Notas del año de la Covid (10)

Por: José Antonio Michelena y Yarelis Rico Hernández

Ilustración: Ángel Alonso
Ilustración: Ángel Alonso

Transitamos por el octavo mes del año lidiando con la Covid-19. Hubiéramos querido vivir todo este tiempo en una cápsula, en una cámara hiperbárica, en hibernación, y salir afuera solo cuando todo pasara. Pero han sucedido tantas cosas en la aldea global en estos siete meses… Y qué es la vida sin la experiencia del día a día, de lo que acontece y nos acontece.

Por muy aislados que estuviéramos, no podíamos estar sin escuchar el latir del mundo, las múltiples historias, desde el origen y la propagación del nuevo coronavirus y el seguimiento a la crisis sanitaria, hasta los efectos sociales por la asfixia de un afroamericano por un policía en Minneapolis. ¿Acaso no es todo un solo relato?

En la Isla no hemos estado ajenos a los sucesos de afuera, pero también adentro han pasado cosas. Y para todo hay criterios y posicionamientos que provocan desencuentros y choques cuando aflora la intolerancia, las voces que gritan más alto porque quieren ser las únicas escuchadas, las que se creen portadoras de la verdad.

Palabra Nueva ha querido compartir las expresiones de un grupo de voces diversas para ofrecerlas a sus lectores como una muestra de las experiencias personales y colectivas que se han vivido en este año bisiesto tan peculiar y asombroso, este veinte-veinte convertido en cuarent(en)a.

Hemos solicitado a esas personas que nos narren sus vivencias en estos meses, cómo han transcurrido sus días, de qué manera han enfrentado los desafíos y qué lectura hacen de lo acaecido, cuáles son sus ideas al respecto.

 

Las caras que me muestra la Covid-19

Por: Tania Gómez Rodríguez

Cuando a finales del año 2019 conocí la noticia de que una nueva epidemia estaba surgiendo en China, me sensibilicé cristianamente con ellos y le pedí al Señor que los amparara, pero era algo que acontecía al otro lado del planeta, nunca imaginé que iba a alcanzar tal magnitud y que marcara la vida del mundo entero.

Meses más tarde mis hijos dejarían de ir a la escuela porque debíamos permanecer en casa para cuidar nuestra salud y la de los demás.

Tania junto a su esposo e hijos.
Tania junto a su esposo e hijos.

No creo que tenga que mencionar todos los cambios ocurridos y los proyectos tronchados. Apareció el temor del contagio. Toda precaución parecía poca. Cada vez que escuchábamos acercarse una ambulancia o nos llegaba el comentario de que alguien podía haber adquirido el virus, se iniciaba una búsqueda en la memoria sobre la última vez que lo habíamos visto y bajo qué circunstancias. Mi cuadra tuvo tres casos positivos y un sospechoso; gracias a Dios, ningún fallecido.

Sin embargo, también descubrimos la mano de Dios en medio de esta tormenta. Junto al miedo, el agobio y la desesperación, aparecen también actitudes y testimonios que nos permiten descubrir las luces que sobresalen en medio de tantas sombras.

En primer lugar, vivir la fe en la familia. Traer la Semana Santa a la casa fue algo novedoso. Por esos días surgió el grupo de WhatsApp de la catedral de Pinar del Río y el padre nos guiaba la liturgia cada día. La transmisión televisada de la Santa Misa desde el Santuario del Cobre, unido a los mensajes radiales de nuestro obispo y luego los programas de cada domingo por la emisora local, abrieron una oportunidad para que miembros de la familia que no practican nuestra fe, también se sentaran con nosotros en esos momentos y juntos presentar a Dios los rostros de tantas personas enfermas y la vida de nuestro pueblo.

Tania (detrás en la foto) junto a Mons. Juan de Dios Hernández y parte del equipo realizador del programa radial.
Tania (detrás en la foto) junto a Mons. Juan de Dios Hernández y parte del equipo realizador del programa radial.

Como regalo divino me invitaron a ser parte del equipo de realización de “Un Dios que sale al encuentro”, programa de la diócesis de Pinar del Río que se transmitía cada domingo, a las diez de la mañana, por Radio Guamá y Radio Artemisa. ¡Ha sido una experiencia maravillosa! Fue un reto mayúsculo; nunca había trabajado en ese medio, pero en él encontramos verdaderos profesionales que se convirtieron en grandes maestros y amigos para nosotros.

