Alocución 4 de octubre de 2020

Por: cardenal Juan de la Caridad García

Gracias a todos los que hacen posible esta emisión radial, hoy, 4 de octubre, domingo vigésimo séptimo del tiempo litúrgico ordinario.

Hoy se lee en todas las iglesias católicas del mundo un fragmento del evangelio según San Mateo, capítulo 21, versículos 33 al 43.

Esta parábola de los viñadores malvados es la historia por parte del pueblo de Dios del camino amoroso que Él nos propone. Ésta parábola nos muestra la fidelidad de Dios a su pueblo, al cual siempre perdona.

Dios es perseverante en su amor. Crea al hombre a su imagen y semejanza y los primeros hombres de la humanidad lo rechazan. Prefieren el estilo del egoísmo, prefieren el camino del diablo, el mentiroso, y echan a un lado viven como hijos de Dios y hermanos de todos.

Después del pecado Dios dice al diablo: La descendencia de la mujer te aplastará la cabeza anunciando así la llegada del Hijo de Dios hecho hombre.

Y va llegando una larga preparación durante siglos.

Dios escoge personas buenas como testimonio a brindar, una de estas personas es Abel, pero su hermano Caín sintió envidia de Abel por la sencilla razón de que era muy bueno y agradaba a Dios.

Caín, en vez de imitar a su hermano Abel, lo mata. Esto nos lo narra el capítulo 4 del libro del Génesis.

Dios nos muestra a Noé, un hombre muy bueno, que siempre obedecía a su Padre Dios a pesar de que la tierra estaba llena de maldad y violencia. Y viene el diluvio y los hombres malos desaparecen y Dios salva a Noé y su familia. Esto nos lo narra el capítulo 6 del libro del Génesis.

Dios quiere su pueblo sea bueno, y elige e Abraham y de su esposa Sara, a pesar de ser mayores, nace Isaac, de cuya descendencia surgirá el pueblo de Dios. Isaac es anuncio de Jesucristo cuando Dios pone a prueba la fe de Abraham. Esto nos lo narra el capítulo 22 del libro del Génesis.

Otra persona buena que Dios muestra es José, hijo de Jacob, nieto de Isaac. José, muy bueno y amado por su padre, es odiado por sus hermanos quienes lo venden. Y como Dios saca bienes de los males, José se convierte en salvador de sus hermanos. Esto nos lo narra el capítulo 37 del libro del Génesis.

Dios Padre escoge a Moisés para que guíe a su pueblo y le da los Diez mandamientos:

  1. Amar a Dios sobre todas las cosas.
  2. No jurar por el nombre de Dios en falos.
  3. Santificar el día del Señor.
  4. Honrar padre y madre.
  5. No matar.
  6. No cometer actos impuros contra el sexo.
  7. No robar.
  8. No dar falsos testimonios ni mentir.
  9. No cometer adulterio.
  10. No codiciar los bienes ajenos.

Esto mandamientos los encontramos en el libro del Éxodo, capítulo20, versículos 1-17 y el libro del Deuteronomio, capítulo 5, versículos 1-21.

El pueblo que viva los Diez Mandamientos será muy feliz, pero el pueblo de Dios no los vivió y Dios siguió empeñado en amar a su pueblo a pesar de su rechazo y le envió profetas, que hablaban en vez del mismo Dios.

El profeta Isaías dijo: La Virgen está encinta y va a tener un hijo al que pondrá por nombre Enmanuel (Bienvenido), el cual será Jesucristo. Isaías, capítulo 7, versículo 14.

El profeta Jeremías escribe: El Señor dice a su pueblo: Párense en los caminos y pregunten por los senderos antiguos dónde está el mejor camino. Jeremías, capítulo 6, versículo 16.

Ezequiel, a quien Dios le dice: A ti te voy a enviar a los israelitas, un pueblo desobediente que se ha rebelado contra mí también por parte de Dios insiste en el camino mejor para su pueblo en el capítulo 2, versículo 3.

El profeta Daniel: Dios viviente permanece para siempre y su reino jamás será destruido. Capítulo 6, versículo 26.

Dios no se cansa de seguir amando a su pueblo a pesar de que éste pueblo lo rechaza.

(Canción)

Y el amor de Dios no se cansa y a pesar de tanto rechazo envía a su Hijo, que es Dios desde la eternidad y se hace hombre en el seno virginal de María. Nace pobre en la cueva de Belén, pasa haciendo el bien, enseña la misericordia de Dios Padre para con los enfermos y pecadores. El pueblo de Israel, amado por Dios, lo crucifica. La cruz, en la que Jesús inocente fue clavado cruelmente, es el lugar de la máxima humillación.

Al contemplar al crucificado, nosotros unimos nuestro dolor al de Él y lo ofrecemos a Dios Padre por la felicidad y salvación de los que amamos. Pero el crucificado ha resucitado, ha vuelto a vivir para siempre. El Señor resucitado se dejó tocar por sus discípulos, comió con ellos y les enseñó los huecos de los clavos en las manos y el hueco de la herida del corazón.

Él ha subido a los cielos donde nos espera en su Casa. Nos ha enviado su Espíritu para que le seamos fieles como personas, familias, iglesia y pueblo suyo.

(Canción)

El rechazo de Dios a quien más daña es a quien lo deja a un lado.

