El olvido se llama Giró

Por Lázaro Numa Águila

Obra de Giró
Juan Emilio Hernández Giró
Juan Emilio Hernández Giró

Aunque han pasado los años, conservo el recuerdo de mi maestro de sexto grado con profundo respeto y cariño: un hombre flaco, alto, calvo, recto y genial, de formación normalista y, hasta donde alcanza mi memoria, siempre impartió el mismo grado. En las clases de Historia de Cuba utilizaba un viejo libro. No era el que teníamos los alumnos, parecía un añejo álbum de fotografías y eso llamaba profundamente mi atención. Usaba sus láminas para mostrarnos cada pasaje de nuestro devenir histórico. Así, visualizamos en clases hechos y personalidades de nuestra historia. Conocimos los horrores de la conquista, de la colonización y de la esclavitud. Supimos del padre Félix Varela, de José Antonio Saco y de José María Heredia. Nos presentó a Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Maceo, Ignacio Agramonte y vimos a José Martí luchar por la unidad de los cubanos y por la independencia de Cuba. Era un formidable recurso pedagógico, cuando no existía el Power Point, el Data show, la multimedia y ni pensar en Internet ni en Wikipedia, herramientas indispensables de muchos padres de estos días para hacer –ellos– las tareas escolares de sus hijos.
Una vez, con la agudeza e inteligencia características del viejo maestro, siempre pendiente a sus alumnos y ante mi interés por la historia, o por el libro, no sé bien, me dijo: “Siéntate aquí, hojea con cuidado este libro, cuando termines me lo entregas”. El título de la obra era Historia gráfica de Cuba.1 Fue la primera vez que reparé en un nombre, lo recuerdo claramente, Juan Emilio Hernández Giró. Comencé de esta forma a apasionarme por la historia de Cuba. Me entristezco ahora cuando veo a un niño de sexto grado o de enseñanza secundaria que no puede reconocer, con tantos recursos técnicos en ayuda de la dinámica escolar, al patriota que aparece en un billete de cincuenta pesos, cosa que en mis tiempos de estudios primarios era casi un juego cotidiano.

Juan Emilio Hernández Giró
Juan Emilio Hernández Giró nació en Santiago de Cuba el 28 de mayo de 1882. En el propio marco familiar se inició en la pintura. Al comenzar la gesta libertaria de 1895, la familia se trasladó al vecino Haití. Allí inició sus estudios en la Academia Nacional de Pintura en el año de 1898, donde se mantuvo hasta que regresó a Santiago de Cuba en 1901. Cuando ingresó en la Academia Municipal de Bellas Artes de su ciudad natal, ya despuntaba como un gran dibujante y su empeño artístico halló pronto apoyo en el propio Emilio Bacardí. Gracias a su “mecenas” viajó a Europa, donde perfeccionó los conocimientos técnicos bajo la tutela de importantes maestros, hasta adquirir gran dominio en el arte. Se mostró con éxito en las principales plazas del viejo continente y fue elogiado por la crítica especializada. Llegó a ser reconocido como el iniciador de la técnica de “La acuarela inalterable”.2
Al regresar a Cuba en 1924 permaneció en La Habana. En 1926 fue nombrado director de la reconocida Academia de Bellas Artes San Alejandro. Aunque algunas fuentes aseguran que no asumió el cargo y prefirió ejercer solo como profesor de dibujo, pintura y colorido, otros documentos refieren que su responsabilidad como jefe del negociado de Bellas Artes le ocupaba mucho tiempo. Era un minucioso investigador del hecho histórico, recurso que derramó sobre sus obras. De su plumilla, pincel o buril brotaron estampas históricas formidables. Este fue quizás el campo en el que más incursionó, pero no el único. Aseguran los especialistas que “tenía un lápiz y una plumilla pesada y no le temblaba la mano con el pincel”. Otros lo señalan como “el genio de la perspectiva y el equilibrio”,3 siempre en este sentido hacen alusión a su obra Calixto García en el naufragio del vapor “Hawkins”.
Pintó marinas, campiñas, naturalezas, cuadros urbanos de época, cubanos y de Europa. En materia de retrato, dejó un interesante muestrario. Como fruto de su creación también se pueden encontrar exponentes de pintura religiosa, algo que puede resultar sorprendente en una figura como él. De ninguna manera se puede omitir su huella en el mundo del diseño editorial, existen tapas de libros y revistas editados en Cuba y en el exterior confeccionadas con temas de su inspiración artística.
Lo cierto es que quien fuera nombrado como el Officier d’Académie, Chevalier de la Legión d’Honeur en Francia, el Hijo Predilecto de Santiago de Cuba, en 1930 y Caballero de la Orden Nacional de Mérito Carlos Manuel de Céspedes, en 1937, dejó un legado impresionante. Murió en La Habana en noviembre de 1953.

