Asociación Católica Mundial para la Comunicación premia película cubana en evento internacional de Cine

Por: Redacción de Palabra Nueva

El largometraje cubano Inocencia, recibió el Premio SIGNIS (Asociación Católica Mundial para la Comunicación) en la vigésimo edición del Festival Internacional de Cine de Santa Cruz, Bolivia, (Fenavid 2020).

Inocencia, dirigida por Alejandro Gil y ambientada en la Cuba del siglo XIX, narra la historia de un grupo de estudiantes de medicina encarcelados injustamente, que son víctimas de un inesperado desenlace. Dieciséis años después, un hombre que lucha por demostrar su inocencia, descubre una nueva pista que desentraña la verdad.

De acuerdo al jurado integrado por Marianela Pinto (Ecuador) y Juan Manuel Ijurko y Carlos Cordero (Bolivia), Inocencia  “se destaca por un trabajo cuidadoso en cada una de las fases de la narrativa” y “un guion sólido acompañado de una puesta en escena minuciosa, donde prima la pulcritud técnica y la funcionalidad estética que compactan un relato que enfatiza la búsqueda de la justicia y la verdad como motor social. Los hechos históricos de Cuba, en 1871, sirven de detonante para reflexionar sobre la difícil relación entre el poder desmesurado y la justicia racional. Un debate que, aún hoy, sigue sangrando a nuestros pueblos en América Latina”.

El filme cubano había recibido con anterioridad el Premio de esta asociación en la XL edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. En esa ocasión, el jurado elogió la cinta que permite al espectador reflexionar sobre el oportunismo, la intolerancia, la corrupción, el abuso de poder y la delación, males que en la actualidad siguen afectando nuestro entorno social.

En la categoría documental, la película El viaje de Javier Heraud (Perú) mereció el Premio SIGNIS en la misma edición de este festival. La historia se centra en el camino de Ariarca Otero, sobrina nieta del poeta Javier Heraud (1942-1963), para reconstruir la historia de su tío abuelo, acribillado en el río Madre de Dios a los veintiún años, acontecimiento que privó a la poesía peruana de una de sus voces más personales y originales.

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