CAMINEMOS JUNTOS

La Iglesia es Pueblo de Dios. “Este pueblo tiene como característica la dignidad y libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo. […] Cristo lo instituyó para ser comunión de vida, de amor y de verdad” (LG, 9). Una de las maneras de realizarse como Pueblo es caminar juntos. Esta es la invitación que renueva la Iglesia hoy al proponernos recorrer este camino sinodal.

 

Desde sus inicios, la Iglesia celebró encuentros, principalmente de obispos, para tratar temas de importancia. Algunos de estos encuentros, llamados Concilios Ecuménicos, son la mayor expresión de comunión de la Iglesia Universal, y por eso sus decisiones reciben la aceptación de la fe de los fieles. Un instrumento concreto para mantener el espíritu de comunión son los Sínodos de los Obispos, cada uno con un tema particular.

¿Qué significa Sínodo?
Significa “caminar juntos”. Es construir juntos, decidir juntos, ser responsables por un proyecto o sueño, común. Un sueño antes soñado por Dios, que siempre ama primero.

Es como cuando una familia se sienta a la mesa y comparte mucho más que la comida. Es el momento, el sitio, el acontecimiento que muestra una vida compartida, un proyecto común en el que todos son tenidos en cuenta, unos lazos únicos, incluso un deseo de que otros puedan vivir esto tan bueno que se vive dentro. A veces es también la oportunidad para tomar decisiones, poner en común los problemas, mirar qué tenemos y buscar juntos el mejor camino para seguir creciendo, construyendo, celebrando, amando.

Es la invitación del Espíritu a vivir, en la gran familia que es la Iglesia, este estilo de vida compartida que luego se contagia a la familia humana.

¿Cuál es el tema de este Sínodo?
El tema es la sinodalidad, el arte de caminar juntos vivido en tres coordenadas: comunión, participación y misión.

Será como sentarse a la mesa y hacer nuevo y mejor este compartir.

¿Cuál es la novedad de este Sínodo?
Quiere ser un camino de Iglesia en el que todos nos escuchemos, desde los fieles hasta los pastores.

Será como cuidar siempre que todos nos sentemos a la mesa, compartir lo que hemos vivido y lo que queremos vivir.

¿Escucharnos entre todos disminuye la misión de los obispos?
La misión del obispo es guiar, acompañar, enseñar, ser vínculo de unidad. Todos los bautizados, en comunión con el obispo, compartimos la responsabilidad de la Iglesia. Escucharnos es escuchar al Espíritu que habla a través de todos.

Comencemos a vivir esta invitación a la escucha

Escucha la invitación que te hace el Espíritu a través de la Iglesia y escucha qué genera dentro, qué se despierta en ti y en quienes comparten este encuentro contigo.

En un primer momento: Toma un tiempo para reflexionar, rezar tus expectativas y temores acerca de este camino. ¿Qué sueñas? ¿Qué te frena?

En un segundo momento: De ser grande el grupo, pueden crearse otros más pequeños, en los que se pueda compartir lo rezado de manera personal.

TEMORES

EXPECTATIVAS

Antes de emprender el camino, necesitamos querer hacerlo, pensar con qué fuerzas contamos y qué ayudas necesitamos para decidirnos. Esto no lo haremos solos, Jesús es el que invita a caminar, ilumina y fortalece.

Terminemos este encuentro orando con el siguiente texto bíblico:

Volvió el ángel de Yahveh, tocó a Elías y le dijo: “Levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti”. Se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb (1Re 19, 7-8).

Permanecemos un breve tiempo en silencio.

Hacemos eco de alguna frase del texto bíblico compartido.

Presentamos al Señor aquello que necesitamos para emprender el camino (humildad, capacidad de escucha, sencillez, apertura, valentía, honestidad, pasión, fe, amor… todas aquellas aptitudes y cualidades que descubramos que necesitemos). A Jesús, que es el único alimento para recorrer el camino, pedimos la compañía y la fuerza para andar.

Compartimos en alta voz nuestras peticiones.

Decidamos caminar juntos. Si crees en la propuesta, si te enamora el camino, si tienes con quien recorrerlo, si sabes que cuentas con la ayuda de Jesús, decide conscientemente caminar. Dile al Señor, con tus palabras, a tu manera, que quieres aceptar su invitación junto a la Iglesia. Como signo comunitario de esta decisión, oramos juntos, aceptando la propuesta de ser hermanos que comparten la misma mesa, la vida y el camino.

Rezamos el Padrenuestro.

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