Nadie está preparado para este tipo de amenaza

Por: Jesús Arencibia Lorenzo, Foto: Cortesía del entrevistado

Luis-Luque
Luis Luque

La COVID-19 nos recuerda a cada instante que a efectos de peligros y esperanzas todos somos ciudadanos de una frágil y pequeñísima aldea. Y en este pueblito global cada experiencia cuenta. España ha estado al centro de muchas noticias desde que comenzó la arremetida mundial del virus. Sea por la creciente cifra de contagiados y muertos, sea por la bella iniciativa ciudadana de aplaudir a en los balcones, día a día, a quienes combaten la enfermedad en primera línea, o por la creatividad de muchos de sus escritores y artistas. El profesor y periodista cubano Luis Luque Álvarez (1973), quien por más de un lustro escribiera sobre temas internacionales en el diario Juventud Rebelde, lleva 9 años residiendo en Madrid y varios de ellos ejerciendo allá su oficio de prensa. Máster en Lengua Española, comentarista agudo y mesurado, aún muchos recuerdan en la Isla sus exquisitos artículos. Aquí va su mirada a la pandemia.

—He leído de varias personas la idea de que Italia no escuchó las alarmas de China y pagó las consecuencias; después España no escuchó las de Italia y también las ha pagado. ¿Coincides con esta formulación?

—“En Italia ya se venían adoptando medidas desde febrero. La OMS también iba haciendo advertencias, pero aquí el gobierno, formado por el PSOE y Podemos, pasó de toda alerta hasta que fue demasiado tarde. Querían mostrar músculo en la marcha feminista del 8 de marzo, y por eso no quisieron suspender los actos públicos multitudinarios.

“Es llanamente irresponsable que la agenda ideológica se anteponga a los criterios de salud pública, pero así fue. De hecho, de las figuras que encabezaron esa manifestación en Madrid, la primera en caer con los síntomas del coronavirus fue la ministra de Igualdad, Irene Montero, pareja del vicepresidente Pablo Iglesias, pero también enfermó la esposa del presidente Pedro Sánchez, Begoña Gómez, así como la vicepresidenta Carmen Calvo, y otra ministra más, además de la madre del propio Sánchez”.

“¿Por qué tanta incidencia aquí y en Italia? Primero hay que ver que estamos en un mundo globalizado. Si esta epidemia hubiera surgido en el año 60, se la “comían” entera los chinos, pero con el abrupto incremento del intercambio comercial y de los vuelos internacionales, estornuda un chino en Pekín y se resfría un español en Albacete. Hay en Madrid, por ejemplo, una enorme comunidad china, en el barrio de Usera, y en el norte de Italia, en Prato, la industria textil que antaño era el orgullo del ‘Made in Italy’ está básicamente en manos de obreros chinos, que son numerosísimos allí. Entre los que vienen de Wuhan, epicentro de la pandemia, y los europeos que van allá, es bastante difícil poder contener en un sitio la epidemia. ¡Hay demasiados vectores con un billete de avión!”.

—Al día de hoy ya España ostenta un triste escalafón de privilegio en cuanto al número de contagiados y fallecidos…

—“El país no estaba preparado para algo de este calibre. ¡Nadie está preparado para este tipo de amenaza! Es un virus que se caracteriza por su altísima capacidad de contagio, y el afectado, que en los primeros días puede pasar asintomático, puede estar infectando e infectando a otros sin ser consciente de ello.

“No hay nada que achacar al sistema de salud español, que es modélico, y lo sé por experiencia propia… Funciona como un reloj, el trato y las condiciones son exquisitas, y todo absolutamente gratuito. Hay que mencionar, desde luego, que hay sanidad privada, pero es más un lujo del que la desee que una necesidad. De hecho, cuando alguien que tiene un seguro privado comienza a padecer alguna dolencia seria (un cáncer, por ejemplo), se decanta por la pública, donde el garante de todos los suministros y atenciones es el Estado.

“Por otra parte, hay que decir que no valen, como algunos cacarean, los mantras de los ‘recortes’ o la ‘privatización de lo público en España’ como causas de la crisis actual. Ambos sistemas funcionan muy bien, cada uno en su ámbito, y en la presente crisis el Estado está al mando de ambos…

—¿Cuáles, a tu juicio serían los principales aciertos del país en la batalla contra la enfermedad y cuáles las principales falencias?

