Una pandemia transita el orbe (2)

Por: José Antonio Michelena

Coronavirus
Coronavirus

La pandemia desatada por la Covid-19 ha conmocionado el mundo y dejado claro que a pesar de todo el avance tecnológico al que hemos llegado, la naturaleza puede cobrarnos caro nuestros errores, y que la globalización es excelente para expandir los virus.

Como cada nación ha trazado sus estrategias, su propia gestión de la crisis, hemos convocado a un grupo de intelectuales de países diversos, para poner en contexto, desde sus respectivas naciones, este flagelo actual, globalizado, de la humanidad.

Son científicos, profesores, escritores, periodistas, comunicadores, que dejarán aquí sus voces para transmitirnos sus experiencias, informaciones, opiniones. Al compartirlas, propician que sintamos ese amparo que brindan el conocimiento y las ideas, algo que necesitamos mucho en esta hora.

Carlos Uxó
Carlos Uxó

LA COVID-19 EN OCEANÍA

Por Carlos Uxó*

En Oceanía hay que distinguir, como en tantos otros aspectos, entre la situación de Australia y Nueva Zelanda y la de otras islas del Pacífico. Australia y Nueva Zelanda tienen hoy motivos para el optimismo y en ambos casos parece haberse conseguido aplanar la curva.

Curiosamente –otro de los enigmas que nos presenta la pandemia– lo han conseguido aplicando metodologías diversas: el gobierno neozelandés optó por la eliminación absoluta de la transmisión (tomando todas las medidas posibles desde el primer momento), mientras que Australia se decidió por una supresión en diversas fases, entendiendo que la lucha contra el coronavirus se trataba, en palabras de los propios epidemiólogos, “de un maratón y no de un sprint”.

También la relación de gobierno y ciudadanía parece haber sido diferente: mientras que en Australia se ha adoptado una línea quizás exageradamente dura a la hora de exigir la colaboración ciudadana (con multas de hasta mil dólares, por conceptos como estar sentado en un banco en una calle comiendo algo recién comprado, en una calle en la que sería legal estar caminando comiéndose ese mismo bocadito), la Primera Ministra de Nueva Zelanda ha mostrado un gran sentido común y capacidad para conectar con los neozelandeses, a los que pidió que anotaran detallada (y privadamente) sus salidas de casa, por si tuvieran que verificar su cercanía o no con el lugar de un contagio conocido.

Así, mientras que a los australianos nos parece que las medidas vienen impuestas por el gobierno, en Nueva Zelanda se ha tratado de incorporar a la población. Quizá la maldita circunstancia del mar por todas partes ha ayudado en ambos casos, y al día de hoy presentan un optimista (al tiempo que muy cauteloso) panorama, con un grado de infección menor de 1. Aun así, Australia anunció recientemente que con toda probabilidad no retomaría los vuelos internacionales hasta final de año.

Por otra parte, Australia ha reduplicado sus esfuerzos por avanzar en la investigación que pueda ofrecer alguna ayuda a la salida de la crisis. Tanto la Melbourne University como Monash University, ambas cerradas, han mantenido abiertos laboratorios dedicados a la Covid-19.

En Monash University los investigadores han conseguido usar ivermectina como inhibidor in vitro. Para que nos entendamos: se ha conseguido que, en las condiciones controladas de un laboratorio, el virus que causa la Covid-19 no se desarrolle. Es un gran paso que ahora necesita de más investigación para probar si es posible replicar estos resultados fuera de un laboratorio y usando una dosis de medicamento que resulte eficiente y que al mismo tiempo no provoque efectos secundarios nocivos. Muy importante en esta investigación es que usa un medicamento accesible en todo el mundo.

En otras islas del Pacífico, la situación, como su realidad económica, es bien diversa. La llegada de la Covid-19 hasta ahora resulta muy limitada, sin duda ayudada por la reducción del comercio internacional y del tráfico de pasajeros. La reducidísima capacidad sanitaria en algunas de esas islas, no obstante, resulta preocupante, puesto que el más mínimo brote podría tener resultados catastróficos. Quizás por ello, países como Kiribati han declarado el estado de emergencia a pesar de no tener ningún caso confirmado.

 

*CARLOS UXÓ GONZÁLEZ (Madrid, 1967) es doctor en Estudios Latinoamericanos por la universidad La Trobe, de Melbourne, Australia, y profesor en el departamento de Estudios hispánicos y latinoamericanos de la universidad australiana de Monash.

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