Alocución 8 de mayo, Día de las Madres

Por: Arzobispo de La Habana, cardenal Juan de la Caridad García

Hoy, domingo 8 de mayo, celebramos el Día de las Madres. Felicitaciones a todas las madres. Rezamos, damos gracias y los hijos queremos hacerlas felices. Es nuestro mayor regalo.

Voz: Oración por mi madre

Dios Padre Bueno, ¡qué maravillosa la creación que hiciste de mi madre!

Te doy gracias por ella, por su entrega, dedicación, sacrificio y disponibilidad.

Te pido perdón, Padre mío, por las veces en que la he hecho sufrir ocasionándole innumerables dolores de cabeza.

Ayúdame a no hacerla sufrir más.

Señor Jesucristo, que pasaste nueve meses en el seno de la Virgen María, que sentiste la dicha de ser amamantado, cargado, acariciado por tu Madre, que aprendiste de sus labios a decir Papá Dios, enséñame a cumplir el cuarto mandamiento de la ley de Dios y los restantes mandamientos que mi madre me dio a conocer con su vida, con su palabra, con el catecismo al que me enviaba.

Dios Espíritu Santo, dador de vida, inspirador del amor, reparte tus dones de Sabiduría y Consejo a todas las madres para que puedan educar y guiar, junto con los esposos, a los hijos y constituir una bella familia, unida por el amor aquí en esta tierra y después permanecer juntos en el cielo.

Santa María de la Caridad, que sabes de dolor y sufrimiento por tus hijos, ruega por tantas madres que lloran y ponte al lado de ellas, en la cruz de la enfermedad, prisión, injusticia, lejanía, alcoholismo y demás penas de este valle de lágrimas.

Consuela y fortalece a madres e hijos para que superen en paz las adversidades de esta vida y se encaminen juntos hacia la patria del cielo,
donde nos esperas con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.

(CANTO)

La Virgen es mamá de Cristo, Hijo de Dios hecho hombre. Nos lo narra el evangelio según San Lucas, capítulo 1, versículo 26 al 38.

(EVANGELIO)

La Virgen llevó en su seno virginal a Jesús. Las madres saben muy bien lo que es el embarazo: alegría, esperanza, sueños, confianza en Dios, en la familia, en quienes nos atienden. La Virgen dio a luz a su Hijo en la cueva de Belén. Las madres saben bien lo que es el parto y el júbilo después del parto.

La Virgen cargó, acarició, amamantó, bañó, lavó pañales, vio crecer a su niño, lo enseñó y aprendió de él. Las madres saben bien lo que vivió la Virgen.
La Virgen caminó al lado de su Hijo en momentos alegres, en momentos difíciles, en momentos de sufrimiento y crucifixión.
Muchas madres han hecho lo mismo y no hay límites para la entrega sacrificada en favor de sus hijos, lo cual no pesa porque todo está hecho por amor.
En el momento más doloroso de la Vida de la Virgen, su Hijo la convirtió en Madre de toda la humanidad.

(EVANGELIO Juan 19, 25-27)

Santa María, Madre de Cristo y Madre nuestra, ahora que estás en el cielo, te rogamos tus hijos:
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes.
Ven conmigo a todas partes y nunca solo me dejes.
Y ya que me proteges tanto como verdadera Madre,
haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.

(CANTO)

Voz: Una mamá es un regalo de Dios, el más bello del mundo. En el concurso donde seamos jurados no hay princesa que pueda ganarle porque ella es la más linda y la más buena.
Una mamá es la primera sonrisa, la primera caricia, el refugio seguro, la comida puntual, la primera oración: es la caricia de Dios.

Una mamá es la primera lección, el beso más dulce, el primer gesto de amor, el abrazo más cálido, la natilla más rica, los zapatos más limpios, la ropa más perfumada; pero una mamá también es el cintazo más fuerte, un castigo severo, una medicina amarga, una inyección que duele por culpa de aquella dichosa desobediencia que nos enfermó de amigdalitis.

A una mamá siempre la podemos encontrar allí, cuando queremos que esté y cuando no lo queremos; una mamá siempre se mete en todo y siempre tiene la solución para nuestros problemas, porque ella lo sabe todo.

Las mamás son: hadas madrinas; acusonas, sobre todo con papá cuando nos hemos portado re-mal, pero también son nuestras alcahuetas cuando tienen que defendernos del cinto de papá. Las mamás son adivinas: siempre saben dónde estamos y qué hacemos, aunque no se lo digamos; son cuenteras (las mejores del mundo), si escribieran un libro con los cuentos que ellas inventan, existieran miles de versiones de un mismo cuento, ése que es el que más nos gustó, pero que su invención y que cada vez que se lo pedimos surge otra versión. Una mamá puede ser un conejo o un lobo, o una araña, pero también es nuestra primera amiguita, lo que desearíamos ser, el soldado perfecto, que teme tanto hacernos daño que siempre deja que le ganemos.
Una mamá es aquella mujer de sonrisa perenne, que guarda todas las cosas en su corazón y luego las medita; la que no se acuesta hasta que no lleguemos, la que pregunta mucho o que no pregunta nada; la que siempre añoramos y a la que siempre vamos.

Una mamá es la maestra de siempre, el consejo oportuno, ése que nos anuncia el mal que podemos sufrir, antes de que suceda y cuando sucede nos acordamos de sus palabras que no quisimos escuchar; pero una mamá también quisiera ser el escudo que nos proteja de los infortunios de la vida; la hacedora de milagros, que pudiera convertir nuestras vidas en eterna felicidad. Una mamá es la oración constante de petición, expresada en cada instante de la vida por los hijos y de agradecimiento por ellos a Dios.

