Alocución 25 de diciembre de 2020

Por: Arzobispo de La Habana, cardenal Juan de la Caridad García

Hoy, en todas las iglesias del mundo, se lee el texto bíblico del evangelio según San Lucas capítulo 2, versículos del 1 al 20.

(EVANGELIO)

En todos los nacimientos que hemos contemplado en las iglesias y en las casas, está la figura de San José, encargado por Dios Padre de cuidar a la Virgen y al niño Jesús. José es un hombre fuerte, trabajador, disponible, capaz de convertir una cueva en una casa, cargador de agua, buscador de alimentos y todo sacrificio en favor de su familia lo hace muy feliz, a pesar de innumerables dificultades, y hace muy felices a la Virgen y al niño.

Damos gracias a Dios por tantos papás luchadores, animados, quienes no se cansan de resolver y buscar por aquí y por allá, y aunque fracasen, continúan en la lucha. Después, en la noche, él le cuenta a su esposa todo lo que hizo, que ella ya lo sabe, la acaricia, le dice palabras bonitas y ella feliz. ¡Qué dicha en medio de la pobreza! ¡Qué dicha en medio de las dificultades! ¡Qué felices los hijos que ven que sus papás los quieren! San José ruega por todos los papás.

(CANTO)

En los nacimientos encontramos a la Virgen. En Ella hay un rostro resplandeciente como en toda madre que da a luz a su hijo. La Virgen, feliz y contenta por ver a su fruto bendito, quien es el Hijo de Dios hecho hombre. Todas las mamás presentes oyentes saben lo que es la alegría del embarazo, dar a luz, amamantar, cargar, bañar, alimentar. Como ustedes, estimadas madres, todo eso lo hizo la Virgen.

Damos gracias a Dios por nuestra mamá, viva o difunta. Nunca podremos saber todo el cariño que nos entregó. Seamos agradecidos como Jesús con su madre y no las hagamos sufrir.

Santa María, Madre de todas las madres, ruega por ellas, multiplica sus alegrías, acompáñalas en sus lágrimas, ayúdalas a educar a los hijos con ternura propia y la exigencia materna.

(CANTO)

Todo papá y toda mamá se pregunta cuando nace el hijo y la hija: ¿Qué va a ser de este niño o niña?

El niño de Dios, de José y María es el esperado desde siglos por el pueblo de Dios, el Hijo de Dios hecho hombre, el camino por el cual nunca nadie se ha perdido, la verdad que no defrauda, la vida plenamente feliz, el Cordero de Dios que quita el odio, la violencia, la injusticia, las desavenencias, las divisiones, la intolerancia.

Tu niño y tu niña, queridos papás y mamás, serán lo que ustedes siembren. Si siembran amor, honradez, concordia familiar, sacrificio por los enfermos y los ancianos, ayuda a los vecinos, fe en Dios y en la Virgen de la Caridad, recogerán frutos de felicidad, una gran tranquilidad, una gran paz y alegría y un sano orgullo de ver hijos que no causan dolores de cabeza.

La enseñanza del ejemplo, de las palabras y de la corrección los harán, queridos padres y madres, muy felices como José y María al enseñar a Jesús y aprender de Él.

En la cuna del niño Jesús colocamos a los hijos conflictivos para que Él les indique el camino. En las manos de la Virgen colocamos a los hijos para que Ella los proteja de todo mal y les muestre la manera de ser verdaderamente felices.

(CANTO)

En los nacimientos vemos a los Reyes Magos quienes regalaron oro a Jesucristo, que es Rey del amor; incienso, resina aromática que mediante el calor exhala olor y ese humo sube al cielo y se dedica a Dios; mirra, perfume entregado al hombre-Dios que morirá en la cruz y será ungido con este perfume.

Los Reyes Magos nos recuerdan a los abuelos que siempre tienen la riqueza de los besos y abrazos y también la riqueza de los pesos que entregan a sus nietos con alegría desbordante, sobre todo cuando lo padres no tienen dinero para complacer a los hijos. Los abuelos también tienen la riqueza vivida de la honradez, el cumplimiento del deber, la responsabilidad, el servicio desinteresado. Esto sí que es riqueza.

(CANTO)

Los pastores, presentes en la cueva de Belén nos recuerdan a los vecinos, unos muy buenos y regulares otros, pero presentes en el nacimiento de un niño y en momentos difíciles. En la cueva de Belén los pastores se convirtieron en familia de José, María y Jesús y trajeron lo que pudieron para compartirlo. También nuestros vecinos en determinados momentos hacen parte de nuestra familia. ¡Qué pueblo tan bello que es capaz de vivir la amistad y la fraternidad!

(CANTO)

También vemos en los nacimientos una estrella que guió a los Magos a Belén, a la cueva del niño Dios. Ha habido muchas especulaciones sobre esta Estrella.

El astrónomo John Kepler dice que la luminosidad vista por los Magos fue a causa de una rara alineación de Júpiter, Saturno y Venus, que produjo un efecto de un único astro de gran brillo. Ese fenómeno volverá a ocurrir y será visible en el hemisferio norte.

Miremos al cielo en estos días y esta brillantez que guio a los Magos hacia Dios, nos guíe a nosotros hacia el Niño Dios con el cual tenemos todo y sin El nada.

La sabiduría popular de la India nos hace esta narración:

El maestro preguntó a sus discípulos si sabían cuándo acababa la noche y empezaba el día.

Uno de ellos contestó:

-Cuando ves un animal a distancia y puedes distinguir si es una vaca o un caballo.

-No-, respondió el maestro.

Otro aseveró:

-Cuando ves un árbol a lo lejos y puedes distinguir si es aguacate o mango.

-Tampoco-, sostuvo el maestro.

-Está bien. ¿Díganos cuando empieza el día?

-Cuando miras a un hombre a la cara y reconoces en él a un hermano; cuando miras a una mujer al rostro y reconoces en ella a tu hermana. Si no eres capaz de eso, entonces, sea la hora que sea, para ti será de noche.

Sigamos la luz de Cristo para no vivir y caminar en tinieblas e ir siempre en busca de esta luz que nos hace ver las maravillas de Dios y de las familias unidas.

(CANTO)

En los nacimientos vemos ángeles que anuncian y cantan: Gloria a Dios en el cielo y en la tierra, paz. Gloria a Dios en el cielo y en Cuba, paz. Gloria a Dios en el cielo y en mi casa, paz.

Y si hubiera algún conflicto viejo familiar o entre personas, el día de hoy, día del sol y de la luz o antes de que termine el año, regalemos un dulce, enviemos una foto del antiguo cariño, una tarjeta de Navidad, una felicitación a la persona enemistada y distanciada y algo bonito ocurrirá. No esperes más tiempo.

Así podremos vivir en paz, dormir en paz, morir en paz.

Y le rogamos a la Virgen:

Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes.

Ven conmigo a todas partes y nunca solo me dejes.

Y ya que me proteges tanto, como verdadera Madre,

haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Amén.

(CANTO)

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