Alocución domingo 21 de noviembre de 2021

Por: Arzobispo de La Habana, cardenal Juan de la Caridad García

 

Celebramos hoy, domingo 21 de noviembre, la Solemnidad de Cristo Rey.

Leemos el evangelio de San Juan, capítulo 18, versículos 18 al 37.

(EVANGELIO)

Pilato pregunta: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Le era muy difícil entender que un rey hubiera nacido en una cueva de un pueblo marginal, Belén; que hubiera vivido en Nazaret, pueblo sobre el cual se preguntaban muchos: ¿De aquí puede salir algo bueno? Que caminara con pescadores y pecadores y los hiciera sus discípulos; que se sentara al lado de mujeres de mala vida y comiera con distintos pecadores; y que se hubiera montado en un burro y no tuviera un centavo; y que ahora, delante de él, estuviera acusado por los judíos, y menos entendió que el Rey terminara crucificado.

Aunque no entendió puso un letrero en la cruz que todos hemos visto: INRI y el texto estaba escrito en latín, hebreo y griego. INRI son cuatro iniciales de las palabras: Jesús, Nazareno, Rey de los judíos. El letrero en idioma latino lo entendieron los soldados romanos, en hebreo los que vivían en Palestina y en griego, que en ese entonces era el idioma universal, todos los extranjeros que estaban en Jerusalén.

Pilatos no entendió la verdad del reinado de Cristo, pero se convirtió en el primer misionero mediante el letrero que anunció a Cristo Rey, en Jerusalén, Roma y el mundo entonces conocido.

Para todos queda claro que el reinado de Cristo no es de poder militar, económico. Su Reino es la verdad.

Su Reino está presente en los esposos verdaderos que cumplen las promesas del noviazgo 5, 10, 25, 50, 75 años.

Su Reino está presente en los verdaderos papás que nunca abandonan a sus hijos.

Su Reino está presente en la verdadera madre embarazada que ama y defiende el fruto bendito que lleva dentro.

Su Reino está presente en los verdaderos hijos e hijas que hacen felices a sus padres viejitos, enfermos, postrados en cama.

Su Reino está presente en los vecinos que auxilian a los enfermos, a los que lloran y son verdaderos hermanos en las penas y dolores.

Si somos verdaderos padres, madres, abuelos, hermanos, familiares, cristianos, amigos, y vivimos lo que somos, el Reino de Cristo dentro de nosotros está.

Sínodo familiar en el almuerzo del domingo: ¿Cuál ha sido el momento más maravilloso del amor en nuestra familia en el que Cristo ha sido nuestro Rey? Me gustaría saberlo para dar gracias a Dios.

(CANTO)

El Rey crucificado a martillazos tenía presentes los martillazos de hoy.

  • Un padre abandona a la madre de sus hijos y a ellos también.
  • Una embarazada permite que se acabe con la vida de su fruto bendito.
  • Un hermano se faja con su hermano.
  • Dos hermanos no se hablan desde hace años.
  • Un alcohólico hace sufrir a su mamá.
  • Un hijo no agradece ni valora todo lo que sus padres le han enseñado.
  • La nuera y la suegra se hacen mutuamente la vida familiar insoportable.
  • No hemos ofrecido misas por nuestros difuntos ni hemos conservado la herencia de fe y caridad que ellos nos legaron.

El crucificado no quiere más martillazos.

(CANTO)

El Papa nos habla sobre San José:

“Queridos hermanos y hermanas, buenos días. El 8 de diciembre de 1870, el Beato Pío IX proclamó a San José patrón de la Iglesia universal. Ahora, 150 años después de aquel acontecimiento, estamos viviendo un año especial dedicado a San José, y en la carta apostólica Patris corde he recogido algunas reflexiones sobre su figura. Nunca antes como hoy en este tiempo marcado por una crisis global, con diferentes componentes, puede servirnos de apoyo, consuelo y guía. Por eso he decidido dedicarle una serie de catequesis, que espero nos ayuden a dejarnos iluminar por su ejemplo y su testimonio. Durante algunas semanas hablaremos de San José.

