Un hecho de sangre

Por: ONITOAN

A finales de julio de 1958, el padre Juan Francisco Vega, párroco de la iglesia de Jesús María y José, en La Habana Vieja, apareció golpeado en el presbiterio de la referida iglesia. Como consecuencia de los contundentes golpes, quedó en un estado de coma irreversible hasta que a los pocos días falleció.

El padre Vega era el decano del clero diocesano habanero. Había sido ordenado sacerdote en la época colonial, y ya contaba con noventa y dos años. ¿Qué motivó tal asesinato? Desde el primer momento fueron varias las conjeturas, aunque después de sesenta y cuatro años, no han sido aclaradas. ¿Un robo? No hubo huellas ni rastro de que esto fuera el móvil de la golpeadura. Me inclino por otra versión: el anciano sacerdote había albergado a un revolucionario en los momentos finales del gobierno del presidente Fulgencio Batista. La policía llegó a la parroquia, pero ya el revolucionario se había marchado. Probablemente, la policía preguntaba al sacerdote el nombre de la persona asilada. Todo parece indicar que, a pesar de los golpes estampados, el padre Vega no habló, al punto de que lo dejaron ensangrentado; y si fue la policía, tampoco hay testigos y rastros de que el cuerpo policiaco hubiera propiciado la golpeadura.

Solo quedaba el testimonio del revolucionario, si es que existió. De haber sido así, nunca se supo, porque tal vez en la huida la policía mató al revolucionario, y si este llegó a la Sierra Maestra para alzarse, tal vez murió en algún combate. De haber estado vivo al triunfo de la Revolución, habría hablado y dicho que había estado recluido en la iglesia de Jesús María. Como decía el padre Carlos Manuel de Céspedes (q.p.d.): “lo sabremos después del juicio final, a la hora del té”.

Se el primero en comentar

Deje un comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*