Centros Loyola en Cuba

Por Julio Pernús

Centros Loyola en Cuba
Centros Loyola en Cuba

¿Qué es un Centro Loyola?
Desde la antigüedad, las principales instancias de pensamiento y valores que intervenían en la formación de la persona como ser social solían ser la Iglesia y la familia. En los tiempos que corren, es imposible soslayar la importancia que tiene la educación escolar en el desarrollo del pensamiento humano. Por eso, cualquier iniciativa social que intente forjar un mundo de servicio desde la fe, donde prevalezcan la justicia social, la reconciliación y el diálogo, debe insertarse dentro del ecosistema de enseñanza del país que habita.
Los Centros Loyola, conceptualmente, son una iniciativa de la Compañía de Jesús “al servicio de la sociedad y de la comunidad eclesial, y surgen como respuesta a los retos que la sociedad cubana y la Iglesia plantean a los jesuitas”.1 Pero, en la práctica estos espacios logran resultados que van mucho más allá de lo soñado por sus forjadores, cuando parecía una utopía hacer tangibles, proyectos educativos gestionados por la Iglesia.
La labor de los Centros Loyola está en sintonía con las enseñanzas del P. Arturo Sosa, superior general de la Compañía de Jesús, que invitó a remar mar adentro a toda la familia que comparte la espiritualidad ignaciana. Lo interesante, cuando miramos el desempeño de estos proyectos, es verlos en forma de procesos, porque esto nos aportará parámetros de mayor regularidad a la hora de evaluar el desempeño final. La pedagogía evoluciona cada vez hacia nuevos desafíos, al intentar adaptarse a los retos planteados por las sociedades del conocimiento. Por eso se refuerza la teoría de que un alumno ya no puede verse como un mero receptor, sino como quien está llamado a convertirse en protagonista activo de su propia historia; quizás, allí radica una de las claves principales de la enseñanza que plantean como parte de sus objetivos los Centros Loyola en este convulso siglo xxi cubano.

Una red educativa al servicio
de la sociedad cubana
“No se rasga un pedazo del futuro para reparar los agujeros del presente, ahora viejo, y preservar la comodidad del espacio conocido y las formas tradicionales de hacer las cosas”.2 Para los Centros Loyola es importante romper la cultura de isla y tratar de construir puentes que logren crear caminos perdurables en el tiempo. La idea de la Compañía es poder articular una red de centros donde la misión, los objetivos y los modos de proceder sean elaborados en conjunto, sabiendo de la riqueza que puede aportar el otro a mi labor. Al mismo tiempo, promover la autonomía de cada centro, ya que, a pesar de formar parte del mismo entorno nacional, los contextos en que realizan su servicio tienen particularidades, que marcan la pauta diferencial a la hora de pensar un plan de acción educativa. Todo esto desde la premisa de forjar un ciudadano cubano capaz de transformar su realidad inmediata –su barrio– en un espacio mucho más amplio de convivencia y amistad social.
La Red de Centros Loyola –Centro Habana, Juanelo, Cienfuegos, Camagüey y Santiago de Cuba– cuenta con un coordinador central; esta labor la desempeña el padre Jorge Cela, jesuita, que ha sido artífice de esta iniciativa desde sus primeros pasos. La idea es canalizar, mediante el trabajo en equipo, formas efectivas de intercambio y colaboración entre los diferentes centros. El Centro Loyola de Centro Habana tiene también contacto con otras instituciones afines a su labor, como centros educativos de la Iglesia católica e instituciones estatales del barrio de Los Sitios, que sienten la necesidad de poder realizar en conjunto acciones encaminadas a lograr una mejor “Casa Cuba”.3
A modo de conceptualización, podemos afirmar que uno de los propósitos fundamentales de la red es incidir de forma directa en la periferia de la sociedad, en aquellos que sufren de manera sistemática la vulnerabilidad de verse sin las herramientas necesarias para transformar su realidad. Uno de los grandes sueños de los Centros Loyola en Cuba es acompañar los procesos que hagan posible el diálogo entre las diferentes subculturas que interactúan en nuestra Isla, desde la espiritualidad propia de la fe católica y con el distingo del siempre oportuno discernimiento ignaciano.

