CRUZ Y CABALLETE

Por: Jorge Luis Montesino Grandías

Iconografía y arquitectura cristiana en la pintura cubana

Las primeras representaciones visuales de la geografía y ciertas características sociales de nuestro archipiélago a escala universal son posteriores a 1492, y corresponden a la mirada escudriñadora, devota y colonialista del viajero europeo, en especial de España, donde inició el Renacimiento en aquel año, con la inclusión del canon bíblico.

Como resultado, brotó y hasta hoy se despliega en Cuba el más poderoso conjunto iconográfico que atraviesa y constituye una de las bases culturales de la nación. ¿Cómo influyeron las concepciones artísticas-religiosas en la expresión nacional y personal?

El dogma religioso ―primero católico y después multicristiano― posee una centralidad y autoridad de creación no solo identificable en la pintura de función estrictamente religiosa y en las tipologías arquitectónicas; ambas con sus lógicas transformaciones en los nuevos contextos culturales, tecnológicos y religiosos.

Basta recorrer las primeras villas y asentamientos fundados por el imperio español en Cuba y otras poblaciones posteriores para identificar nombres, estilos constructivos, pinturas y esculturas en la arquitectura religiosa, pasajes y paisajes evangélicos, así como referencias al santoral cristiano.

Antonio Gattorno. Reposo o La huída a Egipto, ca. 1926
Antonio Gattorno. Reposo o La huída a Egipto, ca. 1926

Las concepciones coloniales de desarrollo urbano incluían invariablemente una plaza pública alrededor de la cual se establecían edificaciones militares, administrativas, domésticas y la iglesia, y era identificada por un diseño exterior e interior con imágenes de santos, vírgenes, ángeles, adosados a las paredes o independientes, con marcos dorados y tejidos finos, en ocasiones Cristos con sus dos brazos articulados, todo asentado en la imaginación popular y en la creación artística.

En este sentido, hay una especie de bifurcación del arte pictórico de ánimo religioso. Por una parte, el de oficio rigurosamente eclesiástico ―con obras ancladas al modelo clásico occidental, de oficiosa dramaturgia cristiana para conventos, iglesias, templos, ermitas, santuarios, cementerios, y en ocasiones para residencias privadas―, y otro de contenido sociocultural y autonomía artística. En este último caso, el arte pictórico revitalizó con mayor empeño la tradición temática y visual cristiana, y surgieron pintores y dibujantes que también incluyeron la arquitectura religiosa como motivo dentro de sus obras.

La pintura cubana, con voluntades vanguardistas a partir de la década de 1920, asumió funciones, estilos y contenidos que no girarían estrictamente en torno al valor litúrgico de la pintura predestinada a espacios sacros, aun cuando varios artífices realizaron trabajos por encargo para instituciones religiosas. Incluso, dentro de este mismo ejemplo, las obras pictóricas, murales y vitrales modernizaron aspectos y criterios formales, en ocasiones influidos por el contexto social local y personal inmediato.

La religión cristiana, e incluso, los más populares temas bíblicos universalizados con las diversas escuelas y movimientos artísticos que llegan al día de hoy, atraen a los artistas cubanos. Los procesos de interpretación de la tradición iconográfica y bíblica mencionados contribuyen a vigorizar la pintura de caballete y de soporte en pared que los expertos ejecutan para las instituciones religiosas, con la introducción de nuevos materiales y soportes, formas y estilos, gamas cromáticas y contenidos en correspondencia con las dinámicas sociales y religiosas actuales.

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