Laúd en el alma de un virtuoso

Por: Miguel Terry Valdespino

Músico y laúd se han fundido en uno solo
Músico y laúd se han fundido en uno solo

Libra por libra, es hoy por hoy el mejor laudista cubano vivo. La fatal imagen de “guajirito que toca en el programa Palmas y cañas” queda definitivamente aplastada con solo echar un vistazo a su currículum, donde relumbran su participación en más de cuarenta discos y un cúmulo de presentaciones en escenarios de España, Francia, Estados Unidos, México, Colombia, Panamá, Argentina…, entre otras naciones, y cuando escuchamos sus profundos criterios en torno al papel de la cultura en el alma del hombre y al severo daño que ocasionan el mal gusto, la improvisación  y los artistas fabricados por los medios.

Erdwin Vichot no admite medias tintas. Le va de frente a las tempestades. Para él, la perfección a la hora de ejecutar su instrumento es una tarea que cultiva con paciencia, respeto y virtuosismo de orfebre, ya sea cuando se enfrenta a una actuación  en una biblioteca, una iglesia  o una galería de arte, que cuando lo comanda la batuta del maestro Leo Brouwer en un concierto de alta complejidad armónica.

Bajo estos principios vive este virtuoso, hombre de fe cristiana, miembro de la Iglesia Pentecostal Asambleas de Dios, en Bauta, quien en más de una ocasión me ha remitido a varias alusiones musicales dentro de la Biblia referidas al laúd y a otros instrumentos de familiar cercanía a este.

Como en otras ocasiones en que lo he entrevistado, ahora vuelve a tomarse un segundo para responder a varias de mis interrogantes.

¿Qué significó para Erdwin Vichot descubrir el laúd?

“Para mí el laúd ha sido la razón de mi existir, me ha acompañado en todo momento y me ha hecho muy feliz. Si volviera a nacer, sin dudas tomaría de nuevo este instrumento con toda seguridad”.

Eres un hombre de fe cristiana. ¿Qué ha encontrado en el amor a esa fe un hombre como tú?

“Nací en un hogar cristiano y Dios para mí es el camino a seguir. Sin fe es imposible agradar a Dios. Dice la Biblia: ‘Si tuvieran siquiera una fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrían decirle a aquella montaña que se quitara de en medio y se quitaría. Nada les sería imposible’. Esta ha sido una lección imprescindible para mí”.

En un panorama musical tan comercializado, donde tantas buenas opciones del pentagrama pasan sin penas ni glorias, ¿cómo es la vida de un artista que tocó bajo la tutela del maestro Leo Brouwer, ha compartido escenario con varios de los mejores músicos contemporáneos y fue llamado en una ocasión, por el diario español El Ideal, el Jimi Hendrix del laúd?

“De lo duros que son  la vida y el camino de un creador en Cuba, hemos conversado muchas veces y lo hemos hablado en decenas de reuniones, asambleas, encuentrosNo es un secreto. Es muy difícil referirse a la banalidad y la mala promoción musical sin que te afecte el miocardio. Pero es más que difícil ver cómo la propia banalidad se impone sobre el verdadero sacrificio y horas de estudio que a uno le ha llevado toda una vida. Quienes nos dirigen culturalmente no se dan cuenta del problema o no quieren verlo, dígase medios de difusión, promoción, divulgación…Lo único importante, al parecer hoy, es la compra-venta de seudoculturas, el tener dinero y padrino para ‘lanzar’ carreras y hacerse de  puestos, como si el estudiar no fuera necesario. En fin, hay que imponerse con dignidad y calidad suficiente porque el panorama no es realmente nada halagüeño”.

Háblame en especial de tu experiencia con Leo.

“Para mí, Leo es el embajador de la música cubana en el mundo. Es conocido en todas partes. Fue el fundador del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, del cual se nutrieron algunas de nuestras más grandes figuras del pentagrama: Silvio, Pablo, Noel Nicola, Sara González…

”Es un verdadero genio, un innovador, interpretar una obra suya es muy complejo. Lo mismo cuando tocamos bajo su dirección, en el teatro Amadeo Roldán, unos compases montunos de su autoría que en otras actuaciones donde ‘jazzeamos’ para homenajear al maestro Chucho Valdés o nos implicamos en una descarga de estilo flamenco.

