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Iba‚ ilusa y radiante‚ hacia la muerte.
Fina García Marruz
Desde sus inicios‚ la dramaturgia de Blonde (Andrew Dominik‚ 2022)‚ de Netflix‚ es menos selectiva que cualquier habitual biopic —no le interesa ser precisa en rigor con cómo fue cada detalle de vida de la estrella cinematográfica en formación— y por ello se aprecia un salto en el relato tan grande desde la niñez de Norma Jeane hasta el ritmo acelerado de apariciones a manera de álbum precipitadamente repasado‚ siendo aún pelirroja‚ en numerosas portadas de revistas.
Mezcla de ficción y referencias innegables‚ fluctuaciones entre el blanco y negro y película en color‚ basándose en el libro homónimo de Joyce Carol Oates‚ Blonde no es una película biográfica al uso. Para las más recientes conclusiones acerca de su relación con políticos y su muerte, Netflix también apoyó el documental El misterio de Marilyn Monroe: las cintas inéditas (Emma Cooper‚ 2022). De hecho‚ este ha tenido mejor recepción. La película no es para todos los públicos. Algunos espectadores no han logrado rebasar veinte minutos de una trama para ellos aterradora y chocante sobre Marilyn Monroe.
Hay en el relato una fluctuación tan precipitada en lo que no quiso hacer y lo que quería ella‚ el control de las productoras estadounidenses sobre su vida personal y su carrera‚ incluso de esos papeles menores que interpretó en películas que apenas se recuerdan hasta empezar a ser centro de atención como Marilyn Monroe a partir de La jungla de asfalto (John Huston‚ 1950) y Eva al desnudo (Joseph L. Mankiewicz‚ 1950).
Escribió Guillermo Cabrera Infante que la tarea de Marilyn fue que los espectadores nos creyéramos que era una real rubia ingenua. Ella sí quiso que la tomaran en serio como actriz. Ese personaje de chica tonta o peor: de meretriz irreflexiva que‚ por mucho tiempo‚ algunos historiadores y hasta críticos se empeñaron en destacar‚ se intenta ahora completar mediante una imagen fragmentaria de mujer inteligente y bella‚ pero rota y violentada por culpa de otros desde su niñez. Y Blonde es eso: toda la posible exposición‚ cruda y muy desgarradora‚ sensual y sexual de Norma Jeane Baker para construir un símbolo inmenso que muchos fotógrafos‚ Andy Warhol y la memoria colectiva se encargarían de sacar de la pantalla. Monroe continúa viva y hermosa en las películas. El mito comenzaría luego del 5 de agosto de 1962‚ día de su muerte. Solo tenía treinta y seis años. Sin embargo‚ el mito en Blonde no domina‚ sino la soledad‚ la maternidad frustrada y la privación de un padre. Esto último excedido a más no poder.
Howard Hawks la enalteció como referente para la comedia musical en Los caballeros las prefieren rubias (1953). Fue él quien dijo que la cámara se enamoraba de ella y la resaltaba como a pocas actrices. Billy Wilder aprovechó su carisma y belleza‚ al tiempo que confesó lo difícil de trabajar con la Monroe por lo mal que le iba a ella con su propia persona. Ya la apodaban La Tardía. Pues detrás de ese personaje que creó y le ayudaron a inventar para actuar otros‚ había demasiadas exigencias. Mientras se enamoraba y quería ser madre‚ buscó asimismo la estabilidad y la paz. Pero ya era un suceso mundial. Eran los años cincuenta —su mejor década—, en los cuales Marilyn demostró lo que podía hacer y ser como actriz. Quim Casas‚ uno de los críticos españoles más respetados dice en este particular lo siguiente:
“En Niágara (Niágara; Henry Hathaway)‚ Marilyn dejó sus aspiraciones de lujo terrenal‚ sus frases sin sentido y sus miradas aparentemente ingenuas para engrosar la lista de mujeres fatales y ofrecer un registro bien distinto al de la chica tonta y tentadora que‚ de la mano de Hawks‚ Negulesco o Billy Wilder‚ se convertiría en mito erótico y pieza insustituible (y traumática) del star system de la década de los cincuenta”.1
Abundan los planos medios y la insistencia en las miradas. Pareciera que los personajes no conversaran. Confiesan sus deseos y temores. Unos a otros se analizan mientras impera el silencio‚ demasiado silencio. Es todo lo contrario a cuanto hubiera hecho para mal Baz Luhrmann. Es este un drama existencialista y sobre la inestabilidad psicológica.
Transcurrida la primera hora‚ no se ha visto todavía cantar a Marilyn Monroe (Ana de Armas). De su inseguridad en sus comienzos a las iniciales incursiones en la pantalla grande‚ se ven algunas de sus actuaciones. Pero no son las más conocidas. Se extiende la narración‚ donde la voz superpuesta de la protagonista machaca cuanto vemos o piensa. Antes de regalarnos el director algunas de esas escenas icónicas‚ Marilyn en un restaurant le exterioriza al pelotero Joe DiMaggio (Bobby Cannavale) algo muy axiomático por directo y figurado a la vez de lo que representa pertenecer literalmente a la industria hollywoodense. Ella declara: “En el cine te hacen pedacitos. Un corte tras otro. Es como un rompecabezas. Pero tú no juntas las piezas”.
El guion —bastante feminista en su intención según el criterio de la propia Carol Oates—‚ no obstante‚ no es lo más sobresaliente‚ sino las actuaciones y la puesta en escena‚ en especial cuando se logran ambientes epocales. El blanco y negro acentúa esto último y sobre todo el interés de Dominik por las variaciones en cuanto a visualidad general de su película. Sucede que insiste por capricho y sin necesidad en escenas e imágenes como la de la violación de la Monroe en una oficina y un feto formándose en su vientre y otro para colmo hablando con ella. Eso es excesivo.
Mucha polémica ha generado la selección de la cubana Ana de Armas para interpretar a un icono no solo estadounidense sino universal. Hace unos años pensé que Scarlett Johansson podía interpretar a Marilyn Monroe. Lo hizo de manera entrañable y sin parecérsele Michelle Williams (Mi semana con Marilyn). Para ser bien justo‚ la De Armas es acaso lo mejor de un largometraje que no necesita ser salvado por una sola actriz. ¿Pudiera Ana hacer historia? Ya lo está haciendo. ¿El Premio Óscar? Ese es a ratos tan predecible como sorpresivo.
Blonde es y será memorable por mucho tiempo por aterrizarnos a puñetazos seguidos a una mujer que fue demoliéndose poco a poco‚ pero sigue siendo capaz de mejorarnos un día malo o al menos unas horas. Las suficientes para seguir viviendo con alegría y amar el cine.
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