Nos adentramos en el octavo mes del año lidiando con la Covid-19. Hubiéramos querido vivir todo este tiempo en una cápsula, en una cámara hiperbárica, en hibernación, y salir afuera solo cuando todo pasara. Pero han sucedido tantas cosas en la aldea global en estos siete meses… Y qué es la vida sin la experiencia del día a día, de lo que acontece y nos acontece.
Por muy aislados que estuviéramos, no podíamos estar sin escuchar el latir del mundo, las múltiples historias, desde el origen y la propagación del nuevo coronavirus y el seguimiento a la crisis sanitaria, hasta los efectos sociales por la asfixia de un afroamericano por un policía en Minneapolis. ¿Acaso no es todo un solo relato?
En la Isla no hemos estado ajenos a los sucesos de afuera, pero también adentro han pasado cosas. Y para todo hay criterios y posicionamientos que provocan desencuentros y choques cuando aflora la intolerancia, las voces que gritan más alto porque quieren ser las únicas escuchadas, las que se creen portadoras de la verdad.
Palabra Nueva ha querido compartir las expresiones de un grupo de voces diversas para ofrecerlas a sus lectores como una muestra de las experiencias personales y colectivas que se han vivido en este año bisiesto tan peculiar y asombroso, este veinte-veinte convertido en cuarent(en)a.
Hemos solicitado a esas personas que nos narren sus vivencias en estos siete meses, cómo han transcurrido sus días, de qué manera han enfrentado los desafíos y qué lectura hacen de lo acaecido, cuáles son sus ideas al respecto.
Entre esas voces, algunas han querido expresarse con un texto poético, lo que también es válido.
La plaga
Por Alexis Soto Ramírez
cedió finalmente mayo
cuando la sombra le llegaba casi a la cintura
en su comienzo se agarraba a los despojos de un invierno
que resultó ser un fraude
sin una miserable pulgada de nieve
la mosca abandonó su escondite
por eso decidimos salir a buscar flores
como obedeciendo lo que parecía ser un mandato impostergable
aun en medio de la tan sonada plaga
la plaga era y no imaginaria
como nuestras pesadillas
no obstante plantamos flores
para aliento y refugio de las abejas
como si no importara más el propio sucumbir
cierto es que la plaga cambió en algo nuestras costumbres
su parte imaginaria cumplía muchos de nuestros anhelos
su parte real sacudió con vehemencia al polluelo
nos trajo humores de gran nocividad
la plaga desbarata la cardinalidad del sillón
donde sumidos en esta y otras reflexiones dormitamos
(en otro tiempo
cavilaciones como estas provocaban las más hermosas apoplejías
lejanas y brillantes como una supernova)
la cavilación era tan solo una manera de volver
sobre sí mismo
una manera de balancear un espacio interior
que nos prohibía sembrar aquellas flores
para el sosiego del insecto
en este punto toca hablar del pájaro
su material semiótico nos viene del aire
y su maravilla es a la vez orgullo y secreto alarde de los árboles
el pájaro es un complejo motor que ordena los abismos
el abismo y el pájaro
también el mulo
demarcan los límites que para el hombre
debieron quedar estáticos
pero algo no funcionó a su debido tiempo
y la frontera que trazaban el pájaro
el abismo o el mulo quedó absuelta
a eso mandaron la plaga
a encofrar con un cintillo la locura del hombre
el llanto mudo del mulo
y el orgullo del árbol confabulan
la playa ondea una bandera de raras cavilaciones
Alexis Soto Ramírez (La Habana, 1967). Poeta. Trabaja como arquitecto de sistemas informáticos y reside en Ellicott City, Maryland, EE.UU. Su último libro publicado es La moda albana (poesía, Ediciones Lenguaraz, 2019).
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