—“Te digo rápidamente: problemas, los mencionados, de haber priorizado lo ideológico por sobre los criterios de respuesta a una amenaza que se veía venir, y no haber suspendido toda reunión social ya a mediados de febrero. Y en aciertos, dos: uno, el mando único, por el que el Estado pasa a controlar todos los recursos, públicos y privados, para responder donde se le necesita. La movilización de trabajadores de la salud, policías, ejército, trabajadores de supermercados, transportistas, agricultores, etc., ha sido igualmente ejemplar. Y es curioso: este no es un país que se pase la vida pensando que lo van a atacar los ingleses, los chinos o los marcianos, pero la sociedad, a la hora de organizarse, lo ha hecho ejemplarmente, cada uno donde toca.

“Y en cuanto al conjunto de la ciudadanía, a los que debemos quedarnos tranquilitos en casa para no convertirnos en vectores ni víctimas, pues la gente ha respondido. Todos los días, a las 8 pm, toda España sale a los balcones para aplaudir a los que están en primera línea enfrentando la amenaza, a los que hacen posible que el país funcione, que se atienda a los enfermos, que haya orden, que no ocurran  saqueos, que se transporten los alimentos, que los supermercados abran, y así”.

—La gente convocó a un cacerolazo por la actitud irresponsable del vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. ¿Qué me puedes contar de eso?

—“En efecto, hace algo más de una semana, la gente se pasó mensajes por los grupos de Whatsapp, Messenger y otras plataformas, para darle un cacerolazo al vicepresidente Pablo Iglesias. Pesaron dos cosas en esto. Primero, que días antes, los afines a Podemos habían convocado un cacerolazo a la hora en que el rey Felipe VI se dirigió a la nación por la TV para darle un mensaje de ánimo. Preguntado por el incidente, Iglesias, antimonárquico confeso, no supo revestirse de su papel de vicepresidente y salió en defensa de la ‘libertad de expresión’ de la gente, cuando es algo sobreentendido. Lo que no se entiende es que un partido que está en el gobierno, gobierno que está pidiendo ahora mismo la unidad de todos los españoles, anime a una parte de la ciudadanía a mostrar su repudio a la figura del rey en una crisis como la actual. No toca, con la que está cayendo. Pero a Iglesias, como el cuento del alacrán que pasaba el río sobre la rana, le es imposible dejar de comportarse como un antisistema ¡viviendo ya holgadamente de ese mismo sistema que él desea derrocar, y fungiendo como uno de sus máximos representantes! Es el inconsecuente máximo.

Por otra parte, la gente le sonó las cazuelas porque, habiendo insistido el presidente y todas las autoridades al frente de la crisis en la necesidad extrema de quedarse en casa, máxime si se sospecha que uno está afectado por el virus, él decidió saltarse la cuarentena a que estaba obligado por su convivencia con una persona afectada, y personarse en un Consejo de Ministros, arriesgando la salud del resto del gobierno. Es la “ejemplaridad” a que nos tienen acostumbrados ciertos ideólogos del progresismo”.

—¿Cuál es tu rutina diaria para combatir el confinamiento junto a tu esposa? ¿Qué productos culturales (literatura, música, cine) están consumiendo?

—“Hace dos semanas, unas horas antes de que el presidente del gobierno decretara la alarma, salí de la oficina ya con la indicación de que el lunes 16 trabajaríamos todos desde casa. Y aquí voy, acostumbrándome. Tenemos nuestra reunión por vía telemática todas las mañanas temprano, se reparten las tareas propias de la redacción, y cada cual a lo suyo. Vamos funcionando muy bien, para ser la primera vez”.

