Hoy y mañana de una pandemia (1)

Por: José Antonio Michelena

El 2020, año bisiesto que comenzó un miércoles, estará marcado a fuego en la historia de la humanidad por la transmisión incontenible, hacia los cinco continentes, del virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, propagación iniciada en China durante 2019.

La Covid-19 ha cobrado muchísimas vidas y puesto a prueba, en el manejo de la crisis, a gobiernos y estados de sociedades muy diversas: desde las más democráticas y abiertas, hasta las más autoritarias y cerradas.

Pero también nos ha puesto a prueba a nosotros, que estamos viviendo una experiencia inédita, inimaginada, y no sabemos con exactitud cuándo y cómo va a terminar esta pesadilla. Tampoco qué vendrá después que concluya.

Mucho se ha especulado al respecto, al punto de llegar a la (casi) saturación del tema, pero no por mirar hacia otro lado la pandemia dejará de estar ahí, como el dinosaurio de Monterroso. Cada día nos levantamos y acostamos junto a su sombra.

Como han hecho otras publicaciones, hemos querido consultar el parecer de un grupo de intelectuales para inquirir sobre sus experiencias particulares durante todo este tiempo, saber cómo lo han empleado, cómo han transcurrido sus días, qué piensan sobre este presente, y qué esperan del futuro, cómo lo imaginan.

 

UN MUNDO ENTRE EL DE LA FELICIDAD DE HUXLEY Y EL DEL MIEDO DE ORWELL

Leonardo Padura
Leonardo Padura

Leonardo Padura

Padura, ¿cómo has vivido estos meses de encierro?¿Le has sacado provecho?

“Como sabes, mi trabajo tiene varias facetas. Una de ellas, lógicamente, es la creativa. Para escribir yo necesito estar en mi casa, acá en Cuba, y dedicar toda la mañana a esa labor, los siete días de la semana. Pero hay otra faceta que es muy importante, y es la promoción. Para desarrollar esa parte del trabajo, pues debo viajar. Como sabes, en Cuba prácticamente no se le hace promoción a mi trabajo, a mis libros, y es casi como si no existiera para los medios oficiales, los eventos oficiales. Entonces la promoción la desarrollo fuera del país, en los distintos lugares adonde soy invitado a presentar mis libros, impartir conferencias o cursos. Ese trabajo me ocupa varios meses cuando sumo los distintos viajes que realizo en el año: a veces hasta seis meses. Esas estancias fuera también me pueden ser útiles para desarrollar las investigaciones necesarias para la escritura de algunas de mis novelas. Puedo trabajar en bibliotecas (sobre todo en Madrid), en universidades (sobre todo en Estado Unidos) y visitando lugares importantes para las tramas.

”Como esa parte del trabajo se ha visto cancelada con la actual coyuntura, pues he tenido todo el tiempo de estos meses para escribir y, claro, le he sacado mucho provecho a la situación. He hecho la revisión final de mi nueva novela, Como polvo en el viento, que debe salir editada en septiembre, como siempre por Tusquets. Fue un trabajo de mucha paciencia y concentración, pues no solo trabajaba con un argumento, unos personajes, sino que ya era el momento de limpiar y pulir el lenguaje.

”Además he escrito varios artículos periodísticos (también publicados fuera de Cuba), he respondido muchas entrevistas (todas para medios de fuera de Cuba), he escrito un prólogo al libro de un fotógrafo (que se editará fuera de Cuba) y avanzo en un posible argumento para una serie de cine/TV (que se rodaría, si llega a eso, fuera de Cuba)”.

 

¿Hay alguna conclusión que hayas hecho, en términos existenciales, que quieras compartir?

Hay dos o tres, entre varias, que me resultan muy inquietantes. La primera es la vulnerabilidad del ser humano, el homo sapiens, el vencedor de la lucha en la evolución de las especies, que con todo su poder y conocimiento puede ser puesto en jaque, e incluso derrotado, por una simple molécula fea y grasienta. La segunda: que tenemos mucho miedo a la muerte. Ya se sabe que la vida es una derrota con un final que se repite. La muerte es lo único que no podemos cambiar, que nos toca a todos, y sin embargo, le huimos como el diablo al agua bendita: o sea, que ser conscientes nos convierte en los seres más cobardes de la creación. Y tercero, que nuestra vulnerabilidad y cobardía nos puede hacer renunciar incluso a grandes principios, como la protección de nuestra privacidad o la defensa de nuestros derechos civiles. Somos capaces de entregar varios de esos principios a los poderes político-sanitarios con tal de que ellos nos ayuden a salir vivos del encuentro con la molécula fea y grasienta”.

¿Qué enseñanzas pudiera dejarnos, como seres sociales, este tiempo enclaustrados?

“A los cubanos al menos, que somos seres profundamente sociales y que nos encanta la promiscuidad, de la que tanto renegamos. Yo mismo, lo que más extraño es poder estar con unos amigos conversando y tomándome unos vinos. A pesar de que soy uno de los que lucha por la soledad para ser creativo y productivo, siento que la soledad forzada, inducida, tiene otro sabor y puede ser enervante”.

¿Cómo avizoras el futuro post pandemia?

“Un mundo que va a vivir por meses, quizás años, en permanente zozobra, con miedo, en medio de la incertidumbre más abarcadora: sanitaria, social, económica, política, existencial… Un mundo en el que cada vez más los poderes de las inteligencias artificiales y las plataformas de información, comunicación y recopilación de datos, tendrán un protagonismo mayor y muy peligroso. Vamos a vivir bajo controles, que van desde nuestra temperatura hasta nuestras deposiciones fecales (pues se sabrá qué hemos comido, dónde, cuándo, cuánto…). Ese control se sumará a los que ya existen y que tienen dos grandes vertientes: la tradicional, o sea, la de los poderes políticos, sociales, legales, éticos; y la digital, la de los poderes que registran todos nuestros actos, comunicaciones, incluso deseos y aspiraciones mediante esos algoritmos que se alimentan con nuestra convivencia con la red. Un mundo que va a estar entre el de la felicidad de Huxley y el del miedo de Orwell. Un mundo en el que van a vivir toda su existencia los niños de hoy y que, siento predecirlo, será quizás más saludable, te garantizará vivir más años, pero será el de la dictadura más perfecta que el hombre jamás pudo concebir o practicar”.

 

Leonardo Padura

Narrador, ensayista, periodista, guionista. Premio Nacional de Literatura 2012; Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015; Premio Roger Caillois, de la Maison de América Latina de París 2010; Premio Carbet del Caribe 2011.

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