Decir la verdad

Por: Teresa Díaz Canals

Dame Señor un buen olvido

para las pequeñas injusticias de cada día

Dame que la mentira y la torpeza

No puedan enturbiarme la sonrisa

Dame valiente el corazón,

Segura la mano,

El pie incansable y el Amor…

Dulce María Loynaz

 

 

Sócrates cuestionaba aquello que todo el mundo creía obvio ¡Qué filosofía la del sabio griego con su andar callejero para producir conocimiento! Un aspecto importante en el complejo desarrollo del pensamiento es preguntarse si aquello que se da como bueno realmente lo es. “Ser filósofo es llevar, vigente siempre, un imperativo de claridad”. Las cosas muchas veces son, y al mismo tiempo, no son. Es fácil localizar un conjunto de prácticas en la cultura antigua que implicaban decir la verdad o ejercer la libertad de expresión, esto se conoce con el nombre de parrhêsia. Como escribió Cesare Pavese: “Todos sentimos que estamos viviendo en un tiempo en que hay que volver a darle a las palabras la claridad sólida y desnuda que tenían cuando el hombre las creaba para que le sirvieran”.

La vida cubana, de repente, ha cambiado en el sentido de que ciertas palabras que no podían pronunciarse –pues quemaban la boca- han comenzado a decirse. Hace unos días escuché una noticia recurrente en esta Isla, una doctora cubana expresó su felicidad por devolverles la vista a muchos venezolanos; un triunfo tremendo de la medicina cubana y un ejemplo de la solidaridad con otros pueblos. Mientras los periodistas narraban el hecho, pensé con muchísimo dolor en una persona muy cercana a mí que está operada de cáncer y hace un año no puede recibir tratamiento ni pueden verificar cómo evoluciona su enfermedad. El por qué es muy simple: no hay reactivos para hacerle la prueba. No es un medicamento que cualquier persona puede solicitar a alguien que viva en el exterior, a pesar de que una aspirina es difícil que nos llegue.

Un admirador de Cuba, Michael Moore, ese cineasta que filmó una vez un documental sobre el sistema de salud cubano, fue a una farmacia y preguntó cuánto costaba un aparato de asma, le contestaron que tres pesos con veinte centavos. Se quedó atónito, en EEUU vale muy caro y aquí prácticamente lo regalan. Lo que el famoso artista desconoce es que para los que padecen esta enfermedad de manera continua y muy severa, el aire lo reparten de manera igualitaria. Solo te venden uno, aunque consumas tres al mes.

Moore publicó en las redes con alegría el otorgamiento del Premio Pulitzer 2021 a Darnella Frazier de Minneapolis, una joven norteamericana de 18 años que no es periodista profesional, pero con su móvil filmó en mayo de 2020 el asesinato de George Floyd por un policía. Como resultado de la filmación de este desgarrador hecho, se inició un levantamiento de decenas de millones de ciudadanos. Otros cientos de países condenaron con mucha energía tal horror, entre ellos el nuestro. Sin embargo, una estudiante de periodismo de Cuba fue expulsada de su universidad por pretender decir lo que pensaba. Partió a otro país latinoamericano a terminar su carrera y cuando quiso regresar a ver a su familia, quedó desterrada definitivamente. Otra muchacha, Mary Karla Ares, filmó el acto de protesta de un grupo de jóvenes para llegar a la casa del artista Luis Manuel Otero Alcántara, sede del Movimiento San Isidro. Por esa grabación fue encarcelada y ahora espera un juicio. En su declaración por la noticia del Premio a la Frazier, el director expresó que estamos bendecidos por una generación de jóvenes inteligentes y muy conscientes del mundo roto que les hemos entregado. En Cuba se encarcela a esos inconformes que desean oponerse a las mentiras colectivas y a un desorden económico y político. Ojalá el cineasta norteamericano pueda ver en nuestro país cómo se vigilan y castigan “grupos de riesgo” y sujetos en “estado de peligrosidad”. Deportar, expulsar, desterrar, enviar fuera de las fronteras, impedir el paso a determinados lugares, borrar el lugar de nacimiento, confiscar los bienes y las propiedades, son tácticas punitivas de tiempos obsoletos.

Los que dirigen la economía del país declaran lo acertado de la tarea que denominaron ordenamiento. Es sorprendente cómo elogian una política que ha recrudecido al máximo la manera de acceder al más mínimo producto alimenticio o de aseo. Ahora las tiendas donde los productos no se venden en divisas, serán convertidas en bodegas, es decir, se implementará cualquier comercialización a la población mediante la libreta o cartilla de racionamiento.  Algo que debía haberse superado hace muchos años se va a expandir, sin que ello suprima la penosa fila o cola.  Lo más terrible es que una parte de la sociedad verá hasta con gratitud esa manera miserable de subsistir. A eso lo consideran justo, aunque ese tipo de justicia macabra no incluya a los dirigentes y sus familias.

Por último, para terminar con este memorial de agravios, el presidente actual de Angola hace unos días pidió perdón a su pueblo por una masacre cometida por el ejército cubano en su país. Durante décadas la información que nos llegó acerca de la intervención de Cuba en Angola era su liberación. Los soldados cubanos que estuvieron allí qué son entonces, mártires, héroes, interventores.

Estuve escuchando las declaraciones de emigrantes cubanos que fueron devueltos a Cuba, narran las penurias, familiares que lloran la pérdida de sus seres queridos. Una tragedia. Lo que no hacen los periodistas es preguntarles el motivo de la huida, las causas de esas medidas de desesperación. Cuando algunos cubanos deciden vivir esas travesías difíciles, el Estado cubano no presta atención a que cualquier ser humano necesita un pueblo, aunque solo sea para irse de él, porque un pueblo quiere decir no estar solo, saber que, en la gente, en las plantas, en esa tierra donde un día naciste hay algo tuyo, que aun cuando no estés queda ahí, esperándote.

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