Homilía pronunciada por S.E.R. Juan de la Caridad García, en misa celebrada en la catedral de La Habana para recibirlo en su arquidiócesis como cardenal de la Iglesia universal

Por: Cardenal arzobispo Juan de la Caridad García

Homilía pronunciada por S.E.R. Juan de la Caridad García, en misa celebrada en la catedral de La Habana para recibirlo en su arquidiócesis como cardenal de la Iglesia universal.
Homilía pronunciada por S.E.R. Juan de la Caridad García, en misa celebrada en la catedral de La Habana para recibirlo en su arquidiócesis como cardenal de la Iglesia universal.

Damos gracias a Dios por la Virgen orante, la que ha rezado los salmos mañana y tarde, la cantora del Magníficat, la que peregrina al templo con su familia, la que estaba al lado de los apóstoles rezando y esperando la venida del Espíritu Santo, la que intercede por nosotros desde la casa del cielo como Madre cariñosa que es.

Damos gracias a Dios por la Iglesia orante de Cuba, la que alaba y canta con las monjas contemplativas, la que se acuerda de nuestros difuntos en todas las misas, la que adora al Santísimo en el Sagrario, la que reza por todos aquellos que le piden oraciones, la que quiere seminaristas y novicias y reza por ellos.

Damos gracias a Dios por la Virgen encarnada y presente en medio de su pueblo, la Virgen vecina, amiga, auxiliadora, salvadora de los matrimonios, al lado de su hijo preso, flagelado, coronado de espinas, crucificado, resucitado y ahora juntos en la gloria del cielo. Ella ahora hace lo mismo con sus hijos de la tierra que padecen las mismas dolencias de Cristo en esta tierra.

Damos gracias a Dios por la Iglesia cubana encarnada que camina con los que sufren y a la que tantas personas tocan a sus puertas; la que enseña el amor a los viejitos de la casa, la que defiende la vida desde el seno materno hasta su ocaso natural, la que defiende el matrimonio natural, fiel y fecundo, la que imparte catecismo, doctrina social, filosofía, teología, ecología, virtudes, valores y todo aquello que ayuda a la promoción humana y espiritual.

Damos gracias a Dios por la Virgen misionera, la que salió en auxilio de Santa Isabel, la que mostró al Hijo de Dios a pastores, reyes magos, la que se hizo presente mostrándonos a su Hijo durante la peregrinación con motivo de los cuatrocientos años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad.

Damos gracias a Dios por la Iglesia cubana misionera, la que se alegra por los misioneros ad gentes, la Iglesia de los sacerdotes que hacen presente la salvación de Cristo mediante los sacramentos, la Iglesia de los catequistas, la Iglesia de las monjitas y diáconos, la Iglesia de los misioneros laicos de casa por casa.

Damos gracias por estos quinientos años de oración, presencia cariñosa y misión. Rogamos al Espíritu Santo por la intercesión de la Virgen orante, encarnada y misionera, tener más facilidades y menos dificultades para bendecir y hacer feliz a nuestro pueblo, que tanto desea la protección de la Virgen y la presencia de la Iglesia.

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