XXX Domingo del Tiempo Ordinario

Por: padre José Miguel González Martín

Palabra de Hoy
Palabra de Hoy

Jornada Mundial de las Misiones
“Cuenta lo que has visto y oído”

24 de octubre de 2021

Los reuniré de los confines de la tierra… volverá una enorme multitud.

Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.

Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

Lecturas

Primera Lectura
Lectura del Profeta Jeremías 31, 7-9
Esto dice el Señor: «Griten de alegría por Jacob, regocíjense por la flor de los pueblos; proclamen, alaben y digan: ‘¡El Señor ha salvado a su pueblo, ha salvado al resto de Israel!’. Los traeré del país del norte, los reuniré de los confines de la tierra.Entre ellos habrá ciegos y cojos, lo mismo preñadas que paridas:volverá una enorme multitud.
Vendrán todos llorando y yo los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por camino llano, sin tropiezos. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito».

Salmo
Sal. 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R/.
Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos». El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R/.
Recoge, Señor, a nuestros cautivos como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R/.
Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R/.

Segunda Lectura
Lectura de la carta a los Hebreos 5, 1-6
Todo sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, porque también él está sujeto a debilidad. A causa de ella, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor sino el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy»; o, como dice en otro pasaje: «Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec».

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna.
Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
«Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí».
Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí».
Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo».
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama». Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que te haga?».
El ciego le contestó: ‘Rabbuní’, que recobre la vista».
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha salvado».Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

Comentario

De nuevo la Palabra de Dios de hoy ilumina nuestro presente y conecta maravillosamente con lo que hoy celebramos en toda la Iglesia, la Jornada Mundial de las Misiones, que llamamos Domund, este año bajo el lema: “Cuenta lo que has visto y oído”.
El texto del profeta Jeremías invita a la alegría desbordante producida por la acción todopoderosa de Dios sobre su pueblo, al librarlo de la opresión y el destierro, devolviéndolo a la Tierra prometida. Una liberación gozosa que tiene matices de universalidad, pues implícitamente se extiende a todos los hombres y mujeres de todos los pueblos de la tierra. Ciertamente se hace difícil vivir dicha alegría en nuestro presente cuando todavía, en muchas partes del mundo, siguen existiendo exilios, destierros, opresiones, emigraciones forzadas por razones religiosas, políticas, culturales, económicas, o de cualquier tipo. Hay muchos colectivos que siguen estando sometidos al poder de unos pocos que se benefician de ellos restringiendo sus libertades personales o sociales. Desde la Palabra de Dios de hoy, ni opresores ni oprimidos, debiéramos olvidar que el Señor es grande y todopoderoso, que a Él habremos de rendir cuentas un día de todo lo que hicimos o dejamos de hacer por nuestros hermanos más pobres, que Él nos liberará de todo y todos los que nos oprimen y cercenan nuestra libertad. La fe y la esperanza en Dios Padre omnipotente nos sostiene y alienta en cualquier adversidad.
La segunda lectura nos recuerda que Jesucristo es el único y universal mediador de la salvación que nos viene de Dios, como sacerdote eterno, que presenta al Padre nuestras súplicas y nos hace llegar la misericordia y la bondad de Dios para con cada uno de nosotros sus hijos. Nuestros dolores y padecimientos no le son ajenos, porque siempre está cerca de nosotros, porque tomó nuestra condición humana pasando por uno de tantos. Nuestras cruces forman parte de su Cruz que, desde el Calvario, extendió sus brazos hacia todos los hombres y mujeres de todos los pueblos de la tierra y de la historia. En el sacrificio de su propia vida desde la Cruz están presentes los sacrificios de tantos que ofrecen sus vidas silenciosa y diariamente en sus calvarios particulares.
En el evangelio de hoy todos estamos representados, pues cada uno de nosotros hemos sido o somos todavía el mendigo ciego del camino, que pide limosna, que hambrea libertad, que grita ante las injusticias, que pide a Jesús misericordia y compasión. Queremos ver en medio de tanta oscuridad, pues el dolor nos nubla el corazón; queremos oír, o más bien, escuchar con el alma algo que nos traiga paz y verdad, en medio de tanta palabrería y gritos vacíos.
Es el mismo Jesús, a quien nada de lo que nos afecta pasa desapercibido, el que nos invita a acercarnos a Él, a dar el salto dejando atrás todo lo que nos atrapa y estorba, a perder nuestras pequeñas seguridades, para confiarnos a su bondad todopoderosa, como Bartimeo que, soltando el manto, dio un salto para ponerse ante Jesús. Es el mismo Jesús quien nos llama por nuestro nombre y nos dice: ¿qué quieres que haga por ti? El ciego Bartimeo no le pidió una limosna abundante y generosa, un manto nuevo o una casa donde vivir, o un trabajo bien remunerado con el que resolver sus problemas de subsistencia… le pidió recuperar la vista para volver a ser persona y sentirse hombre libre como los demás, para volver a ver y sentir a los otros como son sin tenerlos que imaginar, para compartir la vida cotidiana sin barreras ni tropiezos.
Ya sabemos el resultado. La confianza en Jesús le cambió la vida a aquel buen hombre igual que nos la puede cambiar a nosotros. Su fe en Jesús lo salvó. Y concluye el texto diciendo que “al momento recobró la vista y lo seguía por el camino”. Porque es imposible conocer a Jesús y no seguirle, seguirle y no amarle, amarle y no imitarle.
En esta Jornada Mundial de las Misiones se nos invita a todos los cristianos a ser misioneros, a contar lo que hemos visto y oído, es decir, a hacer partícipes a los demás, en cualquier lugar o situación, lo que Dios ha hecho con nosotros; a comunicar nuestra experiencia del amor del Padre, nuestra vivencia de la fe en Jesucristo. No podemos callar y guardarnos para nosotros la maravillosa experiencia de la misericordia de Dios que cura nuestras cegueras, sana nuestras heridas, perdona nuestros pecados, libera nuestra alma del odio y de la maldad, purifica nuestros corazones de sufrimientos y resentimientos. Como a los primeros apóstoles, como a los misioneros que evangelizaron y evangelizan por el mundo, como a los cristianos de todos los tiempos y lugares, también a nosotros Jesús nos dice hoy: “Cuenta lo que has visto y oído”.

Oración

Señor, contigo he visto y oído que las cosas pueden ser diferentes;
que el cansancio y el desánimo no tienen la última palabra,
porque Tú no abandonas a nadie al borde del camino.
Contigo he visto y oído que Tú vives y quieres que yo también viva,
que eres bondad y misericordia,
y que me envías a compartir este anuncio –el anuncio más hermoso-
dejando brotar la alegría con la que inundas mi corazón.
Señor, quiero ser amor en movimiento, como Tú.
Te lo ruego: pon en marcha al misionero de esperanza que llevo dentro,
para que cuente lo que he visto y oído
a todos mis hermanos del mundo. Amén

(Oración Domund 2021)

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