Poco después de la sublevación militar que derribó al gobierno populista del general Juan Domingo Perón en la República Argentina, la revista cubana Bohemia –entonces una de las más influyentes en nuestro continente– incluyó, en sus dos primeras ediciones del mes de noviembre de 1955, una encuesta con el título Opinan sobre Perón y su derrocado régimen, mediante la cual se recogieron opiniones al respecto de diversas personalidades de nuestro país. Entre esas voces estuvo la de un sacerdote, el padre Ángel Gaztelu, quien quiso, ante todo, ser candil de la casa propia antes de alumbrar la ajena, pues teniendo la casa por barrer, le preocupaba ese interés por el polvo en la del vecino. Sin embargo, no dejó de dar su criterio sobre el tema en cuestión, y aseguró que no estaba interesado (como simple ciudadano) en otra política que en la de un gobierno con todos y para el bien de todos. Y a título de sacerdote confesó que no aspiraba a más política que a la esencial y amplia en el concepto quevediano: “A la política de Dios y el gobierno de Cristo”. […]