Guardería católica en La Habana: los consentidos se gradúan

Guardería Catedral 2022
Guardería Catedral 2022
La graduación de un grupo de niños que terminan su estancia de un año en la guardería de La Catedral, de la Iglesia católica en La Habana, se convirtió en un encuentro de reflexión sobre los valores cristianos y la calidad humana que el mundo pide a gritos hoy ante una ética disminuida que se nota en la vida diaria.
Los consentidos se gradúan
El padre Yosvany Carvajal, rector del centro cultural Padre Félix Varela, donde transcurrió el espectáculo de graduación, aprovechó la oportunidad para ponderar la buena formación que se le debe dar a un niño, que viene al mundo para ser feliz.
Tras un video breve en el que se ve a los niños de la guardería en las principales actividades que realizan cada día, durante un año antes de iniciar la vida escolar, Carvajal destacó dos mensajes o frases del material que en su opinión sirven de síntesis de lo que ha sido el curso: «hacer de ellos los consentidos de esta casa, donde se les quiere, se les educa, y se vive para ellos. Y saber que nacen para ser felices. Ellos no son culpables de nuestras frustraciones, complejos, malas elecciones, ellos vinieron al mundo para ser felices y son un don de Dios, como fuimos nosotros cuando vinimos a este mundo».
También recordó que el niño es como una hoja en blanco en la que se le va poniendo lo que se le quiere escribir, «así que yo creo que en la hoja de vida de estos niños quedará grabada la experiencia de esta guardería, como algo muy valioso y enriquecedor. Y estoy seguro de que de los recuerdos lindos que tendrán en su adultez, uno será el de esta guardería: lo que vivieron aquí, conocieron, disfrutaron».
Al explicar la esencia de la educación en la guardería, aclaró que se trata de inculcar en los niños valores y virtudes que se fundamentan no solo en la razón humana, pues están insertados en Dios, en la fe cristiana. «Es la particularidad de la formación de la Iglesia católica cuando se mete en la educación. No quita los valores y las virtudes de su origen divino, sino que cimienta todo lo que somos ahí, como meta de la vida humana. Cuando en la historia de la humanidad se ha quitado a Dios de la educación y de la formación en valores de un niño, esos valores ha habido que ubicarlos en otro sitio –en la razón-, y hoy este siglo XXI nos demuestra que la razón humana está más perdida que nunca, hay una gran confusión de valores, y el ser humano, aunque progrese en la tecnología y en la ciencia, no es mejor persona.
Aseguró que hoy se experimenta una carencia de ética, una falta que se traduce en la perversidad de las redes sociales, los egoísmos, las guerras, entre otras calamidades que, según el padre Carvajal, tienen al mundo al revés.
El rector del centro, el antiguo seminario San Carlos y San Ambrosio, donde estudiaron o impartieron clases grandes hombres que ayudaron a la formación de la nación cubana, recordó que por allí pasaron Carlos Manuel de Céspedes, Rafael María de Mendive, José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero.
«Y Félix Varela, quien vivió y enseñó aquí, les decía a sus jóvenes alumnos que no hay patria sin virtud, así que para que Cuba pueda siempre florecer y ser próspera –y sostenible- necesita hombres virtuosos, mujeres virtuosas. Y hay que pedirle mucho a Dios para que estos niños lleguen a serlo en sus vidas», sugirió.
Finalmente, el padre Carvajal invitó a los padres a mantener el vínculo de sus hijos con la Iglesia para ayudarlos a ser buenos cristianos y buenas personas.
Las maestras Delfina Díaz e Ivón Mayor y la Hermana Noemí Ayala, que acompañaron a los niños, fueron clave en su formación en la guardería, y a quienes despidieron satisfechas de su labor.
Asimismo, el trabajo de Mónica Ríos, al frente de La Catedral, fue reconocido durante la ceremonia, pues se trata de alguien imprescindible en la atención a los niños durante todo el curso.
Dos niñas de las graduadas, Valeria y Camila, dirigieron al público la oración del Padre Nuestro, que durante un año hicieron todos los días junto con el resto de los pequeños en la guardería.
Yoaima Pérez, joven madre de una de las niñas graduadas, agradeció a Dios por estar allí y permitir a los padres ver a sus hijos crecer, y elogió la dedicación y el esmero de quienes se involucraron en la formación de esos infantes.
«Agradecida estoy desde el cuidado que tienen todos con nuestros niños hasta la enseñanza que les han dado. Mi niña ha aprendido muchísimo: inglés, canto. Pero ha aprendido valores como compartir lo que tiene. Todos en esta guardería, desde la que limpia el piso hasta las maestras, pasando por el padre, que les da una vuelta, Mónica, con el tema de la comida, han estado pendientes de ellos. Estoy segura de que el amor y el cuidado que les dan a los niños aquí no se los dan en ningún otro lugar.

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