Historia gráfica de Cuba
Historia gráfica de Cuba

Historia gráfica de Cuba
Luego de hecha la debida presentación del autor, retornemos a su obra Historia gráfica de Cuba.
La historia patria está narrada, lamentablemente, desde los grandes hechos y con una interpretación muy capitalina de estos. Lo local, desde el punto de vista historiográfico, no tenía casi ningún espacio hasta hace muy poco tiempo en que se ha comenzado a considerar su vital importancia. Este contradictorio y negativo fenómeno desde la mirada histórica, fue muy favorable para que Juan Emilio Hernández Giró pudiera concretar su libro en 1938. En él se encuentran plasmados todos los grandes hechos desde que Cristóbal Colón pisó estas tierras hasta las primeras décadas de la República.
En el prólogo, el autor dice: “La patria es realidad en acción, no solamente un nombre y una bandera […] La historia gráfica tiene sobre la escrita la imponderable ventaja de presentar los hechos y grabarlos en el más noble de los sentidos: el de la vista, cuya memoria es la más fiel de todas […] la imagen equivale a una lectura no sucesiva, sino idealmente simultánea, que troquela en la mente la escena completa en su conjunto y sus detalles”.4 Estas conceptualizaciones no las abandona en su creación, son el centro del libro, tanto es así que incluye en sus páginas ciento veintitrés imágenes de episodios históricos, realizadas por él. Al tratarse de un hombre que pasó su niñez y juventud fuera de Cuba, el profundo amor por la historia patria resulta muy significativo, tal cuestión se desborda sin límites en su gran obra pictórica. Juan Emilio Hernández Giró no era un historiador de formación, aunque en la propia portada de su texto aparece el título de Miembro de la Sociedad Académica de Historia Internacional de París. Él era un artista plástico, por eso, al momento de hacer cualquier análisis técnico, no se puede pretender encontrar grandes rigores metodológicos desde lo historiográfico, además de que era un hombre permeado por las pautas de su época.
La primera interrogante que surge al enfrentar-nos a Historia gráfica… aparece cuando leemos en su portada que se trata de “un texto compendiado”. ¿Son fragmentos de textos históricos de diferentes autores o de escritos realizados por el propio Giró y compendiados en un solo trabajo? El uso del término “compendiado” resulta confuso. A pesar de una profunda indagación sobre el asunto, no he encontrado la respuesta concreta a la interrogante. El texto está redactado en forma de relato histórico, no existen análisis profundos ni abordajes críticos, pero así se hacía en la época. La estructura sigue una cronología perfecta. El contenido es ameno y muy educativo, está concebido para enseñar. Lo más notable gramaticalmente es su unidad de estilo, cuestión muy difícil de lograr con fragmentos de escritos de diferentes personas a no ser que se manipule, lo que hace pensar que son del propio Giró o por lo menos de un solo autor.