”Creo que verdaderamente aprendí a tocar el Concierto de Aranjuez, del español Joaquín Rodrigo, cuando Leo me explicó su origen, la desesperación del autor ante la posibilidad de perder a su esposa tras un aborto involuntario y el angustioso reclamo de Joaquín a Dios para que no se la llevara.

”Aquella situación tan desesperada, resuelta al cabo de manera satisfactoria, dio pie al nacimiento de una obra realmente hermosa, universal; pero si no conoces sus interioridades, el dolor y la esperanza implicados en ella, no puedes tocarla bien. Al menos eso pienso yo”.

Dentro de tu trayectoria como músico, ¿cuál consideras el  momento más importante?

“He tratado de prepararme, de estudiar y estar atento siempre a cualquier información que aporte a mi crecimiento como artista y como persona. Vivo para la música, no de ella, y  disfruto al máximo este regalo. Toco con pasión, y siempre, sobre todo, estoy dispuesto a servir. El momento más importante es el que está por venir, le doy verdadera importancia a cada lugar y momento donde actúe”.

Un libro bien pensado, tanto para músicos como para cualquier lector
Un libro bien pensado, tanto para músicos como para cualquier lector

¿El laúd tiene el reconocimiento que realmente amerita o queda mucho para colocarlo en el lugar que  merece? ¿Cuáles son los prejuicios más frecuentes respecto a su función?

“Todavía tardará en ocupar el lugar que merece. Sigue siendo un instrumento deficitario y poco reconocido. El principal prejuicio es el encasillamiento al clasificarlo solo como un instrumento de la música campesina. Pero resulta que los limitados somos nosotros, los músicos, no los instrumentos. Con el laúd se puede participar lo mismo en una canturía en pleno campo, que en el programa televisivo ‘Palmas y cañas’ o en  un concierto para tocar la música de los más grandes compositores de Cuba y el mundo: la del propio Leo, las de Debussy, Vivaldi, Bach, Mozart, Joaquín Rodrigo, Paco de Lucía”.

Sé que tu hijo ha sido un excelente continuador de tu obra.

“Mi hijo Erdwin, gracias a Dios, siguió mis pasos… y con mucho talento. También he tenido muchos hijos adoptivos de los cuales he sido referente”.

Recientemente fuimos testigos de la aparición de un enjundioso texto de tu autoría en el espacio de Amazon, en Internet. ¿El libro está destinado exclusivamente a músicos o puede el lector común hallar algo de su interés?

“Me llevó varios años escribirlo, pero logré completar una investigación muy sería en Estudio armónico del laúd contralto cubano,  el cual  puede servir  lo mismo de consulta a un músico como al que no lo es, ya que generalmente los tocadores de este  instrumento han sido empíricos y ahora tendrán en sus manos un material de desarrollo”.

Vivir en Corralillo, poblado de Bauta, ¿una suerte o una desgracia?

“Nací en Coralillo, en la mesa del comedor de mi casa, y para nada ha sido un problema en mi carrera el vivir ahí”.

Cuéntame de nuevo la anécdota del charango.

“El charango es un instrumento andino, muy parecido al tiple canario. Un día Rafael Guedes, exdirector del grupo Mayohuacán, me invitó a tocarlo, con la Sinfónica de Matanzas, en una obra de su autoría llamada Concierto latinoamericano. En verdad yo no lo dominaba en absoluto, pero no me negué. Fui y le pedí ayuda a Alberto Falla, antiguo vocalista del grupo Moncada, y me prestó un manualito con las instrucciones para tocarlo. Lo estudié día y noche. Finalmente, después de quince días de intenso estudio, subí al escenario con  la Sinfónica de Matanzas… y el Concierto quedó estelar”.

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