Sexto día de la Novena a la Virgen

4 de septiembre del 2020

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Santa María de la Caridad, Madre del Señor
Jesús, te veneramos con especial cariño y
amor.
Te alabamos, Madre y Patrona del pueblo
cubano, porque has estado presente en
todas las luchas, penas y alegrías de tu
pueblo.
Virgen Mambisa, proclamada y venerada
por nuestros veteranos, te pedimos que
hoy, como ayer, estés presente en la vida
de tu pueblo querido: este pueblo que busca
el amor, la comprensión y la unión sincera
de todos los cubanos.
Te ofrecemos; el esfuerzo de nuestros
cristianos, el trabajo de nuestros obreros y
campesinos, el estudio de nuestros jóvenes,
la sonrisa de nuestros niños, el dolor de
nuestros enfermos, el desvelo vigilante y
callado de todas nuestras madres, la
soledad de tantos hermano, viudas y
huérfanos la entrega generosa de nuestros
mártires y difuntos, el sentimiento noble y
sencillo de nuestro pueblo
Madre de la Caridad, llegue hasta tu altar
del Cobre, tan amado y venerado, las
súplicas que te presentamos.
Amén

María, acompaña a su pueblo

La Madre de Jesús, la cual “por admirable designio y concesión” de Dios Padre, interviene “en los misterios de nuestra salvación”, preocupada del bienestar de los hombres. María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor materno este mundo herido, ruega al Hijo que los socorra en sus necesidades; ordena a los hombres que cumplan “todo lo, que el Hijo (…) dijo en el Evangelio que debían hacer.

De esta manera la Bienaventurada Virgen María se presenta como colaboradora de Dios en el proyecto de salvación universal, algo que siglos después el santo Obispo Agustín de Hipona llega a manifestar diciendo: “El Dios que te creó sin ti, no te salvara sin ti”. Dios pide la colaboración del hombre para desarrollar su proyecto de vida plena en la humanidad.

María, responde a esa colaboración que pide el creador. El SI, dado al enviado de Dios en la anunciación, se va renovando y prolongando a lo largo de todo el tiempo, por ello acompaña a sus hijos, los que recibió al pie de la cruz, en todos sus sueños, esperanzas y tristezas.

Cuando hace diez años, salió, como peregrina, no fue para hacer un viaje turístico por la nación, sino para acompañar y mostrar esa cercanía que ha estado siempre presente a lo largo de nuestra historia patria, para animar y consolar, para invitarnos, una vez más, a poner nuestra fe y confianza en su Hijo, el que nos presenta como nueva vida, un niño pequeño y en la cruz, signo del amor grande de Dios que lo entrega todo para salvar a la humanidad.

En su visita a Cuba el Papa San Juan Pablo II, celebrando la Santa Misa, donde coronó a la imagen bendita de la Virgen de la Caridad, el 24 de enero de 1998, nos recordó que: “… Desde su santuario, no lejos de aquí, la Reina y Madre de todos los cubanos —sin distinción de razas, opciones políticas o ideologías—, guía y sostiene, como en el pasado, los pasos de sus hijos hacia la Patria celeste y los alienta a vivir de tal modo que en la sociedad reinen siempre los auténticos valores morales, que constituyen el rico patrimonio espiritual heredado de los mayores…” “….La historia enseña que sin fe desaparece la virtud, los valores morales se oscurecen, no resplandece la verdad, la vida pierde su sentido trascendente y aun el servicio a la nación puede dejar de ser alentado por las motivaciones más profundas. A este respecto, Antonio Maceo, el gran patriota oriental, decía: «Quien no ama a Dios, no ama a la Patria» …” “…. Amados fieles, no olviden nunca los grandes acontecimientos relacionados con su Reina y Madre. Con el dosel del altar familiar, Céspedes confeccionó la bandera cubana y fue a postrarse a los pies de la Virgen antes de iniciar la lucha por la libertad. Los valientes soldados cubanos, los mambises, llevaban sobre su pecho la medalla y la «medida» de su bendita imagen. El primer acto de Cuba  libre tuvo lugar cuando en 1898 las tropas del General Calixto García se postraron a los pies de la Virgen de la Caridad en una solemne misa para la «Declaración mambisa de la Independencia del pueblo cubano». Las diversas peregrinaciones que la imagen ha hecho por los pueblos de la Isla, acogiendo los anhelos y esperanzas, los gozos y las penas de todos sus hijos, han sido siempre grandes manifestaciones de fe y de amor.

Decena del Rosario

En este momento piensa en
silencio aquella
gracia que quieres pedir a Dios
por intercesión de la Virgen de la
Caridad durante esta
novena (Breve silencio).
Ofrecemos esta
decena del rosario por todos
nosotros que hemos
acompañado a la Virgen,
pidiendo por nuestro pueblo que
vive momentos difíciles, donde
no se vislumbra un horizonte de
vida, para que pueda
contemplar, como tomado de la
mano de la Virgen y siendo
fieles al Señor, podemos
experimentar la misericordia de
Dios que nunca abandona.

ORACIÓN FINAL

Virgen de la Caridad del Cobre «Has venido
a visitar nuestro pueblo y
has querido quedarte con nosotros como
Madre y Señora de Cuba, a lo largo de su
peregrinar por los caminos de la historia».
– «Tu nombre y tu imagen están esculpidos
en la mente y en el corazón de todos los
cubanos, dentro y fuera de la Patria, como
signo de esperanza y centro de comunión
fraterna».
– «¡Madre de la reconciliación! Reúne
a tu pueblo disperso por el mundo. Haz de la
nación cubana un hogar de hermanos y
hermanas, para que este pueblo abra de par
en par su mente, su corazón y su vida a
Cristo, único Salvador y Redentor».

Compromiso personal

¿A qué me comprometo a vivir en este día?
Pienso en algo concreto que pueda hacer para manifestar el amor y la fe en el Señor.

Bendición

El Señor Todopoderoso, nos bendiga, nos
guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna. Amén.

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