Las valiosas herencias de un escriba

Por: Miguel Terry Valdespino

Siempre lleva un maletín al hombro, del cual saca en un santiamén lo mismo un manojo de décimas que un puñado de cuentos. Jamás mira el reloj. El paso del tiempo no parece inquietarlo. Por eso toma esos poemas y cuentos y se sienta a leerlos largamente en voz alta, con una entonación visceral, deteniendo a veces la lectura para explicar algún detalle a quienes lo escuchan.

Evasio Pérez González es irónico y brillante. Escribe a mano sus octosílabos y ficciones. Puede moverse entre el más refinado lirismo literario y el realismo crudo. Cuando más agobiado se siente por culpa del mundo y la sociedad donde habita, saca de su maletín, como un mago de su chistera, unos versos que suenan como certeza de cuánto de máscara y barro habita entre nosotros o saca el loco relato de un trencito enamorado de una vaca.

Anda a veces con el alma rota. Muy rota. Pero la recompone y vuelve a ser irónico y brillante como siempre, y jamás permite que su eterno maletín no esté repleto de manuscritos a los que, hablando sinceramente, tilda de “obras inmortales”. Entonces ríe estruendosamente de su afirmación… pero no se arrepiente de lo dicho.

Tras largos años escribiendo poesía y narrativa para niños y adultos, ¿cuánto sientes que le debes a la literatura… o que ella te debe a ti?

“En realidad le debo más a la lectura que a la literatura. Siempre recuerdo a Valéry cuando sentenció: ‘El lobo es una suma de corderos digeridos’. Un libro es la puerta de otro libro más la experiencia del lector. La literatura es una enfermedad muy saludable y valiosa, las ideas sudan, el papel en blanco espera el contagio, para seguir trasmitiendo su virus portador de pandémicas historias. Un escritor a la sombra de la imprenta es un caracol nocturno en un rectángulo de agua. Los dos nos debemos. Mi deuda es impagable’.

En un decimario que aprecio mucho, Con piel de laberinto, se disfruta de tu sincero homenaje a dos queridos autores latinoamericanos, el mexicano Juan Rulfo y el argentino Jorge Luis Borges. ¿Qué han significado para ti esas dos catedrales de la lengua española?

“Aún tengo ‘quemaduras’ en las manos tras haber leído El llano en llamas. Los personajes rulfianos no son rufianes, sino sufrimientos andantes. Caminé Comala con un tal arriero que buscaba a su padre, un hombre bonachón de dulzura infernal y, al cierre del camino, un montón de piedras.

”Para él no es descabellado que un escritor hable con los muertos, aunque las Santas Escrituras afirman que los muertos nada saben. Me duele este hombre que se ocupó de sus difuntos, los despojó del polvo y se los entregó al mundo porque la Historia necesita amantes.

”De Borges tomo la genialidad de la frase corta, la ironía, el laberinto, el tiempo, su noche de ciego, la biblioteca… ¡Qué ciego para ver tan claro, escribir, levantar una torre con autoridad de invidente! Ahora comprendo por qué detestaba el fútbol. Entre otras cosas, me recordaba Funes el memorioso que el Nobel de Literatura se quedó esperando por él”.

Estoy completamente de acuerdo con Borges cuando aseguró que a su coterráneo Facundo Cabral, otro de tus autores favoritos, lo acompañaba “un Dios en primavera”, porque Facundo siempre irradiaba unas ganas tremendas de amar al prójimo y vivir en libertad. ¿Qué nos aporta la obra de este genial trovador, escasamente promovido entre nosotros?

“Debería ser un delito capital no hablar de este poeta predicador de las esencias. Es casi un homicidio que no se difunda su pensamiento cargado de sobredosis de humanismo, con un lenguaje sin rebuscamientos. Amante de la obra de Borges y su amigo, también de la Madre Teresa de Calcuta, con quien aprendió a bañar leprosos en Calcuta tras perder a su esposa e hija en un accidente aéreo, Facundo nos enseñó a tener menos para tener más, a no ser esclavo de las cosas y a que la felicidad no estaba en un reloj, una fábrica o un banco.

”Pienso que Facundo, ahora nómada en el más allá, nos alienta a seguir sin aditamentos que nos hacen tropezar. Es un crimen aceptar que un hombre que respira al lado de Borges no se conozca más entre nosotros”.

Dios y La Biblia han sido una constante luz que, durante más de medio siglo, han iluminado tu círculo familiar. Incluso, tu centenaria madre, fallecida recientemente, era una cristiana en todo el sentido de la palabra, aunque pocas veces asistió a la Iglesia. Cuéntame más sobre esta identificación familiar con la Fe.