La introducción
La primera estampa está dedicada a nuestros aborígenes y su hábitat. No cabe duda de que para lograr representar esto debió haber estudiado el Diario de Cristóbal Colón y las Cartas de relaciones de los adelantados conquistadores. Reproduce en sus dibujos el mismo panorama que ellos describieron. En el relato hace uso de vocablos aborígenes que han perdurado en la Variante cubana del español y son aceptados por la Academia Cubana de la Lengua, como los casos de bohío, caney, bajareque, burén, huracán y muchos otros. La combinación de texto e imagen logra, de manera efectiva, la compenetración del lector con el ambiente del momento que se narra y una fácil comprensión.
A continuación, refleja gráficamente todo el proceso de travesía y llegada de Colón a Cuba. Conquista y colonización, con sus hechos y protagonistas son dos etapas que se muestran adecuadamente. De esta manera, se van conformando los siguientes capítulos del libro. Me es imposible poder seguir literalmente cada momento, pues no es tarea fácil poder describir tanto tiempo histórico en unas cuantas cuartillas. Considero que el mayor vuelo de la obra se consigue en las etapas posteriores y para ellas reservaré mayor espacio.

Desde África llegaron
Las etapas de plantación y la esclavitud, exhiben un despliegue pictórico formidable. En sus láminas se puede observar desde el mercado de esclavos hasta los más violentos castigos como el de la escalera. Logró plasmar con objetividad los fenómenos de la trata de esclavos, el trabajo forzado y la crueldad del barracón. No olvidó las sublevaciones, ni al cimarrón, mucho menos a las más conocidas conspiraciones abolicionistas y sus fatídicos desenlaces.
Giró nos presentó una historia muy integradora. Se preocupó por los hechos, pero también por los hombres que aportaron a ella. Lo afronta todo desde su interpretación del contexto. Es por eso que aparecen figuras como Cristóbal Colón, Diego Velázquez, Hatuey, el padre Las Casas, el obispo Juan de las Cabezas Altamirano, Salvador Golomón, pero también se pueden encontrar otras como Isabel de Bobadilla, José Antonio Aponte o Plácido, el poeta, por solo citar escasos ejemplos. Hasta un individuo entrenado en asuntos investigativos, en determinados momentos, tiene que acudir a la memoria o a documentación colateral.