Por medio de esta experiencia entrevistamos a varias personas para el programa, entre ellas, al padre Roger Marcel Harlee, OMI, párroco de San Diego y residente en Los Palacios, quien vivió días de aislamiento en el Inclán (asentamiento rural preparado para acoger los casos de sospecha o contagio de la Covid-19 en la zona) junto a dos seminaristas, pues uno de ellos presentaba fiebre y dolor de garganta. El padre nos contó cómo convirtió sus días de confinamiento en un retiro de oración; nunca se sintió solo, constantemente recibía las llamadas del obispo, de la comunidad parroquial, de religiosas, de sus hermanos sacerdotes y de comunidad.

Otros testimonios fueron el de Aileen Leal Flores, de la parroquia San Francisco de Asís, licenciada en Microbiología; el de la doctora Danay de la Concepción Fleitas, estomatóloga especialista en Periodoncia; y el de su hija, Talía María Gort Fleitas, estudiante de tercer año de Medicina, ambas de la Catedral de San Rosendo, quienes expresaban cómo la fe en Dios les permitía vencer el miedo y salir cada mañana a pesquisar, dándole un sentido cristiano a su labor diaria.

Por otra parte, la vida de la diócesis no se detuvo. Desde el Obispado, donde nos encontrábamos un número muy reducido de trabajadores, al igual que desde las parroquias que conforman esta Iglesia particular, se mantuvo la comunicación con el pueblo vía telefónica o por correo electrónico. Los esfuerzos se centraron en acompañar a los fieles desde la distancia; por eso se intensificó el trabajo en las redes sociales, a través de las cuales se distribuía material para la oración y se preparaba la reapertura en el momento indicado.

Al entrar en las fases de recuperación, se hizo pública la primera Carta Pastoral de nuestro obispo, Mons. Juan de Dios Hernández Ruíz, SJ, llamada “A ti te digo, levántate y anda” (se puede descargar en el sitio y la página de Facebook de la diócesis). El documento anima a reflexionar sobre la respuesta que le damos a Jesús ante su invitación de dejarlo hacerse presente en nuestra realidad.

A partir de la experiencia vivida organizamos y realizamos la reunión de Agentes de Pastoral. Era una oportunidad para escucharnos unos a otros y proyectar el trabajo futuro desde el fortalecimiento de la comunidad cristiana. Para ello contamos con el apoyo del documento “Nacer de Nuevo”, en el que nuestro obispo hace un análisis de la realidad y nos ofrece herramientas para continuar el camino. Concluida esta reunión celebramos la Misa Crismal.

Durante la confección del programa radial.
Durante la confección del programa radial.

El programa radial lo continuamos, pero ahora solo en las redes sociales. También lo distribuimos en las parroquias a través de memorias flash y de los grupos de WhatsApp. Los que tienen la posibilidad de descargarlo en el sitio de la diócesis de Pinar del Río, su página de Facebook, o en RCJ- Radio, lo copian y pasan a aquellos que no tienen acceso a internet. ¡Ojalá algún día poseamos un espacio fijo en la radio para que nuevamente nuestro pueblo pueda recibir un programa que le hace tanto bien a su vida, como así nos lo han manifestado, en varias ocasiones, quienes lo escuchaban por este medio! Mientras llega ese día, nosotros continuamos trabajando con la evocación constante al poder de la semilla de mostaza, capaz de dar vida al más robusto de los árboles.

Así ha sido mi experiencia durante esta pandemia que tanto llanto ha causado en aquellos que han perdido seres queridos; tanto miedo e incertidumbre en la sociedad. Pero, a la vez, nos recuerda que somos frágiles y vulnerables, que cualquiera puede ser contagiado, que somos responsables de la salud de quienes nos rodean, que las crisis nos empujan a buscar alternativas para continuar avanzando, que la creatividad se desarrolla en la adversidad… Me ha enseñado, sobre todo, que Dios se hace presente siempre, y por muy dura que sea mi realidad, al mirar la cruz, me quedo sin palabras para quejarme y mi oración se torna diferente.

Lamentablemente han vuelto a aumentar los casos, a cerrarse comunidades de la diócesis y vuelve la incertidumbre sobre los días futuros. Ojalá que aprendamos las lecciones que nos trae la pandemia y no volvamos a cometer los errores de antes.

Tania Gómez Rodríguez
Tania Gómez Rodríguez

Tania Gómez Rodríguez (Pinar del Río, 1978). Ingeniera en Telecomunicaciones y Electrónica (UPR “Hnos Saíz”, 2006). Graduada del Diplomado de Comunicación Social (ITEPAL-CELAM, 2014). Trabaja en el Obispado de Pinar del Río. Miembro de la Comisión Diocesana de Comunicación Social. Miembro de SIGNIS-Pinar del Río.

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