De una educación complementaria
a una educación popular
Hoy la Iglesia católica en Cuba tiene importantes retos por delante y es conveniente repensar la conceptualización de nuestra labor como actor educativo dentro de la sociedad. La idea es salir del aforismo oficial que intenta etiquetar la pedagogía eclesial solo como educación complementaria, y en esta etapa de mi artículo coincido con la opinión del P. Cela, porque la forma en que se maneja desde la oficialidad el término parece “hacer referencia a un proceso secundario, prescindible, a una propina no necesaria dentro del proceso educativo de la Isla”.4 La realidad demuestra matices diferentes y el sueño es poder trascender las fronteras establecidas, para ocupar el rol que seamos capaces de obtener gracias a nuestro trabajo diario y sistemático.
Aunque sea desde pequeños pasos, es importante discernir que no somos una entelequia complementaria con una labor prescindible y sin trascendencia. Los Centros Loyola están conscientes de que su servicio ha conseguido interpelar la vida de las personas que asisten a sus espacios y les ha permitido construir una cultura ciudadana desde una mayor libertad. Esto va en consonancia con lo defendido por varias corrientes de pensamiento pedagógico latinoamericano, conocidas como Educación Popular, que beben mucho de los textos del pedagogo brasileño Paulo Freire.
Este proceso logra romper las ataduras de la socialización como sistema de conocimiento que imbuye al ser humano en una sola forma de comprender su realidad. La Educación Popular surge como una alternativa que prepara a las personas en pos de que sean capaces de confrontar al sistema hegemónico de enseñanza.
Sus propulsores conciben la educación como un proceso liberador, en el cual no solo se transmiten una serie de informaciones o conocimientos –educación bancaria–, sino también las prácticas, valores y actitudes que permitirán al sujeto incorporarse a la vida comunitaria como un ente activo y transformador. Es una educación diseñada para producir un cambio del paradigma cultural, que impide un raciocinio diferente al organizado por los productores hegemónicos de conocimiento. Aunque la idea parezca un poco futurista, va en consonancia con el deseo eclesial de poder contribuir como un actor viviente dentro de la labor que realiza el Ministerio de Educación.

Entrevista a Orgiel Sanzo Martín, subdirector
docente del Centro Loyola
de Centro Habana
¿Cuál es el objetivo principal del Centro Loyola de Centro Habana?
“El objetivo principal de nuestro centro es la dignidad humana; trabajamos en la promoción de una formación en valores que contribuya a forjar una amistad social, como el Papa Francisco nos invitó a construir durante su visita a Cuba. Lo que ofrecemos es una educación complementaria que permita a la persona enriquecerse y crecer en experiencia; pero esa educación complementaria la fusionamos también con una educación popular. Es decir, con la corriente pedagógica de la educación popular que surge en América Latina en la segunda mitad del siglo xx, fundamentalmente de la mano de Paulo Freire en Brasil. Estamos hablando de una propuesta educativa en la cual la persona no es un ente pasivo en la educación, sino que se convierte en alguien activo con protagonismo dentro de su propia formación.
”Una persona que logra entrar en esa dinámica tiene muchas más herramientas para romper todos esos mecanismos de opresión que lo mantienen marginado o explotado. Nosotros aspiramos a que los beneficiarios a través de nuestra acción comiencen a dar un sentido y un significado a lo que viven, y a partir de ahí podrán actuar con mayor eficacia, en pos de conseguir los objetivos que se han trazado como meta de su proyecto de vida”.

¿Cómo trabajan para lograr estos objetivos?
“Lo primero que hacemos es poner a la persona en el centro de nuestra labor y confiamos en su capacidad para transformar la realidad. A partir de ahí, nos hemos propuesto desarrollar tres grandes servicios como Centro Loyola de Centro Habana. El primero es el servicio cultural, donde brindamos a las personas que se vinculen a nuestro espacio una formación desde las artes. Esto lo basamos en el pensamiento de que a través del arte la persona puede ampliar su sensibilidad humana. El arte implica una relación con el otro y eso lo tratamos de hacer incentivando a que aprendan una manifestación cultural, como música, teatro, danza o dibujo, pero también aprovechamos el espacio en pos de una formación en valores.
”Para ponerte un ejemplo: nosotros teníamos muchachos ensayando distintos instrumentos musicales, y ellos se fueron dando cuenta de que los distintos instrumentos podían tocar al unísono, luego comenzaron a ensayar juntos, de ahí surgió la banda. Pero, la banda fue creando un ambiente de familia que fue cimentando un entorno de amistad. Hoy podemos decir que la banda, causa principal por la que vienen los muchachos y sus padres, ha sido el medio para forjar toda una comunidad donde interactúan con asiduidad jóvenes y adultos. Yo creo que, con este ejemplo, te acabo de ilustrar cómo hacemos posible nuestro proyecto de gestación de una formación en valores.
”Entre los espacios de información que poseemos en el centro, quiero destacar la biblioteca y la videoteca. En ellos los usuarios pueden obtener información sobre diversos contenidos, incluidos materiales vinculados a los cursos ofertados. También te quisiera mencionar los servicios educativos, donde se materializan una serie de programas que son de notable importancia para la construcción humana de nuestros beneficiarios; por ejemplo: Cuesta Arriba, Idiomas, Convivir, Informática; hablamos de varios proyectos ofrecidos en pos del crecimiento armónico de nuestro público beneficiario.

