Gracias a todos los que hacen posible esta emisión radial, hoy domingo 18 de abril, tercer domingo de Pascua. Escuchamos el evangelio según San Lucas, capítulo 24, versículos 35 al 48.
(EVANGELIO)
Una vez que los apóstoles vieron a Cristo resucitado, se despejaron sus dudas, perdieron el miedo, se llenaron de inmensa alegría, sintieron la cercanía de Jesús. Él se puso a comer con ellos y les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras.
Para llenarnos de la alegría del Resucitado hemos de comprender las Escrituras, la Santa Biblia, el Nuevo Testamento.
Para ellos leemos la Palabra de Dios y seguimos la llamada Lectio divina o Lectura divina.
El Nuevo Testamento y Salmos de la Biblia de Nuestro Pueblo, que el Arzobispado de La Habana te puede obsequiar, nos indica cómo realizar la Lectio divina o Lectura divina.
1er paso: Lectura atenta, pausada del texto bíblico. Después de leer nos preguntamos y respondemos con nuestras palabras: ¿Qué dice el texto?
2do paso: A partir de lo leído y reflexionado, ¿qué le digo a Dios?
3er paso: Después de hablar con Dios, ¿qu hacer a partir de ahora?
Como a los diáconos, el Espíritu Santo nos dice hoy: Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido constituido mensajero, convierte en fe viva lo que lees y lo que has hecho fe viva, enséñalo y cumple aquello que has enseñado. Esta Lectio divina o Lectura divina, la puedes hacer de manera personal o en familia.
Si puedes y lo deseas, escribe estos cuatro pasos y envíalos al Arzobispado, cuya dirección es Habana 152 esquina a Chacón.
(CANCIÓN)
Para que nuestra alegría de entender las palabras del Resucitado aumente, comemos con Él, así como los apóstoles comieron con Cristo. La misa es un banquete. Cuando puedas, participa en el banquete de la misa o cuando pases frente a una iglesia, pide la comunión. Así nos unimos a Cristo y podemos decir como San Pablo: Vivo yo, pero no yo, es Cristo quien vive en mí. Y cuando vengan las dificultades y los problemas actuaremos con la alegría del Cristo Resucitado.
(CANCIÓN)
El Papa Francisco, en la audiencia del 14 de abril nos enseña:
“Las mujeres y los hombres santos no tienen una vida más fácil que los otros, es más, ellos también tienen sus problemas que afrontar y, además, a menudo son objeto de oposiciones. Pero su fuerza es la oración, que sacan siempre del ‘pozo’ inagotable de la madre Iglesia. Con la oración alimentan la llama de su fe, como se hacía con el aceite de las lámparas. Y así van adelante caminando en la fe y en la esperanza. Los santos, que a menudo a los ojos del mundo cuentan poco, en realidad son los que lo sostienen, no con las armas del dinero y del poder, de los medios de comunicación, etc., sino con las armas de la oración.
”Por tanto, podemos concluir que la lámpara de la fe estará siempre encendida sobre la tierra mientras esté el aceite de la oración. La lámpara de la verdadera fe de la Iglesia estará siempre encendida en la tierra mientras esté el aceite de la oración. Es eso que lleva adelante la fe y lleva adelante nuestra pobre vida, débil, pecadora, pero la oración la lleva adelante con seguridad. Es una pregunta que nosotros cristianos tenemos que hacernos: ¿rezo? ¿Rezamos? ¿Cómo rezo? ¿Cómo los loros o rezo con el corazón? ¿Cómo rezo? ¿Rezo seguro de que estoy en la Iglesia y rezo con la Iglesia, o rezo un poco según mis ideas y hago que mis ideas se conviertan en oración? Esta es una oración pagana, no cristiana. Repito: podemos concluir que la lámpara de fe estará siempre encendida en la tierra mientras esté el aceite de la oración.
”Y esta es una tarea esencial de la Iglesia: rezar y educar a rezar. Transmitir de generación en generación la lámpara de la fe con el aceite de la oración. La lámpara de la fe que ilumina, que organiza las cosas realmente cómo son, pero que puede ir adelante solo con el aceite de la oración. De lo contrario se apaga. Sin la luz de esta lámpara, no podremos ver el camino para evangelizar, es más, no podremos ver el camino para creer bien; no podremos ver los rostros de los hermanos a los que acercarse y servir; no podremos iluminar la habitación donde encontrarnos en comunidad… Sin la fe, todo se derrumba; y sin la oración, la fe se apaga. Fe y oración, juntas. No hay otro camino. Por esto la Iglesia, que es casa y escuela de comunión, es casa y escuela de fe y de oración”.