“¡Que Dios bendiga tu pregunta! Tuve el privilegio de nacer en un hogar donde se adoraba al Salvador del mundo. Mi casa fue una pequeña iglesia, mi padre un pastor de sus hijos, mi madre, obediente y santa, canonizada por los vecinos. Ahora que no están, estoy seguro que están en la presencia de Dios.

”Nunca se avergonzaron del Evangelio, nunca nuestra pobreza fue tan rica en la mano de Dios, proveedor de sanidad y economía cristiana, jamás nos faltó el sustento. Crecimos con cada promesa de la Biblia. Mi padre, un reconocido repentista popular, nos inculcó el amor al Altísimo, sembró la palabra de Dios entre sus hermanos y sus hijos. Esa labor incansable se volvió fruto, simiente en la generación que le continuó”.

¿Cómo asumiste la decisión de tu hermano Eric de tomar el camino del Judaísmo?

“Me atrevo a decirte con toda honestidad que Eric es un sabio, un excelente escritor y un buen hermano. Cuando decidió abrazar el Judaísmo, lo seguí queriendo como siempre. Yo sigo aferrado al manto de Jesús, él hurgó en la Torac, en la tradición del pueblo israelita.

”Cuando viene a Cuba nos invadimos a preguntas y él, cortésmente, nos aclara nuestras dudas. Tú lo conoces bien, sabes que el mundo sería un lugar mejor si tuviera muchos seres como él. De eso estoy seguro. A mí no me afecta que ningún ser humano busque a Dios y menos él, que gustosamente nos cuenta decenas de historias del antiguo Israel, pueblo elegido por Dios para salvar a todos los hombres de la Tierra”.

Siempre has sido muy crítico con cierto tipo de poesía que parece estar completamente divorciada de la realidad. ¿Crees en la poesía social?

“No creo en la demagogia de la poesía social, creo en la poesía social cuando nace de las vísceras de la emoción, que anuncia y no denuncia, muestra y no demuestra. Lo demás es un círculo vicioso lleno de sarcófagos vacíos, como decía el gran poeta chileno Nicanor Parra”.

Como cristiano y poeta tuviste a bien escribir decenas de décimas y poemas para ser leídos en diversas iglesias. ¿Se conservan aún esas obras?

“Heredé de mi padre Evasio el don de la poesía y todo lo creado por Dios me inspira. Mi paso por diferentes iglesias de la localidad me dio la oportunidad de lucirme con décimas y poemas en festividades, cumpleaños, bodas… Lamento decirte que no conservo ninguna de esas obras, pero es posible que, hurgando en los archivos de estas iglesias, se encuentren varios ejemplares o que algún hermano los conserve.

”Para mí sería una dicha recuperar esas décimas y poemas, porque ya muchos hermanos han partido con el Señor. En fin, que es difícil dar con el paradero de mi obra cristiana escrita en la juventud. Pero lo más importante es que, en su momento, hicieron feliz a más de una persona”.

Naciste en San Antonio de los Baños, viviste largamente en Caimito y desde hace algunos años resides en Mariel, a unas pocas cuadras del proyecto de desarrollo en la Zona Franca. ¿Qué han significado cada uno de estos territorios para ti?

“No tengo pruebas de haber nacido en San Antonio de los Baños. Creo que fue en una finca llamada El Desamparo (perdonen, esto es un chiste), pero me resulta aburrido decir siempre que nací en el mismo lugar. Fui un trotapueblos, vagar de un lugar a otro es algo superior a mis fuerzas.

”Mi padre giró al norte y se estableció en un barranco de Caimito, allí biológicamente me hice un viejo, sí, porque toda mi vida ha transcurrido en ese barranco y no digo que ahí están mis raíces, sino mis capas geológicas, que es un lugar no tan común.

”Aunque suene testamentario, que me sepulten del lado de allá del barranco, no resisto los cementerios ajenos. En la actualidad, y para sorpresa mía, vivo en un pueblo con olor a salitre y pescado, donde fundé una familia nada marítima. Pero a Mariel lo quiero, el mar es saludable y se respira melancólicamente como los pelícanos.

”De lado de allá de la bahía, se levanta el Proyecto. Sin embargo, yo quisiera ver con mis ojos levantarse un pueblo como la torre de la fábrica de cemento y brillar parejo al lado de ese Proyecto y respirar progreso y modernidad. Confío en que será así. Dios nos ayude a lograrlo”.

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