Segundo Domingo de Pascua
“Dichosos los que crean sin haberme visto”. Es la bienaventuranza en la que estamos incluidos los que hemos puesto nuestra fe en Cristo para siempre y, aun sin verlo corporalmente, incluso envueltos en dudas y dificultades, seguimos sus huellas. La fe en Cristo vivo y resucitado “sirve” para no alejarnos del mundo y de la realidad, para no introducirnos en una burbuja solitaria, alienante y egoísta, para tener vida en su nombre, para vivir en la verdad y en auténtica libertad, para abrir los ojos al mundo que nos rodea contemplando las maravillas de Dios y también sus miserias, para ser solidarios con el dolor de los hermanos con quienes compartimos la vida, a los cuales Cristo nos envía para ser testigos y servidores de su amor eterno y misericordioso por cada uno de ellos. […]