Alocución, domingo 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

Por: Arzobispo de La Habana, cardenal Juan de la Caridad García

Alocución 15 de agosto 2021
Alocución 15 de agosto 2021

Damos gracias a todas las personas que hacen posible esta emisión radial, hoy domingo 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de la Virgen María. Se lee, en todas las iglesias católicas del mundo, el evangelio según San Lucas, capítulo 1, versículos 39 al 56.

(EVANGELIO)

El camino de su nuestra vida es seguir a Cristo y a la Virgen María. Cristo, siendo el Hijo de Dios desde la eternidad, tomó naturaleza humana en el seno de la Virgen María y allí pasó nueve meses. Nació en la cueva de Belén, fue cargado, amamantado, mimado, protegido… por su mamá, la Virgen. Fue cuidado, guiado, enseñado por San José. Creció en estatura, sabiduría y gracia de Dios. Trabajó la madera, sirvió desinteresadamente a cuantos de acercaban a él. Rezaba junto a su familia y vecinos todas las mañanas, todas las tardes, todas las noches… A los treinta años comenzó a predicar la Palabra de Dios y a anunciar el Reino del amor, la paz y la concordia. Consoló a los afligidos, sanó a los enfermos, personó a los pecadores y sacó del mal a muchos que estaban hundidos en el pecado, el cual hace un daño profundo en las personas, las familias y la sociedad.

Por afirmar ser Hijo de Dios y rey del amor fue flagelado, coronado de espinar, insultado, maltratado, clavado en una Cruz y al tercer día resucitó, y vive por siempre y para siempre junto a Dios Padre, y allí nos espera.

(CANTO)

El camino de la Virgen es seguir a su Hijo. Vivió nueve meses en el seno aparentemente estéril de Santa Ana, fecundado por San Joaquín. Creció la rodeada del amor familiar y feliz al ver padres a su lado. El enviado de Dios Padre, el arcángel San Gabriel, le avisó que iba a ser la madre del Hijo de Dios hecho hombre y ella le respondió: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”. Después de viajar alrededor de 140 kilómetros, visitó a su prima Isabel, que a pesar de sus años y aparentemente esterilidad estaba embarazada de quien sería después conocido como Juan el Bautista.

Vio nacer a su hijo Jesús en una cueva. Recibió a reyes y pastores que venían a adorar al niño Dios; lo presentó en el templo; huyó a Egipto con él y con San José para defender al pequeño del rey Herodes, quien quería matarlo. Vivió la Virgen en el hogar de Nazaret en la plena felicidad que da el amor, al lado de José y de su hijo Jesús. Juntos iban a las casas de oración y al templo. Juntos alababan y daban gracias a Dios todas las mañanas, todas las tardes y todas las noches. Juntos daban de comer al hambriento, de beber al sediento, acogían a los peregrinos, vestían al desnudo, cuidaban y visitaban a los enfermos, socorrían a los familiares de los presos, acompañaban a loa personas que lloraban la muerte de sus difuntos. Enseñaban al que no sabía, daban buen consejo al que lo necesitaba, corregían al que estaba en error, perdonaban las injurias, consolaban al triste, sufrían con paciencia los defectos de los vecinos y rogaban a Dios por vivos y difuntos.

Un día la Virgen vio salir a Jesús de su pueblo Nazaret. Él comenzó a predicar la Palabra de Dios y a proclamar que el reino del amor, la paz y la concordia estaba dentro del mismo corazón humano. La Virgen oía decir que su hijo estaba loco cuando invitaba al perdón, la reconciliación, la amistad y la vida de hermanos. La Virgen acompañó a su Hijo en el camino de la cruz y estuvo al pie de la cruz viendo el sufrimiento de su Hijo. Allí su hijo la convirtió en Madre de todos los hombres cuando le dijo: “Mujer, he ahí a tu hijo”, refiriéndose al amigo Juan que estaba junto a ella. En ese discípulo de Cristo estábamos representados todos los hombres de este mundo. La Virgen vio morir a su Hijo, lo abrazó, ayudó a envolverlo en una sábana, lo acompañó hasta el sepulcro. Todo el sábado sintió la soledad, pero con esperanza. Creyó en la resurrección anunciada por el mismo Jesús; lo vio resucitado y saltó de alegría. Acompañó a la Iglesia naciente en la oración; y un día, la creyente, la fiel discípula, la que no tenía pecados, la Madre, la que sirvió a todos, la que en su cuerpo desde su concepción hasta la subida al cielo siempre ha sido plena de Dios en pensamientos, palabras y acciones, ha ido detrás de su Hijo a la casa del Cielo, donde está ahora en cuerpo y alma.

(CANTO)

Nuestro camino es el mismo de Cristo y de la Virgen. Nueve meses en el seno materno gracias al amor de mamá y de papá. Creados a imagen y semejanza de Dios que es amor. Nacimos mediante el amor, crecimos en el amor familiar. Enseñados por el amor de nuestros mayores y de tanta gente nueva, así nos será fácil constituir una nueva familia en la que los esposos se amen hoy más que ayer, los frutos benditos de ese amor sean recibidos, tratados, guiados con inmenso cariño, los padres y abuelos reciban excepcionales muestras de gratitud, los vecinos los amigos se traten como lo que son, hijos de Dios y hermanos todos. Que no quepa en ningún corazón odio ni venganza. Todo sea paz y las dificultades se resuelvan entre hermanos. Para eso hemos sido creados. Para eso vivimos, trabajamos y nos esforzamos: para ser felices mediante el amor. Y al final de la vida qué maravilla dejar una familia llena de amor, una Iglesia repleta de fe, esperanza y caridad y un pueblo lleno de paz.

Y cuando nos presentemos ante Dios Padre llenos de obras de misericordia, estaremos con él para siempre en la plenitud del amor con la Virgen, los santos y nuestros difuntos. Y cuando llegue el final de los tiempos, y Cristo venga con gloria para bendecir toda la obra buena realizada en este mundo, el Espíritu Santo resucitará a estos restos mortales y estaremos para siempre en la Casa del Cielo, en cuerpo glorioso y alma, como hoy lo está la Virgen.

(CANTO)

Santa María socorre a los que tienen Covid. Acompaña a los que auxilian a estos enfermos. Consuela a los que lloran. Fortalece a los ancianos. Ruega por el pueblo, une a las familias, protege a las embarazadas. Presenta a Dios Padre las obras de misericordia de nuestros difuntos.

Santa María de la Asunción, Guanabacoa siente tu compañía y oración.

Santa María Virgen de la Asunción, escucha la voz de los que te ruegan; muestra tu amor paternal con la asidua intercesión por tu pueblo.

¡Oh, bienaventurada!, ¡oh, clemente!, ¡oh, piadosa!, ¡oh dulce Virgen María! Amén.

(CANTO)

En el Evangelio de hoy ha habido un encuentro de dos embarazadas y de sus frutos benditos. Después de este encuentro maravilloso, la Virgen cantó y alabó la grandeza de su Padre Dios. Toda embarazada también canta y alaba a Dios.

(CANTO)

Nos unimos al Cristo que está en el cielo sacramentalmente, y ponemos nuestro corazón en el suyo.

(CANTO)

Ponemos en las manos de Dios Padre a toda nuestra familia, a todo el pueblo de Guanabacoa, y rogamos para ellos lo mejor que es lo Cristo ha pedido a Dios Padre.

(Oración del Padrenuestro)

Dulce Madre, no te alejes. Tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes. Y ya que tanto me proteges, como verdadera Madre, haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

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