Holguín fraternidades de los Hermanit@s. También existen fraternidades seculares en Holguín, La Habana y Puerta de Golpe, en Pinar del Río. Además hay otras asociaciones con su espiritualidad, como Sodalidad, Jesús Caritas y Comunidad Ecuménica Horeb. Somos muchos los amigos que nos sentimos atraídos por la espiritualidad del hermano Carlos. Nos identificamos con su carisma y opción de vida por los más pobres y necesitados desde el compartir solidario, viviendo entre la gente en silencio, pero de forma activa en la cooperación con todo aquel que necesita desde la amistad sincera, con la puerta abierta a todo el que llega. Viviendo como Jesús de Nazaret, de forma humilde y cercana a los demás, consolándolos, animándolos, trabajando en labores simples, en muchos casos de baja remuneración, asumiendo las mismas necesidades en los barrios donde nadie quiere ir a vivir o, al menos, no es el sueño de la mayoría. Sin embargo, los Hermanit@s renuncian a mejores posibilidades y optan por echar suerte dentro de los más sencillos y comparten la vida cotidiana, el día a día entre la gente, con alegría y esperanza, orando desde lo pequeño, contemplando y escuchando la voz de Dios en el desierto diario, a través del clamor del pueblo, sirviendo con atención a los desplazados y olvidados de la manera evangélica que propone el hermano Carlos de Foucauld: “Gritando el Evangelio con la vida”…

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