San Egidio: la posada del Buen Samaritano

Por: Yarelis Rico Hernández

Comunidad de San Egidio
Comunidad de San Egidio
Respondiendo a una solicitud de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la Oficina del Historiador de la Ciudad y de las direcciones municipal y provincial de Salud Pública en la capital cubana, la Comunidad de San Egidio accedió a convertir su sede en La Habana en centro de aislamiento para casos de niños positivos al Covid 19.
Innaris Suárez Cárdenas, fundadora y miembro de la comunidad en Cuba, declaró a Palabra Nueva que tan pronto les solicitaron esta colaboración, respondieron afirmativamente. “Hemos trabajado muchísimo para cumplir con los requisitos necesarios y que esta obra fuera posible, pues consideramos que es una oportunidad muy concreta para controlar la enfermedad”, precisó.
La determinación de convertir la sede en centro de aislamiento dificultó, sin dudas, los servicios acostumbrados. Sin embargo, y con la confianza puesta en Dios, no dudaron en entregar la casa para que niños entre 18 meses y 12 años de vida fueran atendidos en ella. Una vez más la fidelidad a los pobres les hizo ser creativos y audaces, y las personas necesitadas no dejaron de ser acogidas.
Para ello, trasladaron lo necesario para la cocina de la iglesia de Nuestra Señora de Monserrate, donde desde hace un tiempo, cada martes en la tarde, abren las puertas a los amigos que viven en la calle, con quienes comparten amistad, amor y algo de alimento. También en esta céntrica parroquia, la comunidad realiza un bello servicio de cantina para los ancianos.
Desde que la sede acogió a pequeños positivos al Covid 19, los voluntarios comenzaron a cocinar en la iglesia de Monserrate y después trasladan la comida hasta allí. “En condiciones diversas, con un pequeño espacio a nuestra disposición, continuamos los servicios. Los alimentos los distribuimos por una puerta independiente a la entrada principal de la sede”, precisa Innaris.
Durante la etapa de preparación para recibir a los niños enfermos, se crearon lazos de amistad y de solidaridad entre los miembros de la comunidad y el personal de salud implicado en el cuidado de los pequeños. Hoy, los médicos de la familia San Egidio apoyan la atención en el centro de asilamiento, mientras que parte del personal de asistencia sirve y distribuye alimentos a los amigos deambulantes y a los ancianos. En opinión de Innaris Suárez Cárdenas, “en Cuba es necesario crear redes de solidaridad que generen energía de amor para tantos que la necesitan, es así como podemos transformar esta realidad”.

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