Mayte, pobreza para enriquecer

Por: Sergio Lázaro Cabarrouy Fernández-Fontecha

“…cuando tú des un banquete, invita a los pobres, los inválidos, los cojos y los ciegos, y serás feliz…”

Lc. 14, 13-14

 

 

Tenía una sonrisa luminosa. Su expresión normal era adusta, como anclada a esta realidad difícil que vivimos y que asumió como religiosa. Pero cuando hacía contacto visual con otra persona, aparecía esa sonrisa y el interlocutor sentía paz. Esa paz abre la puerta del alma a Dios y la persona tiene la oportunidad de mejorar. Esa es una forma muy humilde pero sumamente eficaz de presentar el Evangelio a la gente, porque encuentra resonancia con cualquier credo, porque puede aliviar cualquier sufrimiento, porque puede levantar a cualquier sufrido.

Esa sonrisa me deslumbró en una movilización al campo de nuestra universidad en 1989, yo en primer año de Telecomunicaciones y ella en cuarto de Máquinas Computadoras. Me llamó la atención el pez que tenía en su cadena: era el símbolo de los primeros cristianos. Así que le pregunté y me dijo que era católica, que iba a misa en El Salvador del Mundo de Marianao, donde había un buen grupo de jóvenes. Al siguiente domingo me presentó a Shirley, Juanito, Freddys y varios más, y nació una amistad imprescindible en mi vida. Mayte me ha acompañado desde entonces, mi esposa y las niñas también se han beneficiado de su testimonio de fe, su dulzura maternal y de su alegría de vivir sin importar las dificultades.

María Teresa Varela Suárez (Mayte) se hizo Hermanita de Jesús porque quería ser feliz “organizando banquetes” (ver Lucas 14) para los desvalidos de La Habana y del mundo entero. Ella quería consolar a la gente animándolos a reconciliarse con su vida y a mejorarla desde la misma realidad marginal donde viven. Quería hacerlo viviendo con sus hermanas en esa misma realidad marginal, pero no como víctimas, sino como protagonista. Ella quiso tejer una historia mejor para los pobres, una historia humilde, pacífica, silenciosa, pero “propia” al fin y al cabo, “propia” en cuanto a responsabilidad personal, vida comunitaria y unión con Dios. ¡De ahí brotaba su sonrisa! De ahí brota la luz de cualquier hermanita o hermanito de Jesús.

“Mira que ni tu pie se ha lastimado ni tu túnica se ha manchado en estos 40 años […], por tanto guarda los mandamientos que te he enseñado […], porque yo soy tu Dios, que te sacó de Egipto” (lea Deuteronomio 8). Mayte me lo leía siempre que me quejaba de dificultades o reveces y hoy tiene plena vigencia en mi vida y en la de ella. Vencido su cuerpo por la covid-19, enterrada en la bóveda de una amiga, en un cementerio enyerbado y sin aceras, Mayte ha sido la viva imagen de la pobreza. Sin embargo, puedo darme cuenta de que “su túnica no se ha manchado ni su pie se ha lastimado”, porque su fe y su hermandad con Jesús permanecieron intactas a pesar del miedo que sintió cuando entró a la Terapia Intensiva, o de los momentos difíciles que tuvo su vida anterior: esa fe y esa hermandad son “el pie” y “la túnica” de que habla el autor sagrado, conservarlos es la verdadera protección que Dios brinda a quienes deciden aceptar su amistad o cumplir sus mandatos, dicho en lenguaje bíblico. Mayte me ayudó a entender que la vida es, precisamente, el camino escabroso hacia la Luz, con la sombra a tu espalda: esas sombras de la envidia, el resentimiento, el miedo o la opresión. Como si fuera poco, me ayudó a cargar con las consecuencias de caminar hacia esa Luz en Cuba.

La pobreza de su opción, entonces, no es la miseria que todo ser humano debe evitar, porque miseria en su raíz etimológica significa “incapacidad para dar”. La pobreza de una seguidora de Carlos de Foucauld es una herramienta para “estar más ligeros de equipaje en el viaje de la vida […] ser necesitados es un buen camino que nos religa, que nos vuelve a unir (re-ligarse: volver a unirse, de ahí viene la palabra religión)” –dijo Mayte en una entrevista que bien podría ser su testamento espiritual, concedida a Mirada Contemplativa, una comunidad cristiana ecuménica internacional nacida en Venezuela y presente en veintrés países.

Así, la pobreza se vive para dar en plenitud, para dar a Aquel que todo lo da. Por eso todo el que se ha dejado “dar” por estas mujeres y hombres santos, cuenta con fuentes riquísimas a donde volver a beber siempre, especialmente cuando “la cosa esté en llamas”. La luz que ellos dan viene de Dios y te puede curar del egoísmo que te impide compartir, o de las limitaciones que te hacen materialmente pobre, para que puedas mejorar tu vida material y moral. La tarea obviamente es tuya.

Mayte entró en Cuidados Intensivos el 30 de junio y falleció en la madrugada del 16 de julio de 2021. Había nacido el 8 de julio 1968 en La Habana, pronunció sus primeros votos en la Fraternidad de las Hermanitas de Jesús el 14 de octubre de 2000 y los perpetuos el 1ro. de diciembre de 2008.

¡Gracias por tu luz, mi querida hermanita! Ahora te toca seguirla dando desde el cielo. Ω

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