Alocución Sexto Domingo de Pascua

Por: Arzobispo de La Habana, cardenal Juan de la Caridad García

Felicitaciones a todas las madres de los hijos que hacen posible esta emisión radial, hoy domingo 9 de mayo, Sexto Domingo de Pascua, Día de las Madres. Escuchamos el Evangelio según San Juan, capítulo 15, versículos 9 al 17.

 

(EVANGELIO)

 

Felicitamos a la Virgen María, nuestra madre del cielo, quien vivió plenamente este evangelio que acabamos de escuchar. Ella vivió en esta vida el amor por el cual Dios la creó. Vivió ser madre del hijo de Dios hecho hombre. Ella, como todas las madres, entregó todo su cariño a su fruto bendito. Estuvo a su lado enseñándole la palabra de Dios y aprendiendo de su hijo lo que él vivía y predicaba. Lo acompañó en el anuncio del evangelio y estuvo al lado de la crucifixión como madre consoladora y lo que esperaba, la resurrección, la disfrutó plenamente. Como madre de la Iglesia rezó con los apóstoles y los animó en la misión que su hijo les dio: anunciar el evangelio al mundo entero. Ella está ahora junto a su hijo en la casa del cielo y desde allí sigue siendo nuestra madre. Ella es madre de todas las madres y madre de todos los hijos. Todas las mamás presentan a la Virgen sus súplicas por sus hijos y le pide lo mejor para ellos. Como madre del cielo sabrá rogar a Dios lo que más conviene a sus hijos y a sus madres. Y en este Día de las Madres saludamos a la Virgen, nuestra madre del cielo, con la oración de alabanza y súplica que es la oración del Ave María:

 

“Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

 

(CANTO)

 

Gracias, Dios padre, por haber creado a mi mamá para ser mi mamá. Gracias, señor Jesucristo, por mostrar a mi madre que tú eres el camino por el cual nunca nadie se ha perdido, la verdad que no defrauda, la vida plenamente feliz. Toda esta belleza me la enseñó mi madre con sus ejemplos y palabras. Gracias, Espíritu Santo, por llenar de bendiciones a mi madre desde que yo estaba en el seno materno, por iluminarla con tus dones de consejo y de piedad. Gracias, Virgencita de la Caridad, por proteger a mi madre y presenta a Dios Padre sus inmensas obras de amor, las cuales yo no conozco totalmente pero tú sí. Madres e hijos rezamos juntos a la Virgen:

 

“Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

 

(CANTO)

 

Santa María de la Caridad, te presentamos a todas tus hijas, las madres enfermas que están en los hospitales, en las casas, en los hogares de ancianos. Hazles sentir tu presencia amorosa. Ruega por ellas para que, en este momento doloroso, sientan que sus hijos las quieren y se llenen de paz y paciencia. Santa María de la Caridad, consuela a los hijos de las madres enfermas y ruega para que madres e hijos estén siempre unidos en medio de la enfermedad. Amén.

 

(CANTO)

 

Dios padre bueno, tú eres el único que conoces todo el bien que hizo mi madre difunta en favor mío y de la familia. Yo no conozco todo ese bien materno. Prémiala como solo tú puedes hacerlo con la vida eterna. Perdona los pecados que pudo haber cometido. Enséñame a mantener viva la herencia de concordia y unión familiar que nos legó a todos los hijos y esta herencia crezca y pase de generación en generación. Santa María de la Caridad, tú que eres nuestra madre, acompáñanos, ahora que nos falta la madre que nos dio a luz, y lo que ella hacía con nosotros hazlo tú ahora en nuestra vida y espéranos junto con nuestra madre en la casa del cielo. Amén.

 

(CANTO)

 

Papá y mamá rezan ante el niño que acaba de nacer hoy. Dios padre, te presentamos el fruto bendito de nuestro amor. ¡Qué maravilla que de nuestro amor haya surgido una criatura que alegra toda nuestra casa y familia! Estamos contentos de vivir lo que vivieron nuestros padres cuando nacimos, y ese cariño recibido queremos brindarlo multiplicadamente al hijo o hija que ahora cargamos, acariciamos, cuidamos, acompañamos. Ayúdanos a que papá y mamá, que engendramos a nuestro niño o niña, estemos cada día más unidos y juntos hacer feliz a quien ya nos hizo felices antes de nacer. Ayúdanos, Virgencita de la Caridad, a que nunca falte a nuestro fruto bendito la presencia cariñosa y permanente de papá y mamá siempre juntos. ¡Qué felicidad para nuestra criatura! Por ella alabamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo diciendo:

 

“Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén”.