La épica cubana en Historia gráfica de Cuba
La guerra de 1868
La obra alcanza su mayor connotación a partir del 10 de octubre de 1868. Giró puso todos sus recursos en función de la representación de la contienda. De su talento brota, uno a uno, cada hecho significativo. Es complejo poder definir quién cobra mayor significación, si el discurso textual o la gráfica. Cada estampa refleja un minucioso trabajo de investigación, eso se hace notar en los personajes que aparecen en la iconografía y que identifica a pie de figura, como si se tratara de una fotografía. Fue minucioso al nivel del detalle, por tanto, cada estampa se convierte en un documento histórico de gran valor.
Sus dibujos Salida de Céspedes de La Demajagua, Perucho Figueredo cantando el Himno de Bayamo y El incendio de Bayamo son únicos. Con frecuencia se utilizan en la prensa para ilustrar efemérides, pero lamentablemente, casi siempre se omite la autoría. En La Asamblea Constituyente de Guáimaro, logró colocar magistralmente a los principales participantes. El dibujo del libro se convirtió, posteriormente, en uno de sus cuadros más reconocidos.
A espacio seguido hay tres gráficas formidables, El rescate de Sanguily por Ignacio Agramonte, Muerte de Ignacio Agramonte y Muerte de Carlos Manuel de Céspedes. Solo con las láminas bastaría para tener una panorámica perfecta de tan notorios momentos históricos, sin demeritar en ningún sentido al texto. Algunos de los dibujos del período fueron bocetos de obras mayores que luego trascendieron dentro de las pinturas de Giró y de la plástica de Cuba. Cierra esta etapa La Protesta de Baraguá, quizás la imagen más conocida de todas.
La tregua fecunda
Giró no omitió ni la Guerra Chiquita ni el importante período preparatorio de la de 1895. Se focalizó en el bregar de José Martí en función de la cohesión de los cubanos en el exilio. Señalaba: “En el extranjero, entre tanto, se alzaba como un sol purificador y fecundante José Martí, el apóstol de la independencia […] Pronto se hizo corazón y cerebro de la emigración cubana, a la que dio la necesaria unidad […] Acogidas con entusiasmo las bases por él redactadas, fue proclamado el Partido Revolucionario Cubano […] con José Martí como delegado”. En esta etapa de la obra solo aparece un dibujo, otro muy conocido, su verdadero nombre es Partido Revolucionario Cubano, aunque también se le suele titular José Martí arengando a los tabaqueros cubanos en Tampa.5
De esa resumida manera expuso el trabajo de Martí en los Estados Unidos y continuó diciendo: “Cuando estuvo completa la organización, el Tesoro Revolucionario fue invertido en equipar tres yates […] que debían salir en busca de los cruzados de la libertad […] en el preciso instante de zarpar del puerto de Fernandina, Florida […] los tres buques cargados de armas y pertrechos fueron confiscados por las autoridades norteamericanas, prevenidos por el ministro de España”.6
No dejó trunco el relato y se adentró en los pormenores del trabajo de Martí, luego del fracaso de Fernandina. Introduce al lector en los preparativos y la consolidación del regreso de los jefes de la guerra grande con el apóstol a la cabeza. La pasión de Hernández Giró por las figuras de los próceres de la patria es algo que siempre aflora de manera ilimitada.
De esta forma, cierra un capítulo histórico, pero abre las puertas de otro de vital importancia para Cuba.

Obra de GiróLa contienda de 1895
“El 5 de mayo se efectuó en la finca Mejorana, cercana a San Luis, Oriente, uno de los actos de mayor transcendencia para la revolución: reunidos en junta de guerra los tres caudillos epónimos, José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, acordaron el plan de campaña a seguir”.7 De esta forma, entra en la etapa histórica mejor lograda del libro, texto y gráfica alcanzan ahora una altura notable. De ella brotaron obras cumbres de su curriculum y rememora hechos que hoy están casi olvidados.
Relató minuciosamente los sucesos concernien-tes a la muerte de Martí, pero no la dibujó, como si el dolor pusiera de luto su plumilla o quizás en señal de respeto ante un hecho tan fatídico. Para Giró ese fue el momento en que: “el apóstol había de completarse con el héroe”.8 Prefiere continuar la marcha hasta el 13 de julio e ilustrarnos el combate de Peralejo, con un Maceo majestuoso e implacable, además de poco conocido. La figura del Titán se apropia totalmente de la intensión de la escena donde todo lo demás es difuso.
Montó cabalgadura en la invasión encabezada por Gómez y Maceo de una forma cronológica envidiable. Giró inmortaliza visualmente el combate de Mal Tiempo, pero sorpresivamente no utiliza la figura de Maceo, esta vez aparece Máximo Gómez en un dibujo muy sugestivo y peculiar que también se convirtió en obra mayor.
Luego avanzó consecuentemente hasta llevar al lector a una Muerte de Maceo muy personal y diferente al conocido cuadro de Armando García Menocal.
De la misma manera, prosiguió hasta la culminación de la contienda. Incluyó gráficamente la intervención de los Estados Unidos, pero no me detendré en detalles para avanzar hacia la próxima etapa.

