Con la lectura del evangelio según San Mateo, capítulo 16, versículos 13 al 20, el cardenal cubano significó lo que representa Cristo para quien lo sigue, para su Iglesia. A la lectura bíblica sumó un fragmento del Encuentro Eclesial Cubano (ENEC), celebrado en el año 1986, que con precisión poética describe la presencia de Jesús en la vida del cristiano: “Cristo es todo para nosotros, él es ‘el camino, la verdad y la vida’; la luz; la cabeza; la piedra angular; el fundamento; el pastor bueno; la puerta; la palabra última y definitiva a los hombres; el mediador único; la causa única de nuestra salvación; nuestra paz”.
“En Cristo –dijo- encuentra el hombre su dignidad completa: sabemos lo que somos, tenemos, podemos, valemos, cuando aceptamos a Cristo. Por cualquier camino se puede perder el hombre: por el camino de Cristo nunca se ha perdido nadie. Cristo libera, sana, perdona, santifica, vivifica, reconcilia, congrega, salva”.
En su alocución dominical elogió el apego constante a Jesús de las comunidades religiosas femeninas presentes en La Habana. “Ellas –aseguró- entregan todos los latidos de su corazón a quien les dio la muestra más grande de amor que han recibido”. Y aconsejó: “Si alguien quiere saber lo que es el verdadero amor, hablen con las monjas”. De igual manera, celebró a aquellos matrimonios que con su diario testimonio dicen al mundo que Cristo es familia y “transmiten el amor al estilo de la Sagrada Familia”.
Al recordar que el próximo domingo 30 de agosto comienza la Novena a la Virgen de la Caridad, el arzobispo de La Habana, invitó a todos a imitar a María en su gesto de engrandecer siempre a Dios. Al respecto comentó la habitual actitud humana que nos conduce a dejarnos vencer por las dificultades y absorber por los miedos, actitud que se opone a la asumida por la Virgen cuando pone a Dios como primera grandeza de la vida.
“Y nosotros –convidó a preguntarnos-, ¿nos acordamos de alabar a Dios? ¿Le damos las gracias por las maravillas que hace por nosotros? ¿Por cada día que nos regala, porque nos ama y nos perdona siempre, por su ternura? ¿Y por habernos dado a su Madre, por los hermanos y las hermanas que nos pone en el camino, porque nos ha abierto el Cielo? ¿Nosotros damos las gracias a Dios, alabamos a Dios por estas cosas? Si olvidamos el bien, el corazón se encoge. Pero si, como María, recordamos las maravillas que el Señor realiza, si al menos una vez al día lo magnificamos, entonces damos un gran paso adelante. Una vez al día podemos decir: ‘Yo alabo al Señor’, ‘Bendito sea el Señor’: es una pequeña oración de alabanza. Esto es alabar a Dios. El corazón, con esta pequeña oración, se dilatará, la alegría aumentará. Pidamos a la Virgen, puerta del Cielo, la gracia de iniciar cada día alzando la mirada hacia el cielo, hacia Dios, para decirle: ‘¡Gracias!’, como dicen los niños a sus padres”.
Antes de concluir, invitó a las familias a leer unidas el próximo domingo 30 de agosto, el evangelio de San Lucas, capítulo 1, versículos 26 al 38. Asimismo, aseguró a los interesados que si llaman al teléfono 7862-4000, preferiblemente por la mañana, y dan su dirección o la de la Iglesia más cercana, se le enviará una guía de la Novena a la Virgen de la Caridad del Cobre.
A continuación ofrecemos íntegramente la alocución del cardenal y arzobispo de La Habana, Mons. Juan de la Caridad García.
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