Una mamá… es mi mamá.

(CANTO)

Las suegras son mamás y las nueras hijas, nos comenta el Papa Francisco.

VOZ: Hoy la suegra es un personaje mítico, la suegra no digo que la pensamos como el diablo pero siempre se piensa en ella como una figura mala. Pero la suegra es la madre de tu marido, es la madre de tu mujer. Pensemos hoy en este sentimiento un poco difundido de que la suegra cuanto más lejos mejor. ¡No! Es madre, es anciana. Una de las cosas más bonitas de las abuelas es ver a los nietos, cuando los hijos tienen hijos, reviven. Mirad bien la relación que vosotros tenéis con vuestras suegras: a veces son un poco especiales, pero te han dado la maternidad del cónyuge, te han dado todo. Al menos hay que hacerlas felices, para que lleven adelante su vejez con felicidad. Y si tienen algún defecto hay que ayudarlas a corregirse. También a vosotras suegras os digo: estad atentas a la lengua, porque la lengua es uno de los pecados más malos de las suegras, estad atentas. Y Rut en este libro acepta a la suegra y la hace revivir y la anciana Noemí asume la iniciativa de reabrir el futuro para Rut, en lugar de limitarse a disfrutar de su apoyo. Si los jóvenes se abren a la gratitud por lo recibido y los ancianos toman la iniciativa de relanzar su futuro, ¡nada podrá detener el florecimiento de las bendiciones de Dios entre los pueblos! Por favor, que los jóvenes hablen con los abuelos, que los jóvenes hablen con los ancianos, que los ancianos hablen con los jóvenes. Este puente debemos restablecerlo fuerte, hay ahí una corriente de salvación, de felicidad. Que el Señor nos ayude, haciendo esto, a crecer en armonía en las familias, esa armonía constructiva que va de los ancianos a los más jóvenes, ese bonito puente que nosotros debemos custodiar y cuidar.

(CANTO)

VOZ: Un día mi madre me preguntó cuál era la parte más importante del cuerpo. Con los años encontraría la respuesta correcta, Cuando era joven pensé que el sonido era muy importante para nosotros. Y por eso dije: “mis oídos, madre”. Ella dijo: “No, muchas personas son sordas y se arreglan perfectamente. Pero sigue pensando, te preguntaré de nuevo”. Varios años pasaron desde aquella primera vez. Yo había creído encontrar la respuesta correcta. Entonces le dije: “Madre, la vista es muy importante para todos. Entonces deben ser nuestros ojos”. Ella me miró y me dijo: “Estás aprendiendo pronto, pero la respuesta no es correcta, porque hay muchas personas ciegas que salen adelante aun sin sus ojos”. Continué pensando cuál era la solución. Mi madre me preguntó varias veces más a través de los años. Y ante mi respuesta era: NO. “Pero estás poniéndote cada vez más inteligente con los años. Pronto acertarás”. El año pasado mi abuelo murió. Todos estábamos dolidos. Lloramos, incluso mi padre lloró. Recuerdo esto sobre todo, porque fue la segunda vez que lo vi llorar. Mi madre me miraba cuando fue el momento de dar el adiós final al abuelo. Entonces me preguntó: “No sabes todavía cuál es la parte más importante del cuerpo, hija”. Me asustó cuando me preguntó, justo en ese momento. Yo siempre había creído que ese era un juego entre ella y yo. Pero ella vio la confusión en mi cara y me dijo: “Esta pregunta es muy importante para cada respuesta que me diste en el pasado. Te dije que estabas equivocada y te he dicho por qué. Pero hoy es el día en que necesitas saber”. Ella me miraba como solo una madre puede hacerlo. Vi sus ojos llenos de lágrimas y la abracé. Fue entonces cuando apoyada en mí me dijo: “Hija, la parte del cuerpo más importante de tu cuerpo es tu hombro”. “¿Porque sostiene mi cabeza?”, le pregunté. “No, hija. Es porque puede sostener la cabeza de un ser amado o de un amigo cuando llora. Algún día necesitaremos llorar en el hombro de alguien, yo solo espero que siempre tengas un hombro donde llorar cuando lo necesites… como yo necesito el tuyo ahora”. ¡Gracias, mamá, por tu hombro!

Un día como hoy también lloramos, pero la oración convierte las lágrimas en esperanza.

Dios Padre bueno, Tú eres el único que conoces todo el bien que hizo mi madre difunta en favor mío y de la familia. Yo no conozco todo ese bien materno.
Prémiala como Tú sólo puedes hacerlo: con la vida eterna.

Perdona los pecados que pudo haber cometido.

Enséñame a mantener viva la herencia de concordia y unión familiar que nos legó a todos los hijos y esta herencia crezca y pase de generación en generación.
Santa María de la Caridad, tú que eres nuestra madre, acompáñanos, ahora que nos falta la madre que nos dio a luz, y lo que ella hacía con nosotros, hazlo tú ahora en nuestra vida y espéranos junto con nuestra madre en la casa del cielo. Amén

(ORACIÓN DEL PADRENUESTRO)

Y la bendición de Dios Todopoderoso, que creó a madres e hijos…
Y la bendición de Jesucristo que acompaña en el dolor a todas las madres y todos los hijos…
Y la bendición del Espíritu Santo que puede lograr los sueños de toda mamá con sus hijos…
Y la compañía de la Virgen nos reúna siempre a todos en el amor en esta tierra, y después en la Gloria del cielo… Amén.

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