En la Biblia hay más de diez personajes que llevan el nombre de José. El más importante de ellos es el hijo de Jacob y Raquel, que, a través de diversas peripecias, pasó de ser un esclavo a convertirse en la segunda persona más importante de Egipto después del faraón. El nombre de José en hebreo significa ‘que Dios acreciente. Que Dios haga crecer’. Es un deseo, una bendición fundada en la confianza en la providencia y referida especialmente a la fecundidad y al crecimiento de los hijos. De hecho, precisamente, este nombre nos revela un aspecto esencial de la personalidad de José de Nazaret. Él es un hombre lleno de fe en su providencia; cree en la providencia de Dios, tiene fe en la providencia de Dios. Cada una de sus acciones, tal como se relata en el evangelio, está dictada por la certeza de que Dios ‘hace crecer’, ‘que Dios aumenta’, ‘que Dios añade’. Es decir, que Dios dispone la continuación de su plan de salvación. Y en esto José de Nazaret se parece mucho a José de Egipto.

También las principales referencias geográficas que se refieren a José: Belén y Nazaret, asumen un papel importante en la comprensión de su figura.

En el Antiguo Testamento, la ciudad de Belén se llama con el nombre de Beth Lehem, es decir, ‘Casa del pan’, o también Efratá, por la tribu que se asentó allí. En árabe, en cambio, el nombre significa ‘Casa de la carne’, probablemente por el gran número de rebaños de ovejas y cabras presentes en la zona. De hecho, no es casualidad que, cuando nació Jesús, los pastores fueran los primeros testigos del acontecimiento. A la luz del relato de Jesús, estas alusiones al pan y a la carne remiten al misterio de la Eucaristía: Jesús es el pan vivo bajado del cielo. Él el mismo dirá de sí: ‘El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna’”.

 

(CANTO)

 

“Por eso la elección de Belén y Nazaret nos dice que la periferia y la marginalidad son predilectas de Dios. Jesús no nace en Jerusalén con todo a la corte… no: nace en una periferia y pasó su vida, hasta los 30 años, en esa periferia trabajando como carpintero, como José. Para Jesús, las periferias y las marginalidades son predilectas. No tomar en serio esta realidad equivale a no tomar en serio el Evangelio y la obra de Dios, que sigue manifestándose en las periferias geográficas y existenciales. El Señor actúa siempre a escondidas en las periferias, también en nuestra alma, en las periferias del alma, de los sentimientos, tal vez sentimientos de los que nos avergonzamos; pero el Señor está ahí para ayudarnos a ir adelante. El Señor continúa manifestándose en las periferias, tanto en las geográficas, como en las existenciales. En particular, Jesús va en busca de los pecadores, entra en sus casas, les habla, los llama a la conversión. Y también se le reprende por ello: ‘Pero mira a este Maestro -dicen los doctores de la ley- mira a este Maestro; come con los pecadores, se ensucia, va a buscar a aquellos que no han hecho el mal, pero lo han sufrido: los enfermos, los hambrientos, los pobres, los últimos. Siempre Jesús va hacia las periferias. Y esto nos debe dar mucha confianza, porque el Señor conoce las periferias de nuestro corazón, las periferias de nuestra alma, las periferias de nuestra sociedad, de nuestra ciudad, de nuestra familia, es decir esa parte un poco cura que no dejamos ver, tal vez por vergüenza”.

 

(CANTO)

“Quisiera hoy enviar un mensaje a todos los hombres y mujeres que viven en las periferias geográficas más olvidadas del mundo o que viven situaciones de marginalidad existencial. Que puedan encontrar en San José el testigo y el protector al que mirar. A él podemos dirigirnos con esta oración, oración ‘hecha en casa’ pero que ha salido del corazón:

 

San José,

tú que siempre te has fiado de Dios,

y has tomado tus decisiones

guiado por su providencia,

enséñanos a no contar tanto en nuestros proyectos

sino en su plan de amor.

Tú que vienes de las periferias,

ayúdanos a convertir nuestra mirada

y a preferir lo que el mundo descarta y pone en los márgenes.

Conforta a quién se siente solo

y sostiene a quien se empeña en silencio

por defender la vida y la dignidad humana.

Amén.

 

(CANTO)

 

Ponemos en las manos de Dios a toda nuestra familia y rezamos juntos la oración que Jesucristo nos enseñó, la oración del Padrenuestro:

 

(Rezar el Padrenuestro)

 

A la Virgen de la Caridad le rogamos que cargue a todos nuestros enfermos, los llene de la paz de Dios, los consuele… y rezamos:

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Nos unimos a Cristo Rey en la comunión espiritual.

 

(CANTO)

 

La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes y permanezca para siempre. Amén. Lo que han oído díganselo a todos… Pueden ir en paz.

 

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