Monseñor Wilfredo Pino Estévez, arzobispo de Camagüey, agradeció en su homilía durante la misa de cuerpo presente, celebrada en la Catedral de La Habana en la tarde del 27 de julio, la entrega a Cuba y a la Iglesia y la capacidad de perdonar demostrada por el fallecido cardenal Jaime Ortega.
“¿Para qué la muerte? ¿Por qué hay que morir?”, cuestionó Mons. Pino antes de recordar la frase de Jesús en el Evangelio de Juan, cuando aseguró que “Yo soy la resurrección y la vida; el que crea en mí, aunque muera, vivirá” (Jn 11.25).
El prelado camagüeyano aseguró además que con Jesucristo la muerte perdió su dominio sobre los hombres y dejó de ser un punto final para convertirse en un punto y seguido, por ello los cristianos debemos asumirla como la promesa del reencuentro.
También recordó las clases de Teología Moral que recibiera del cardenal Ortega, quien entonces era sacerdote en la provincia de Matanzas, desde donde se trasladaba cada miércoles para impartir la materia en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio.
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