La Habana en Lezama: la ciudad en el escritor

por Rubén Ricardo Infante

La-Habana-de-Lezama-Lima-
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José Lezama Lima fue un escritor habanero. Devoto de su ciudad, las calles y su gente. La describió con la pasión de quien la vive, de quien la conoce en su
interior y en toda su extensión. Admirador de calles, barrios y muy especialmente de la zona del Paseo del Prado, donde vivió, la ciudad está retratada en las páginas de varios libros suyos.
Desde las descripciones dentro de su colosal Paradiso (UNEAC, 1966), las crónicas publicadas en el Diario de la Marina, compiladas por Carlos Espinosa bajo el título de José Lezama Lima: Revelaciones de mi fiel Habana (Ediciones Unión, 2010), junto a Tratados en La Habana (1958), todos son libros donde se manifiesta una pasión por La Habana, presente en la obra singular de uno de los escritores más importantes de la historia de la literatura cubana.
A pesar de ser la ciudad de Matanzas la primera en mencionarse dentro del desfile de voces, personajes, lugares… dentro de Paradiso, a medida que la novela avanza, la ciudad de La Habana adquiere un protagonismo que nos permitiría incluirla como un personaje más. Ocupa un papel protagónico cada una de las descripciones de los barrios, las calles y los lugares que visitan los personajes que conforman este coro.
Es a partir del capítulo II, donde se refiere por vez primera: “El solarete entrelazado a la rifosa casa del Vedado…” (Editorial Letras Cubanas, 2002, p. 21), zona que será mencionada en otras tantas ocasiones. O por momentos la describe desde un sentimiento de habanero, otorgándole a las palabras el juego lezamiano: “El denso crepúsculo habanero descendía a las azoteas, donde por los hierros colados y los piñones salvajes parecía herirse su fantasma hinchado de mazapanes toledanos” (p. 100). También desfilan lugares de significación histórica como cuando retoma: “Ahora, José Eugenio Cemí, inspeccionaba las obras del Castillo del Morro, que había reconstruido como ingeniero y que inauguraba como primer director” (p. 119).
También en varios momentos la descripción se concentra en el Malecón, como esa pieza-joya de la ciudad, que la bordea y protege del mar siempre intentándola poseer. “Al oír ese desfile verbal, tenía la misma sensación que cuando sentado en el muro del Malecón, veía a los pescadores extraer sus peces, cómo se retorcían mientras la muerte los acogía fuera de su cámara natural” (p. 160).
Estos ejemplos, aislados dentro de la amplia presencia de la ciudad en la novela, refuerzan la idea de que Lezama le dedicó páginas memorables a la urbe que habitó.
De igual manera en Revelaciones… la ciudad reaparece, pero aquí descrita a la manera de un conjunto. A veces son las personas que la habitan, en otras los hechos que tuvieron lugar en ella y que Lezama con un sentido crítico señala. Como se apunta en la nota de contracubierta de este título: “Lo vemos penetrar el tejido citadino, sus ocasiones festivas o solemnes, conciertos, exposiciones, el deporte, discusiones de ocasión, perfiles de personas que se cruza al deambular por las laberínticas calles de La Habana Vieja y el soleado Paseo del Malecón. Es un Lezama cercano a los tópicos ciudadanos, a costumbres, ansiedades y júbilos que conforman lo que llama ‘La Habana mejor’, que ‘sueña siempre con las altas emociones del espíritu’”.
Este libro es la confirmación de cada una de esas columnas que publicó en el Diario… y que se convierten en un testimonio vivo de la ciudad y su gente. La descripción de un sentimiento expresado en sí mismo: la pertenencia a un lugar. Después de una lectura detenida podemos comprobar cuánto le aportó al escritor esta colaboración con uno de los periódicos más importantes de la época, cuánto perfeccionó su prosa para llegar hasta el habanero de a pie. De igual manera, los pasajes de Paradiso parecen escritos después de destilar durante mucho tiempo las emociones que la ciudad le propiciaba.
Por su parte Tratados… es al mismo tiempo, una suerte de ensayo, de ahí el término tratado, y por el otro, son temas abordados en su Habana, por ello el título es un juego, una invitación al mundo lezamiano.
Estos tres títulos abordan la ciudad en su complejidad. Para quien la habitó son la huella que la ciudad dejó en él, y de igual manera, estas páginas son la huella que deja Lezama para volver a caminar La Habana y disfrutar cada una de sus revelaciones.

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