La República vista por Giró
Si hay una etapa de la historia de Cuba que no está suficientemente estudiada y, en muchos casos, hasta omitida, es la República. En el caso de la Historia gráfica… de Giró, no es diferente. El autor la abordó de forma superficial o quizás menos sustanciosa que las anteriores. No muestra un despliegue gráfico interesante. Se limita a estampas de los presidentes mezclados con obras de alguna significación erigidas durante los períodos de mandato.
Innegablemente hay plattismo y superficialidad en el relato histórico republicano y se hace evidente una alta dosis de autocensura. Hay que entender que se trataba de la etapa donde vivía el propio autor y el momento histórico en que fue publicado el libro no favorecía mucho un tratamiento diferente. Giro vivió, como muchos otros artistas de la época, situaciones difíciles económicamente, hasta se vio sin empleo en más de una ocasión, esto hay que tenerlo en cuenta en cualquier análisis. República es el agujero negro de Historia gráfica de Cuba.

Reflexiones finales
Haciendo un juicio general, hay que decir que Historia gráfica de Cuba es un libro que no debiera ser visto como ejemplar raro, aunque es difícil de encontrar. Con luces y sombras es una propuesta histórica que debe ser valorada en su justa dimensión y a Juan Emilio Hernández Giró hay que considerarlo como uno de los grandes de nuestra plástica por derecho propio.
Hoy se habla mucho de lo visible, lo visual, de la visualidad y de antropología visual. Estos fenómenos se presentan como novedosos, sobre todo para los estudiosos de las artes y las ciencias sociales. Los interesados buscamos con avidez información sobre esos temas, no importa el lado del mundo de donde provenga. Hasta nos puede llegar a parecer que son descubrimientos foráneos donde los cubanos estamos a la zaga. A veces ignoramos que, en Cuba, naturales y extranjeros, hace muchos años, hicieron trabajos que, sin llevar esas definiciones, eran en efecto lo mismo, realizados con los recursos que tenían a la mano. Esos fueron los casos de La isla de Cuba pintoresca de Federico Mialhe (1838), Tipos y costumbres de la isla de Cuba de Antonio Bachiller y Morales (1881) ilustrado por Víctor Patricio Landaluze o Cuba a pluma y lápiz de Samuel Hazard (1928). Sin temor a equívocos, me atrevo a asegurar que Historia gráfica de Cuba es la expresión más completa de esos trabajos y Juan Emilio Hernández Giró un precursor nada inocente, sabía lo que hacía en ese sentido y el valor que esto tenía.
Al estar frente a El Titán de Bronce, en el Instituto de Historia de Cuba y al Sagrado Corazón de Jesús, en el Centro de los Hermanos de La Salle, dos cuadros meritorios de Giró, pero casi olvidados y en mal estado de conservación, y luego constatar que en la sala de Arte Cubano de entre dos siglos, del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, no hay expuesta ninguna obra del autor que tanto hizo por la consolidación de esa propia institución y que legó al patrimonio cultural cubano importantes exponentes, al vivirse esas lamentables experiencias, se comprende que el olvido –inexorablemente– lleva el nombre de Juan Emilio Hernández Giró. Ω

Notas
1 Juan Emilio Hernández Giró: Historia gráfica de Cuba, La Habana, P. Fernández y Cia., 1938.
2 Utilizaba en sus acuarelas los colores al pastel, estos no contienen aditivos ni barniz, por eso son inalterables.
3 Cristian Ramos y Vivian Lozano: Dibujemos juntos: aprendizaje autónomo en el campo del dibujo artístico, Bogotá, Corporación universitaria Minuto de Dios, Ciencias de la comunicación, Comunicación gráfica, 2016, p. 34. “Dominar la técnica es fundamental para la recreación del espacio y es un elemento clave en todo tipo de representaciones […] la perspectiva es fácil de aprender, pero difícil de dominar a cabalidad, ya que en gran medida el uso de esta define la sensación de ubicación espacial de una composición”.
4 Juan Emilio Hernández Giró: Historia gráfica de Cuba, ed. cit. en nota 1, p. 3.
5 Ibídem, p. 182.
6 Ídem.
7 Ibídem, p. 190.
8 Ibídem, p. 192.

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