Quizás en nuestra casa nuestros abuelos conserven la lámpara de aceite que encendían para rezar por la familia, los enfermos y los difuntos. Nosotros, cada noche, encendamos esa lamparita de aceite y recemos dando gracias por las alegrías que acontecieron durante el día.
Junto a la Iglesia que reza continuamente en estos 50 días de Pascua, digamos y cantemos Aleluya.
Aleluya es la contracción de dos palabras hebreas que significan: Alabad a Dios.
(CANCIÓN)
-Te damos gracias, Dios Padre, por las embarazadas de la familia, por el amor creciente de los esposos, por los viejitos bonitos que nos acompañan, por los niños inquietos, por los jóvenes llenos de esperanza, por todos aquellos vecinos que nos ayudan desinteresadamente.
Aleluya.
-Te damos gracias, Señor Jesucristo, porque caminas con nosotros, aunque no te veamos, ni nos demos cuenta de que estás en medio de nuestras penas y alegrías.
Aleluya.
-Te damos gracias, Espíritu Santo, porque nos iluminas para enseñar a los hijos y nietos que el amor, la concordia, la paz, la alegría, son las mayores riquezas de nuestras familias.
Aleluya.
-Te damos gracias, Señor Jesucristo, por regalarnos como Madre a la Virgen de la Caridad. Ella nos reúne a todos sus hijos cubanos y nos hace hermanos.
Aleluya.
-Te damos gracias, Dios Padre bueno, porque nos impulsas a tratar con un inmenso cariño a nuestros enfermos.
Aleluya.
-Te damos gracias, Señor Jesucristo, porque nos has prometido que el bien hecho en esta vida por nuestros difuntos, Dios Padre lo premiará en la vida eterna.
Aleluya.
-Y te damos gracias porque el Espíritu Santo nos fortalece para que la herencia de honradez, fe, y unión familiar que nos legaron nuestros difuntos, siga presente en nuestras familias.
Aleluya.
(CANCIÓN)
Como somos imagen y semejanza de Dios, dentro de cada uno de nosotros hay una sabiduría.
El pueblo, formado por nosotros, tiene una sabiduría popular y mediante refranes nos enseña mucho.
El pueblo de Dios nos habla de la alegría.
La alegría baja del cielo, la tristeza sube del infierno.
La alegría, Dios la da y el diablo la quita.
De cuantos bienes Dios envía, el más estimable es la alegría.
La alegría es el mayor bien de la vida.
La alegría es un tesoro que vale más que el oro.
Corazón alegre, sabe hacer fuego de la nieve.
Más vale un día alegre con medio pan que uno triste con un faisán.
Sin alegría, infierno el vivir sería.
Sin alegría, no quiero ni honras ni dinero.
Una hora de alegría, es un año de buena vida.
Una onza de alegría vale más que cien quintales de melancolía.
Sin alegría, para nada gusto habría.
La alegría, en el alma sana se cría.
La alegría la da la conciencia limpia.
Quien tiene alegría, tiene buena vida.
Corazón alegre, hombre sano.
La alegría alarga la vida.
La alegría es gran medicina, pero no se vende en la botica.
La alegría rejuvenece, la tristeza envejece.
En este mundo de viento, es rico quien va contento.
La alegría más la verás entre gente pobre que entre gente rica.
Quien vive alegre, harta fortuna tiene.
Si vives alegre, rico eres.
¿Riquezas y honores? Tontería. No hay mayor bien que la alegría.
(CANCIÓN)
El próximo domingo 25 de abril, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Oración por las Vocaciones al sacerdocio, al diaconado, a la vida de monjas.
El Papa les pide soñar y realizar los sueños, servir con entrega generosa y ser fieles alegremente como San José.
Si puedes y deseas, envíales una carta de felicitación o mensaje al Arzobispado de La Habana, cuya dirección es Calle Habana no. 152, esquina a Chacón, o al teléfono 78624000.
Estos son los nombres de los seminaristas de La Habana: Adrián Arriera Fernández, Yordanis Alfonso Pérez, Ricardo Rodríguez Gómez, Luis Ángel Acosta Pérez, José Luis Sánchez Escalona, Alennis Rodríguez López, Juan Carlos Pañellas Álvarez, Andy Aguilar Abreu, Dyan Eduardo Rivero del Valle y Diosvany Yera Suárez.
Reza por ellos, serán tus futuros sacerdotes.
(CANCIÓN)
La bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos los enfermos que están en los hospitales y permanezca para siempre. Amén.
(CANCIÓN)
A continuación ofrecemos íntegramente la alocución del Arzobispo de La Habana, cardenal Juan de la Caridad García
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