“En casa, como tenemos Internet, además de la tele, libros, revistas, etc., no nos aburrimos demasiado. Además, el ser propiamente bastante casero ayuda a que me encuentre a mi aire. Lo que me tensa es salir a por la compra. Percibes, en las calles vacías, que el que te pasa por al lado puede estar contagiado, y ambos tratamos de separarnos. También, curiosamente, la gente que está en los balcones lo mismo aplaude a los trabajadores de la salud, que le suena las cazuelas a Iglesias, o recrimina al transeúnte que parezca estar paseando y no haciendo una salida necesaria a por víveres. A mí no me han gritado nada, pero hay gente que se ha pasado de lista y sí los han abucheado, lo mismo por sacar a “orinar” un perro… de peluche, que por hacer running. Hay mucha conciencia ciudadana, pero pillos hay dondequiera y ya ha habido cientos de detenciones (en Italia, por cierto, una mujer salió a la calle con un caballo y dijo que el animal necesitaba estirar las patas: fue out por regla)”.

—Otro colega y coterráneo nuestro, también residente allá, decía que tenía el cuerpo en Madrid, pero la mente en Cuba. ¿Cómo llevas, en estas circunstancias, el asunto de la separación de tu familia?

—“Por supuesto, tanto mi esposa como yo estamos preocupados por las consecuencias de todo esto en España, pero con la mente puesta en Cuba. Nos aterra, visto lo que estamos viendo aquí, donde la cadena de suministros funciona con precisión germánica, qué puede suceder en Cuba, donde tener el dinero en la mano ya no es garantía suficiente para poder llevar a casa los alimentos necesarios y atrincherarse mientras el ‘bicho’ se aplaca. Las imágenes de las colas, colas no siempre fructíferas, nos inquietan tremendamente. Tenemos allá a gente de edad avanzada, y no quisiéramos que quedaran arrinconadas entre la espada del coronavirus y la pared del hambre.

«Es un pésimo momento para Cuba. Las autoridades locales han sacado la eterna retórica del combate, pero el dichoso virus no entiende de glorias y epopeyas, sino, como mucho, de condiciones materiales concretas que lo frenen… Y luego está EE.UU., o mejor, la Casa Blanca de Donald Trump, que no parece movida a hacer el mínimo gesto humanitario. En 2016 pensé que, de cara a Cuba, de cara al bien de nuestra gente, ninguno podría ser peor que George W. Bush. Pero me equivoqué de la A a la Z”.

—Eres un hombre de una profunda fe católica. Te pregunto lo que un periodista español le preguntaba hace unos días al Papa Francisco. ¿Has sufrido crisis de fe en momentos tan aciagos?

—“Como hombre de fe, no estoy oliendo en todo este drama una ‘venganza divina’. Dios es amor, y ha dejado al hombre el tesoro de la libertad para que obre en conciencia. El origen del virus ya se conoce a grandes rasgos y, al parecer, lleva a ciertas prácticas culinarias chinas que lo han posibilitado. Es un error humano de consecuencias palpables. Fin del cuento.

“No, no he tenido una crisis de fe. He visto que caen personas buenas y menos buenas. He visto cómo enferman y mueren médicos, enfermeros, sacerdotes (más de 70 ya en el norte de Italia, y subiendo), policías, guardias civiles… Gente que ha entregado su vida sirviendo a los demás. Es un reflejo, en última instancia, de lo que ha hecho Dios por nosotros en la persona de su Hijo: entregar su vida para que nosotros vivamos eternamente. Así pues, día a día rezo por los que están en primera línea, para que Dios los guarde; por los que han muerto, para que los acoja; por los que estamos sanos, para que no caigamos.

“Mi gran preocupación es que, si nos llega la hora, tengamos los deberes hechos. Que Él nos ayude para que así sea. Espero, sin embargo, que no sea esta la última vez que hablemos, y que nos quede todavía alguna data de dominó por jugar”.

 —¿Crees que salgamos al menos un tilín mejores de tanto dolor?

—“Si salimos de esta, no sé cuán mejores seremos como sociedad. Lo que sí creo firmemente es que todo esto supone un verdadero baño de agua fría a quienes creen que el ser humano no tiene límites más allá de su propia voluntad. Y sí: hay límites. Somos finitos. Con esta conciencia, cuando todo pase podemos optar por encerrarnos en un mayor egoísmo, en un ‘todo lo bueno para mí y a disfrutar, que son dos días’, o, ejercitados en los gestos de abnegación de estas semanas y meses, tomarlos como norma de vida, hacerles más llevadera la existencia a los demás y dejar mejor huella. Dios quiera que sea lo segundo en España, en Cuba, en EE.UU. y dondequiera”.

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