Centros Loyola en Cuba
Centros Loyola en Cuba

”En Cuesta Arriba, les ofrecemos a los niños repasos escolares. Nuestra iniciativa busca brindar herramientas útiles para mejorar sus rendimientos docentes y, al mismo tiempo, los cultivamos en la convivencia diaria, es decir, se les forma como ciudadanos. En el caso de los idiomas, también les proponemos dinámicas de crecimiento humano a través de la interacción en las clases. Convivir es un proyecto que funciona los sábados y que tiene mucho impacto en la formación humana de los niños y adolescentes que participan en él.
”Incluso los cursos de informática son bien acogidos, porque brindan herramientas novedosas a muchas personas. Para poner un ejemplo, estamos enseñando sobre todo a los adultos mayores, cómo hacer un mejor uso de la telefonía móvil; y ellos lo agradecen mucho, ya que aprenden a utilizar aplicaciones como IMO para comunicarse con sus familiares que residen fuera del país. Nosotros tenemos especial cuidado de las personas mayores, y en cada uno de nuestros servicios están incluidas propuestas que los ayuden a ser entes activos de su propia realidad desde la promoción humana.
”El tercer servicio que proponemos es el de temas sociales. Están enfocados sobre todo a la investigación y la formación de todo el entramado social cubano. Aquí debemos resaltar la preparación brindada por el Centro a los cuentapropistas, partiendo de la nueva dinámica que ha surgido desde su articulación como nuevos actores en la economía de nuestra sociedad. Desde el Centro Loyola nuestra gran pregunta es cómo proponer a la sociedad cubana una economía social y solidaria que vaya encaminada a la construcción de una mejor Cuba a partir de un sujeto capaz de tomar iniciativas económicas.
”Otro elemento importante al que prestamos mucha atención es al campo de la mujer, porque sabemos los retos afrontados por ellas. Aquí tratamos de brindar un espacio de crecimiento a esas madres solteras que han trabajado mucho para sacar a flote a su familia. Nuestra idea es facilitarles a través de los grupos Renacer un apoyo emocional, pero sobre todo espiritual. También tenemos los Fórums Loyola, donde debatimos temas interesantes sobre la realidad cubana. Desde estos tres grandes servicios que acabo de describirte, grosso modo, pensamos ser un espacio que navega de la educación complementaria a la educación popular”.
La labor del Centro Loyola de Centro Habana, ¿ha tenido repercusión en su entorno inmediato?
“Nuestro Centro está ubicado en Centro Habana y los servicios que ofrecemos van vinculados indisolublemente a las necesidades de la comunidad. Nosotros hemos desarrollado proyectos de investigación para conocer la realidad del barrio de Los Sitios, junto al cual nos hallamos y, a partir de ahí, diseñamos nuestros servicios. Si vamos a cada uno de los programas, podrás constatar que la mayoría de los que acceden a nuestros proyectos son gente de la comunidad, aunque no estamos cerrados a ninguna persona. Pero, sí creemos que nuestra labor se va palpando en el barrio, y nuestro gran reto es ver cómo se transforma la realidad del barrio desde nuestro servicio”.

¿Cómo visualizas el Centro Loyola de Centro Habana dentro de cinco años?
“Mira, esa pregunta es bien difícil, ya que la realidad cubana está cambiando y uno no tiene la certeza absoluta de lo que va a pasar. Pero, sí creo que nosotros también estaremos sujetos a las leyes y normas que se están gestando en ese pacto social que es la nueva Constitución, donde esperamos ver medidas que potencien la labor de centros como el nuestro en el barrio y la educación. Yo lo veo, sobre todo, sirviendo a la sociedad habanera y especialmente a las personas de Centro Habana. Nosotros quisiéramos lograr un verdadero ambiente de formación, donde las personas puedan dialogar y encontrarse todos aquellos que deseen aportar al mejoramiento de nuestra Isla. Nos gustaría poner un granito de arena en la formación de una Cuba que necesita mucho de un crecimiento espiritual”.

Notas
1 Véase el manual Modo de proceder del Centro Loyola, La Habana, Centro Habana, junio de 2018, p. 1.
2 P. Arturo Sosa SJ: Vino nuevo, odres viejos. Pasado, presente y futuro, en: https://jesuitas.lat/es/noticias/, publicado el 13 de septiembre de 2018.
3 Término usado por monseñor Carlos Manuel de Céspedes para definir nuestra Isla.
4 Nota tomada por el autor de un texto escrito entregado por el P. Jorge Cela SJ, a los coordinadores de proyecto del Centro Loyola de Centro Habana.

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