 

A la Virgen le rogamos que cargue a los niños que han nacido hoy y le rezamos:

 

“Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

 

(CANTO)

 

Consejos de muchas madres para sus hijos:

“Sonríe, cuanto más a menudo mejor. La sonrisa alegra tu corazón, te conserva de buen humor, guarda la paz de tu alma, preserva tu salud, calma los nervios y embellece tu rostro. Habla de la alegría. Hablando con nosotros mismos podemos convencernos de lo que queremos. Asegúrate que has escogido el buen camino y una vez hecho esto sigue adelante sin volver la vista atrás. Fíjate en el lado bueno de las cosas. Por encima de las nubes negras de la vida reverbera siempre la claridad de Dios. No te lamentes de que las rosas estén rodeadas de espinas, sino más bien alégrate y regocíjate pensando que una cosa tan prosaica, como las espinas, merezca gozar de la compañía de una cosa tan delicada como son las rosas. Derrama felicidad. La felicidad es un perfume que nadie puede derramar en nosotros sin que caiga alguna gota sobre él. Piensa en cosas agradables. Nuestra vida es lo que nuestros pensamientos hacen de ella. Cuenta tus beneficios recibidos, escríbelos si así lo deseas para conservarlos en la memoria. Tienes demasiados dones y gracias recibidas de Dios para que te entretengas en tristezas y melancolías. Búscate un entretenimiento favorito. Por muy insignificante que sea, si te gusta y va con tu forma de ser será fuente de alegría. Cuida tu lectura. Nos hacemos lo que leemos. Si tú quieres ser alegre, lee la palabra de Dios que te llegará a la plenitud del amor y a la plenitud de la felicidad. Cuida los buenos hábitos de la salud. La alegría es una consecuencia de haber guardado las reglas de la salud. Con la salud te mantendrás con espíritu alegre. Pide a Dios que te conceda la alegría. Reza y Dios te devolverá la alegría de la paz y de tu salvación. Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos, por medio de la oración”.

 

(CANTO)

 

Rezamos por las monjas, madres espirituales de niños, adolescentes, jóvenes, adultos, matrimonios, ancianos, enfermos. Damos gracias a Dios por las monjas, imagen y semejanza de Dios, frutos benditos del amor de sus padres, hijas de Dios en el bautismo, ungidas por el Espíritu Santo, religiosas, orantes, maestras, catequistas, servidoras, misioneras, esposas de Cristo, madres, y nos unimos a la profesión que hicieron el día en que se convirtieron monjas, rezando con Santa Teresa:

 

Vuestra soy, para vos nací:

¿Qué mandáis hacer de mí?

[…]

Vuestra soy, pues mi criasteis,

Vuestra, pues me redimisteis,

Vuestra, pues que me sufristeis,

Vuestra, pues que me llamasteis,

Vuestra, porque me esperasteis,

Vuestra, pues no me perdí.

¿Qué mandáis hacer de mí?

 

Rezamos por ellas para que esto que sintieron el día de la profesión religiosa se multiplique a lo largo de toda su vida.

 

(CANTO)

 

Hoy la Iglesia reza desde la Santa Casa de Loreto en Italia el rosario con el motivo del fin de la pandemia y de manera particular por los ancianos. Con los ancianos que están a nuestro lado rezamos la oración del Ave María:

 

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

 

La bendición del señor para todas las embarazadas. Cada embarazada coloca sus manos en el fruto bendito que lleva dentro de sí, el papá también coloca sus manos en su criatura. La bendición de Dios padre que te hizo mamá por el amor de tu esposo, la bendición de Jesucristo, fruto bendito, que quiere bendecir al fruto bendito de este amor, la bendición del Espíritu Santo que puede lograr un parto feliz y una bella educación, descienda sobre mamá, papá y fruto bendito, y la compañía de la Virgen los proteja y los acompañe durante todo este tiempo de embarazo y esperanza. Amén.

 

(CANTO)

A continuación ofrecemos íntegramente la alocución del Arzobispo de La Habana, cardenal Juan de la Caridad García.

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