El pequeño Yuri vuelve de la escuela. Al entrar en la casa, da un portazo. Se nota que viene muy enfadado. Su papá, al observarlo, lo llama para hablar. Antes de que pueda decirle algo, Yuri exclama:

-¡Padre, tengo mucha rabia! ¡Mi amigo no tenía derecho a hacerme lo que me ha hecho! ¡Deseo lo peor para él! ¡Que se muera!

El papá, hombre sencillo pero sabio, escucha pacientemente. El niño prosigue:

-¡Mi mejor amigo me humilló delante de todos! ¡No lo aguanto! ¡Ojalá caiga enfermo y no pueda ir a la escuela!

Sin decir una palabra, el padre hace gestos al niño para que le siga. Coge un saco de carbón y salen al patio situado detrás de la casa.

El papá abre el saco y dice:

-¿Ves aquella sábana blanca que está colgando? ¡Imagínate que es tu amigo y por cada mal deseo que tienes contra él, lánzale un trozo de carbón! Cuando acabes con todo el saco, me avisas.

El papá se retiró, aunque observaba a su hijo sin que éste se diera cuenta.

Yuri encontró aquello muy divertido, y puso manos a la obra. La sábana se hallaba lejos y, por eso, sólo algunos trozos de carbón la alcanzaron, manchándola. Cuando terminó, avisó a su padre.

Éste, acercándose, le preguntó:

-¿Cómo te sientes ahora?

-¡Cansado, pero contento, porque he acertado muchos trozos de carbón en la sábana!

El papá mira al niño, que sigue sin comprender el sentido de lo que ha hecho y, con cariño, le dice:

-Ven conmigo, hijo mío, que quiero enseñarte algo.

Ambos entran en la casa y llegan a una habitación en la que había un enorme espejo.

-¡Mírate!, le dice el padre.

Yuri se miró, y se llevó un tremendo susto al ver una figura toda negra de carbón, en la que solo se distinguían los ojos y los dientes.

El papá, entonces, le expresó con ternura:

-Hijo, observa la sábana y verás que se ha manchado sólo un poco, mientras que tú estás todo sucio de carbón. Cuando deseamos el mal a los demás, nos sucede lo que te ha pasado a ti, Yuri: a ellos les afectan muy poco nuestros malos deseos, mientras que a nosotros nos manchan mucho. Si no lo evitamos, los residuos del rencor se quedan siempre con nosotros. ¿No te parece que sería mejor hablar con tu mejor amigo y tratar de arreglar las cosas, como amigos que han sido siempre?

A eso es lo que nos invita Dios Padre.

(Canción)

El bien vivido y compartido pasa a la historia.

Dos hermanos, uno soltero y otro casado, poseían una granja cuyo fértil suelo producía abundante grano que ambos se repartían a partes iguales. Al principio, todo marchaba perfectamente. Pero llegó un momento en el que el hermano casado empezó a despertarse sobresaltado todas las noches con este pensamiento: “No es justo. Mi hermano, soltero se lleva la mitad de la cosecha; pero yo tengo mujer y cinco hijos, de modo que, en mi ancianidad, tendré cuanto necesite. ¿Quién cuidará de mi pobre hermano cuando sea viejo? Necesita ahorrar para el futuro mucho más de lo que actualmente ahorra, porque su necesidad es, evidentemente, mayor que la mía”.

Entonces se levantaba de la cama, acudía sigilosamente adonde residía su hermano y echaba en el granero de éste un saco de grano.

También el hermano soltero comenzó a despertarse por las noches y a decirse a sí mismo: “Esto es una injusticia. Mi hermano tiene mujer y cinco hijos y se lleva la mitad de la cosecha; pero yo no tengo que mantener a nadie más que a mí mismo. ¿Es justo que mi pobre hermano, cuya necesidad es mayor que la mía, reciba lo mismo que yo?”.

Entonces acudía con un saco de grano al granero de su hermano.

Un día se levantaron de la cama al mismo tiempo y tropezaron, mientras cargaban sendos sacos de grano.

Muchos años más tarde, cuando ya habían fallecido los dos, la noticia se divulgó. Entonces los ciudadanos del lugar decidieron erigir un templo en el mismo sitio donde ambos hermanos se habían encontrado, porque no creían que hubiera en toda la ciudad, un punto más sagrado que aquél.

(Canción)

Hoy la Iglesia nos recuerda que San Francisco de Asís está en el cielo. Escuchamos una de sus enseñanzas.

Donde hay caridad y sabiduría, no hay temor ni ignorancia. Donde hay paciencia y humildad, no hay ira ni desasosiego. Donde hay pobreza con alegría, no hay codicia ni avaricia. Donde hay quietud y meditación, no hay preocupación ni disipación. Donde hay temor de Dios que guarda la entrada, no hay enemigo que tenga modo de entrar en la casa. Donde hay misericordia y discreción, no hay superficialidad ni endurecimiento.

De los enviados de Dios a su pueblo, diga al teléfono 78624000 quien le llama más la atención. Obsequiaremos un rosario para que lo puedan rezar en los días cercanos al 7 de octubre, día de la Virgen del Rosario.

Dios nos habla por última vez hoy mediante la Carta a los Filipenses, capítulo 4, versículos 6 al 9.

La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos los enfermos, los que sufren, sus familiares y amigos y permanezca para siempre. Amén.

(Canción).

A continuación ofrecemos íntegramente la alocución del cardenal y arzobispo de La Habana, Mons. Juan de la Caridad García.

Se el primero en comentar

Deje un comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*